Madonna antes de Madonna: así nació el icono
“Entonces hizo una pausa en medio del concierto y fui a su camerino.
- Hola, soy George, ¿cómo te llamas?
- Me llamo Madonna.
- ¡Ah!... Y ¿cuál es tu nombre real?
- Madonna“.
Madonna nació en 1958 llamándose Madonna Louise Verónica Ciccone, y George DuBose cuenta así la historia de las fotos que le hizo a esa chica cuando nadie sabía su nombre. Medio centenar de instantáneas de DuBose, Peter Cunningham y Deborah Feingold se exponen hasta el 15 de mayo en La Térmica de Málaga en una muestra titulada “Madonna: el nacimiento de un mito”, comisariada por Contemporánea. “¿Cómo podría no ser diferente teniendo el nombre de Madonna? Al final, hubiera acabado siendo monja o lo que soy ahora”, dijo ella una vez.
La Térmica muestra al icono antes de serlo. Expone fotos de los ochenta, algunas inéditas, proyecta dos vídeos y (guiño a la estrella de pop que hay en cada uno) propone un karaoke. De la exposición se sale convencido de que a Madonna siempre le gustó la cámara, a la que domina con una pompa de chicle. Hay pocos artistas tan conscientes de su poder de seducción. Durante el reportaje de Peter Cunningham, extraviado durante años, juega con los transeúntes, se baja la cremallera ante una Iglesia y se crucifica ante una verja. Era 1982. Liz Rosenberg, a quien Warner había designado para controlar la carrera de la artista, le dijo a Cunningham lo que tenía entre manos: “La nueva Marylin Monroe”.
En la presentación de la muestra, George DuBose contó cómo conoció a Madonna, que entonces tenía 23 años. El fotógrafo era un asiduo de los clubes neoyorquinos y un par de veces a la semana pasaba por Hurrah, una discoteca de Brooklyn que empezó organizando fiestas disco y acabó programando a buena parte de la nueva escena punk y new wave. The Ramones, Gang of Four, Echo and the Bunnymen, XTC, Suicide y New Order, en el primer concierto en Nueva York después de que Ian Curtis se ahorcara en la cocina de su casa, pasaron por allí, y DuBose ganaba un dinero con ellos.
“La mánager de Madonna, Camille Borbone, contactó con el portero del Hurrah y le preguntó si conocía un buen fotógrafo. El portero le dio mi número, así que Borbone me llamó y dijo que me pagaría 250 dólares por ir a Roslyn, en Long Island, para tomar fotos en un pequeño club. Sólo de la cantante. No me dijo el nombre”, recuerda el fotógrafo.
Una docena de personas asistieron en el Uncle Sam's Blues al concierto de aquella chica y The Breakfast Band, el 18 o el 19 de octubre de 1981 (“lo sé porque apunto siempre la fecha del revelado, y marcaba el 20 de octubre”). Aquella noche DuBose ya vio en esa chica lo que tienen las estrellas. “También estaba claro que todavía no tenía un estilo, y lo estaba buscando”, recuerda hoy. Madonna, vestida “como Jane en el Tarzán de Johnny Weismuller”, ni siquiera era rubia.
En una pausa, DuBose fue su camerino para decirle “lo sexy que era” y el buen show que hacía. “Pero pareces nerviosa”, observó. En ese momento la agente de la cantante entró en la habitación y lo sacó de allí a voces. Un par de días después, DuBose reveló las fotos y llamó a la mánager para entregarlas y recibir el pago, pero Borbone nunca se interesó por las fotos y el fotógrafo no vio un dólar de los 250 que aquella mujer le había prometido. En 2014 Matthew Rettenmund escribió la segunda parte de su Enciclopedia Madonnica y llamó a DuBose para pedirle sus fotos no publicadas. “¡No tenía ni idea! Así que, como me dijo que me pagaría, escaneé las 144 fotos. Luego publiqué un libro con ellas: con las buenas y con las malas”.
La historia de DuBose ocurrió antes de Everybody (1982), de Holiday (1983), de Like a Virgin y de Material Girl (1984). Antes también de que una canción que también fue película se preguntara Who's that girl? Años después tituló un single Bitch, I'm Madonna, como si alguien no se hubiese enterado. Está en las fotos que se exponen en La Térmica: Madonna siempre fue Madonna, aunque los demás no lo supieran. Se lo dijo a DuBose. Dos veces.