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The Game Kitchen: el mejor videojuego ‘indie’ tiene su cocina en Sevilla

El equipo de videojuegos The Game Kitchen

Alejandro Luque

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¿A quién no le suena la historia? Cuatro colegas con mucho talento y algunos pajaritos en la cabeza se reúnen en torno al sueño de triunfar haciendo lo que aman, pasa el tiempo, logran tímidos reconocimientos, la tentación de rendirse es fuerte pero perseveran, hasta que un buen día… Sí, podría ser uno de tantos cuentos de conquista del éxito, pero se ajusta como un guante a la historia verdadera del estudio sevillano The Game Kitchen.

Aunque llevaban algún tiempo intentando desarrollar videojuegos para PC y consola, fue el año 2010 el que marcó la fundación de la empresa, de la mano de un grupo de jóvenes creativos que querían darse a conocer: Mauricio García, Enrique Cabeza, Juan Miguel Barea y Carlos Viola. Su primera criatura llevaba por título Roto-R-Scope, que no tuvo mucha suerte comercial, y apenas logró eco en algunos concursos. Pero esto último les animó a seguir en el empeño, en especial, el segundo puesto en un certamen organizado por Microsoft, cuya dotación era de 5.000 euros. “Con ese dinero creamos The Game Kitchen SL”, evoca García.

Sus primeras faenas fueron, claro está, de encargo: videojuegos publicitarios o educativos que les permitieron pagar facturas durante los tres primeros años. Hasta que decidieron lanzar su primer título propio en serio, Tha last door. Para el primer episodio emprendieron una campaña de crowdfunding, más tarde apostaron por otra campaña de Kickstarter, y con ello lograron aumentar el nivel de ingresos y la base de seguidores de la marca.

El gran salto

“Sin embargo, todavía no éramos 100% sostenibles”, añade García. “Pero como éramos lo bastante sostenibles como para mantenernos, seguimos adelante, con la base inicial, es decir: el mismo grupo promotor de los proyectos era a la vez el grupo de creativos”. Y la insistencia tuvo su resultado. La siguiente campaña de financiación que lanzaron arrancó con un objetivo de 50.000 euros y terminó recaudando 333.000, lo que lo convirtió en la estrategia de financiación más exitosa. “Un 666 por ciento del objetivo inicial”, calculan bromeando sobre el carácter diabólico que se atribuye a esa cifra. “Eso nos permitió un desarrollo mucho más profesional”.

Tras siete años de dura lucha, los fundadores de The Game Kitchen pudieron decir adiós a la financiación de guerrilla y contar ya con una nómina decente para dos años. Ahora sí podían dar el salto definitivo. Ese salto se llamó Blasphemous y se convirtió en un verdadero hito en la creación de videojuegos en Andalucía. “Se trata de un juego de corte retro, que usa el folclore andaluz para crear un mundo de pesadilla. Como tantos otros juegos consiste básicamente en dar ostias como panes, pero hasta ese momento no se había creado un mundo de fantasía épica con esa base”, explica Mauricio García.

“La Semana Santa está en el centro del argumento, de hecho fue lo que nos dio la pista de que había algo interesante que explorar”, prosigue. “El personaje central es un guerrero medieval mezclado con un nazareno, nos gustó el concepto y a partir de ahí empezamos a crear los entornos, las armas, los enemigos… Y absorbimos todo lo que nos rodea, desde cuadros de Goya a arquitecturas de Aníbal González, pasando por el flamenco como banda sonora. Era lo rancio andaluz pasado por el filtro de Tim Burton”. La apuesta no pasó desapercibida para los amantes del género: un millón y medio de copias vendidas, algo insólito en un producto indie, da la medida de la repercusión del producto. Ni siquiera la pandemia parece haber resentido la marcha del mismo. Por el contrario el hecho de pasar más tiempo en casa ha hecho que los usuarios jueguen aún más.  

Desde su lanzamiento en 2019, la empresa ha brindado tres actualizaciones gratuitas para ampliar el ámbito del videojuego. El pasado 9 de diciembre lanzaron de hecho la última, con lo que dan Blasphemous por cerrado. Ahora ya piensan en la creación de Blasphemous 2, que les ocupa junto a dos juegos más en fase de desarrollo. “El estudio ha crecido un 200 por ciento, hemos triplicado nuestro tamaño y hemos pasado de dedicarnos a un solo proyecto a trabajar simultáneamente en cuatro”, celebran.

Crear y vender

El cuarto no es exactamente un videojuego, sino un trampolín para creadores de videojuegos. Conocedores de todos los errores que han cometido desde que emprendieron esta aventura hace once años, los fundadores de The Game Kitchen han impulsado una incubadora de proyectos bautizada con el nombre de Billete Cohete, “un programa en el que cogemos equipos que se conocen y que saben trabajar juntos, pero que ignoran todo sobre la parte del negocio. Les brindamos una formación específica y les damos 50.000 euros para que puedan desarrollar su proyecto”, comentan. Los primeros beneficiados de la incubadora son tres equipos de Andalucía, de los que se esperan resultados a medio plazo.

“Uno de los grandes errores de esta industria es que primero intentas desarrollar una obra y luego intentas venderla”, subraya García. “Pero para entonces puede ser demasiado tarde. Nosotros les enseñamos a abrirse camino, a pensar en el marketing y la estrategia comercial, porque de lo contrario puedes invertir uno o dos años de esfuerzo y que no sirva para nada”.

A pesar del crecimiento en todos los sentidos, la gente de The Game Kitchen sigue manteniendo vivo el espíritu de sus comienzos. “Los que trabajamos para PC y consola nos consideramos creadores de contenidos, como los del cine o la televisión. La misión creativa es lo que impera, y la obsesión es crear el juego más guapo posible, aunque te cueste el dinero. Y de hecho, así ha sido durante buena parte de nuestra trayectoria”.     

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