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Andalucía extiende el cierre de aulas a Sevilla, Cádiz y Huelva y aguarda en vilo el segundo impacto de la DANA en Málaga

Una persona pasa por una calle ha inundado debido a las fuertes lluvias y granizo registrado este miércoles en Málaga.

Néstor Cenizo

Málaga —
13 de noviembre de 2024 20:42 h

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Málaga está en vilo ante el desarrollo de la DANA en las próximas horas. Tras superar el primer impacto sin daños personales, el ambiente en el Gobierno andaluz era de preocupación ante las previsiones meteorológicas para la noche. AEMET ha actualizado el aviso rojo hasta las 8:00 del viernes y el presidente Juan Manuel Moreno ha cancelado su presencia en el debate de Presupuestos para desplazarse a Málaga a coordinar la reunión del comité de emergencias.

“La situación sigue siendo de alerta y riesgo extremo”, ha advertido Antonio Sanz al término de la reunión del Comité de Operaciones que está gestionando la respuesta a la emergencia, pasadas las ocho de la tarde. “Las previsiones son aún de riesgo muy alto, hasta el punto de que se ha reconsiderado la alerta. Todavía quedan grandes problemas y complejidades por afrontar”, ha dicho el consejero de Presidencia, llamando a la cautela: “Queda mucho. Esto no ha acabado. Puede llover sobre muy mojado, de modo que la situación es de más alerta que ayer. No da tiempo a drenar”.

El riesgo ha llevado al Gobierno andaluz a prorrogar al jueves el cierre de las aulas decretado ya para el miércoles en Málaga, cuenca del Genil, Granada y costa de Granada. Además, se cerrarán los centros de los municipios en aviso naranja, lo que abarca todos los de Huelva, y prácticamente todos los de Sevilla, a excepción de la Sierra Norte y Sierra Sur, y Cádiz (excepto los de la Sierra de Grazalema).

Más de 1.000 incidencias, pero sin daños personales

Sanz ha dado un balance de más de 1.000 incidencias, 760 de ellas en la provincia de Málaga. Se han desalojado a 4.210 personas en la provincia, la mayoría en las riberas del Guadalhorce y el Campanillas, y unos 950 en Almayate (Vélez-Málaga), por el desalojo del Río Vélez. Han sido realojados en el Polideportivo de Torre del Mar. Pero más allá de lo cuantitativo, en sus palabras había satisfacción por lo cualitativo: “El balance es que no ha habido ninguna incidencia de consecuencia grave ni para la salud ni para la vida de las personas”.

Sanz ha resaltado la coordinación con los ayuntamientos y con los organismos dependientes Gobierno central para superar la situación. “La coordinación con AEMET ha sido perfecta”.

En ese balance temporal pesa la alerta temprana lanzada anoche con todos los medios posibles (incluido Es-Alert, que sonó cerca de las 23:00 -doce horas antes del aguacero- en los teléfonos de 1.300.000 personas), la suspensión de las clases en todos los niveles educativos, los desalojos preventivos y un rápido alivio de las zonas inundadas. Así ocurrió con la Avenida Andalucía, que pasó de verse encharcada de agua y barro a estar despejada en apenas una hora. La situación por la mañana era de tal expectativa que apenas había nadie en la calle. Recordaba a los días del confinamiento.

Juan Manuel Moreno, presidente de la Junta de Andalucía, valoró a mediodía las medidas tomadas, marcando de paso una distancia sideral con las decisiones adoptadas por la Generalitat Valenciana hace dos semanas. “Hoy Málaga está paralizada. Sé que para los ciudadanos es un problema no llevar los niños a clase, pero nosotros actuamos en función de la información pluviométrica de AEMET con un objetivo fundamental, que es prevenir antes que curar. Ya lo hemos visto en Valencia. Ante una perspectiva de unas lluvias intensas en una ciudad mediterránea con cuencas y montañas, como tiene también Málaga, intentamos minimizar el impacto de la DANA”. 

“Gracias a que muchas calles estaban prácticamente solitarias las consecuencias no han ido más allá”, ha señalado Sanz ya por la noche.

Balance del miércoles

Málaga aguantó este miércoles un tremendo aguacero. Como estaba previsto, una descomunal tromba descargó sobre la ciudad en las horas centrales del día. El Guadalmedina, casi siempre seco, creció entonces hasta el metro y medio de altura y calles céntricas en pendiente, como Victoria o Carretería, se convirtieron en arroyos.

La estampa gráfica la dejó también la avenida de Andalucía a su paso por El Corte Inglés, convertida ahí en una balsa que atrapó a autobuses y coches. Durante unas horas, el desbordamiento del río Campanillas (al oeste), como siempre que llueve así, se dio por descontado. Y se temió por el ahogamiento de decenas de caballos en el club hípico El Pinar. Allí, el agua bajó con tal fuerza que los establos en las zonas bajas llegaron a inundarse y circularon los mensajes para abrir las puertas con una radial ante el corte del suministro eléctrico. Lograron sacarlos a tiempo.

