Ocho genialidades de Les Luthiers por las que no pasa el tiempo
Hacer reír, todo el mundo lo sabe, es un oficio difícil. Hacerlo durante 50 años es algo reservado sólo a los cómicos más grandes. Pero hacer reír durante 52 años, y además a través de la música, es una hazaña reservada en exclusiva para Les Luthiers. El grupo argentino sopló ese número exacto de velas el pasado 4 de septiembre, y desde hoy hasta el próximo domingo 15 –cada día, excepto el 9 y el 10 de septiembre– darán lo mejor de sí mismos en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. El público asistente podrá visitar asimismo una exposición en la que se muestra una cuidada selección de los curiosos y originales instrumentos que dieron fama mundial a la formación.
Dos miembros fundacionales, Carlos López Puccio y Jorge Maronna, junto a los posteriormente incorporados Roberto Antier, Tomás Mayer-Wolf, Martín O’Connor y Horacio «Tato» Turano, brindarán al público hispalense la propuesta de carácter antológico Viejos hazmerreíres, donde hacen repaso de algunos de los momentos más celebrados de su trayectoria, compuesta por 37 espectáculos aclamados por nueve millones y medio de personas en 16 países de todo el globo, y que les valieron entre otros el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2017.
Por su puesto, cada espectador podría hacer su propia selección personal de los mejores números de Les Luthiers, y sin duda todas ellas serían hilarantes. Eldiario.es ha querido proponer una ateniéndose al criterio de la absoluta vigencia de los mensajes, al ingenio de los acompañamientos musicales y, cómo no, a la potencia cómica de los textos. Ahí va:
Paz y ecología
“Para ser felices sólo necesitamos/ alimentarnos con comida natural/ pero nos dan alimentos sintéticos... oh oh/ Para ser felices sólo necesitamos/ Hacer el amor en la playa/ pero las playas están contaminadas... y además las muchachas no quieren/ ¿Por qué contaminan las playas?”. Solo necesitamos, una letra reivindicativa y un tanto hippie que no ha perdido un ápice de vigencia. Paz, amor y ecología:
Amor
El bolero o “bolérolo” Perdónala, sátira del despecho amoroso y lacrimógeno: “No quería con Ester seguir viviendo/ Lo que hizo ya no puede perdonarse/ Que se vaya, no me agrada estar sufriendo/ Ciertas cosas no deben olvidarse…”
Uno de los grandes momentos de Los premios Mastropiero fue Ya no te amo, Raúl, cumbre de ingenio que jugaba también con los más polvorientos estereotipos románticos. Daniel Rabinovich reemplaza como puede a la indispuesta Guadalupe Luján, y pasa lo que pasa: “Te conocí en aquel bar/ estabas muy hermo...sa,/ estabas be…lla, divi…na/ estabas muy masculi...na! ¡femenino!... ¡femenina!”
Los artistas
La siempre difícil relación de los artistas con los críticos, la a veces frágil frontera entre el éxito y el fracaso queda reflejada en la memorable Carta mal leída [MAL PUNTUADO], de nuevo con Daniel Rabinovich como protagonista: “Siempre dije que dicha ópera fracasó porque no muestra los sexos, dos... los dos sexos... no muestra los ÉXODOS de dicho pueblo, y por eso Mastropiero soportó ¡ha batido un huevo!... soportó ABATIDO UN NUEVO fracaso…”
Tampoco faltaron en la carrera de Les Luthiers los guiños a las celebridades de la música y sus fórmulas para llegar a las masas con letras más o menos facilonas y sentimentaloides. Ahí se hace preciso recordar una vez más a Manuel Dario, con su “Te quiero más que a mi vida mi vida, eres tú/ pero si mi vida eres tú/ y yo te quiero/ más que a mi vida/ quiere decir/ que te quiero más que a ti misma”.
La retórica patriotera, la chapuza institucional y otros males largamente arraigados a ambos lados del océano son objeto de burla en La Comisión, el texto de Marcos Mundstock que narra la renovación del himno nacional, es decir, las himnovaciones. “himnovacionesVea, en la Comisión hemos resuelto que en el himno vamos a cambiar de país enemigo. Claro, el himno de la época, es de nuestra independencia de España, pero España es un país muy querido por todos nosotros; no, no, en el himno necesitamos un país enemigo al que podamos, al que el pueblo sobre todo pueda odiar, un país enemigo que enardezca el patriotismo de las multitudes, y llegado el caso, si algo sale mal, alguien de afuera para echarle la culpa, ¿me entiende?”
Educación sexual moderna, del espectáculo Chist (2011) fue otro de los gags inmortales de Les Luthiers, un “cántico enclaustrado” con consejos para los jóvenes de hoy y de hace varias décadas. “Te estás condenando, ¿qué me dices del voto de castidad?” “¡Nada, que yo voto en contra!”:
Y la prueba de que Les Luthiers nunca pasarán de moda, su lealtad a las grandes preguntas del hombre y su mirada hacia el futuro, así que pasen otros 52 años. “Hay un montón de farsantes/ y falsos predicadores./ Hay curanderos, tunantes,/ e incluso hay cantautores…”