Hace 40 años que salió al mercado el primer libro de Luis García Montero (Granada, 1958). “Otros escritores como Garcilaso de la Vega o Lorca habían muerto con 30 años, y aquí estoy yo con 60, como si llevase ya una prórroga de 30”. El escritor granadino bromea así en Baeza (Jaén), donde esta semana asiste a un curso de la Universidad Internacional de Andalucía en el que se analiza su obra: “La poesía de Luis García Montero, una cuestión de palabras”.
Lo dirige Juan Carlos Abril (Universidad de Granada), y supone un análisis de uno de los poetas más importantes que Andalucía ha dado a luz en el siglo XX. En la charla con eldiario.es/andalucia analiza la actualidad cultural, social e incluso cibernética desde todos los puntos de vista pero, sobre todo, llama la atención sobre la necesidad de que la cultura tenga apoyo oficial para salir adelante: “En las rebajas en España en temas de cultura, llueve sobre mojado”, lamenta.
Para García Montero, se trata de un problema que supone “una carestía absoluta en algo sumamente importante, un castigo para los que casi siempre se identifican con un pensamiento progresista”, que se ha centrado, sobre todo, en “gente que en su día se manifestó en contra de la Guerra de Irak, del trío de Las Azores”.
Con todo, “se ha aplicado a la cultura un concepto económico que no tiene que ver con la inversión, sino con el entretenimiento”, señala al lamentar conceptos como el IVA que se cobra por determinados espectáculos o servicios culturales.
Y todo desde el prisma que le ofrece ser el actual director del Instituto Cervantes, una entidad que, lamenta, “nació con mucho retraso, en 1991, cuando en algunos países estaba desde principios de siglo”, y para el que tiene una doble reclamación: “que cuente con más presupuestos pero que la precariedad no sea excusa para no hacer un trabajo que me parece fundamental en el mundo en el que vivimos”.
Luis García Montero sonríe si se le dice que dirigir el Cervantes es estar en la Champions League de la cultura española. Lo considera “un honor al acabar mi carrera”, y recuerda que en el mundo hay 483 millones de nativos que hablan español, el más numeroso después del chino mandarín, aunque en ese punto llama la atención sobre la necesidad de que España sea un eslabón más en esa cadena de hispanoparlantes, no la protagonista. “Los españoles somos el 8% de las personas que hablamos nuestro idioma en el mundo. En países como México o Colombia nos superan en número, e incluso en Estados Unidos, donde ya hay 50 millones de personas que hablan nuestro idioma. Tenemos que tener conciencia y considerar a la comunidad hispánica como una entidad abierta, con un idioma lleno de matices”.
En este sentido, pone el ejemplo de aquellas declaraciones de Mario Vargas Llosa en las que decía que había perdido la virginidad con “una polilla” -prostituta-. “Imaginemos que eso lo decimos nosotros en España”, explica, sosteniendo la importancia de que el diccionario “ha pasado a ser el de las academias en español”, algo que cobra especial importancia “cuando pasan cosas como que Trump elimina de la web de la Casa Blanca el español, e impone que sólo en inglés”.
Frente “a idiomas como entidades cerradas, el reto es defender las identidades abiertas, y al español como un espacio democrático”, explicando que la web del Instituto Cervantes tiene actividades en catalán o euskera, porque tenemos que defender las culturas del Estado español. Ese es el camino, el del respeto“.
Con esa premisa, Luis García Montero se metía este lunes en un aula de la UNIA en Baeza para escuchar hablar sobre él. En la entrevista, además, alude a una de las frases que se citan en la propia descripción del curso, porque suele insistir mucho en la frase de Juan de Mairena por la que, para construir una sociedad libre hay que atreverse “no solo a decir lo que pensamos, sino a pensar lo que decimos”. Da “vértigo”, se toma “conciencia de la edad”, y sigue hablando de sus pasiones: la poesía, el español, la literatura, la cultura en definitiva, que lleva su propio nombre en esta cita de Baeza donde él ha sido profesor muchos años, y ahora es el protagonista, protagonista en prosa, pero protagonista al fin y al cabo.
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