En el ambiente flotaba el recuerdo de las desastrosas inundaciones de 1989, ocurridas un 14 de noviembre. Este 13 de noviembre llovió con fuerza pero la ciudad esquivó el desastre, al menos por la tarde, de modo que todos se palpaban la ropa. Aún había que esperar que resistieran los arroyos de la zona este y hacer frente otro aguacero previsto para la noche, tras rondar los 90 litros por metro cuadrado en 12 horas en las estaciones de medición de la capital. La tromba obligó a cerrar todos los centros sanitarios, salvo los puntos de urgencia.

En la provincia, lo peor se lo llevó Benamargosa, un pequeño municipio en la Axarquía (1.557 habitantes), cuyo río homónimo se desbordó por la tarde inundando casas, comercios y plantaciones de aguacates y mangos, la gran industria local. El río llegó a bajar a 5,28 metros de altura. Una barbaridad que superaba en dos metros su máximo nivel histórico hasta ahora. En 12 horas, la lluvia acumulada allí era de 132,5 litros por metro cuadrado, sobrado para superar el nivel rojo. En Alfarnatejo, también en la Axarquía, se superaban los 144. En Coín, en el valle del Guadalhorce, se alcanzaban los 119. Y en Ojén o Marbella, al oeste, se superaban los 80 y los 60, respectivamente. Muestra de que las lluvias intensas afectaron a casi toda la provincia.

Una tromba marina frente a las costas de Marbella causó impacto. También se viralizaron los vídeos de los pasillos y el laboratorio del Hospital Clínico encharcados (algo que no es la primera vez que ocurre), del agua cayendo a chorro sobre los jamones del Corte Inglés y el rescate de una vecina con el agua por las rodillas en una gasolinera de Héroe de Sostoa.

Fue una de las imágenes de la jornada que dejó a la capital incomunicada por tren. Renfe suspendió el servicio de la línea C-1 que comunica con Fuengirola y el servicio de Media Distancia con Sevilla. También se canceló la alta velocidad con Madrid desde las 13:30. La estación María Zambrano fue desalojada en la zona del vestíbulo y los andenes. Estaban cortadas la A-7059 a su paso por Cártama, la A-7054 y A-7000 en Málaga, y la A-7207 entre Cómpeta y Torrox. El aeropuerto canceló quince vuelos y desvió otros cinco a Sevilla.

Respiro a media tarde

A media tarde, la lluvia se tomó un respiro y se lo dio a los malagueños. El río Guadalmedina bajaba con un buen caudal, una rareza que locales y forasteros contemplaban con asombro, pero el cielo se abría y los paseantes se paraban en los puentes para inmortalizar que el cauce ya no era seco. El centro recuperaba su flujo turístico, ni un minuto del viaje que perder, aunque todo estuviera empantanado.

A esa hora, Carretería era un barrizal. Es la zona cero de los estragos de este miércoles en el Centro, y también del turismo masivo en Málaga. Apenas un rato antes, una tremenda riada de barro había bajado por calle Postigo de Arance hasta desembocar en apenas unas decenas de metros en la confluencia con Carretería. Aquí se acumulan locales de brunch, apartamentos turísticos, franquicias de consignas y lavanderías. “Ha llegado a un metro, y de repente. Por suerte pudimos salir”, dice Luigi en Caramelli Salato, mientras saca el barro a duras penas.

A Marcos Sneydr apenas le dio tiempo a bajar la persiana de su local cuando se encontró con el agua a la altura del brazo. En minutos llegó a poco menos de un metro. En cuanto vieron la rapidez con la que subía se fueron a casa. Dan cuenta de la marejada una maceta de gran tamaño arrastrada por la corriente y un barril de cerveza de 25 litros arrumbado en un rincón. Tenían clientes, y los sacaron a toda prisa. “Es una vergüenza que Carretería esté así. La acaban de hacer y debería tener desagües. Entiendo que la lluvia ha sido tremenda, pero… Por ahí bajaba un río”, explica Ana López, la propietaria, señalando a Postigo de Arance, mientras su hijo Marcos achica el barro que ha entrado.

También tuvo mucho que ver una tubería rota, de la que dan cuenta a toda prisa una cuadrilla de operarios. “Poco ha pasado”, dicen: “La ha reventado. Ten en cuenta que por ahí pasa un canal”, explica uno de ellos, mostrando el tramo de adoquines que la potencia del caudal ha levantado del suelo.

A media tarde, en el Centro se hacía recuento de daños mientras las miradas se giraban a la zona este, por donde discurren un puñado de arroyos generalmente secos, y que con las lluvias descargan el agua de los montes que rodean la ciudad.

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