Onubense de La Antilla y de 1972, Eva Vaz es una de esas creadoras inquietas que incursionan en múltiples disciplinas –el teatro, la narrativa, las artes plásticas, el periodismo– pero siempre regresa a la poesía, ámbito en el que ha desarrollado lo mejor de su producción.
Títulos como Elegía a una sombra, Ahora que los monos se comen a las palomas, La otra mujer, Cuaderno de Isla (Poemas del sudor), Leña, La ternura de los lobos, Metástasis o Trabajo sucio nos hablan de una autora tan desinhibida en la exploración de la propia intimidad como profunda a la hora de indagar en las heridas y angustias del individuo –y la individua– de hoy.
El poema que presentamos está extraído del pliego Limpieza general, publicado recientemente por la colección Hojas del Baobab:
Cinta en el jardín
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“Perder placer es triste”
Luis Cernuda
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Perder placer es triste,
por eso están los bares
o las casas de putas:
placeres a manotazos,
como espantapájaros que aplauden.
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Tú arañabas el placer dando lengüetazos
a los restos de coca de tus libros:
leías, los vi en la mesita, libros con marcapáginas.
Es cómico encontrar
El retrato de Dorian Gray
junto a la cama de una muerta.
.
Perder placer es triste,
por eso desayunabas martinis con vodka,
pero no había glamour en ello:
realmente era patético.
Ya vi a la muerte ejerciendo,
con disciplina,
merodeando bajo tus piernas hinchadas.
.
Esa puta se ceba con los alcohólicos,
hace trabajos cochambrosos.
Se complace con estas cosas.
Y te encontramos en el jardín,
emitiendo gemidos azules.
El cian de la muerte es ordinario.
.
Yo guardé tu ropa limpia,
aún caliente,
porque el vodka se comía tu hígado
a mordiscos
pero tú siempre ibas bien vestida.
.
El móvil aún estaba cargado:
¿una conversación sobre el cielo? ¿un whatssap?
Me gustaría saber cómo se muere:
tú ya tenías experiencia.
.
Perder placer es triste.
Encontré aquel bolsito de boda,
tan fino, con el menú de la fiesta.
.
Finalmente, todo guardado en orden,
parecía un triste trastero de la vida.
Cada cual debería elegir
cómo morirse,
y tú elegiste el vino.
.
“Dejad las rosas para los otros”.
.
Descansa, morirse de alcohol
debe de ser muy cansado.
Muy indecente.
.
El placer se fue a otro sitio
y nos dejaste tu cadáver
en el jardín,
delante de nuestros ojos.
.
Y un olor a lejía que tapaba,
como un féretro,
el olor de la muerte.
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