El Metro ha llegado este lunes al Centro de Málaga. Lo ha hecho a una estación de reducidas dimensiones, insuficiente por motivos de seguridad para grandes aglomeraciones como la Semana Santa o la Feria de Agosto, lo que ha generado en la última semana una sensación de incredulidad en la ciudad. Ahora bien, aunque Atarazanas sea pequeña y se quede a mitad de la Alameda Principal, es suficiente para justificar el eslogan que los políticos llevan años buscando: “Te llevamos al corazón de Málaga”.
La obra viene de muy atrás, pero el tanto se lo ha apuntado la Junta de Andalucía bajo gobierno del PP, que ha aprovechado para resaltar la labor de la Consejera de Fomento, Marifrán Carazo, ahora candidata a la alcaldía de Granada. Con este tramo, que ha costado 160,8 millones de euros, 14 años de obras, 3.500.000 horas de trabajo y decenas de cierres comerciales, Metro Málaga espera doblar su número de viajeros, que actualmente es de unas 28.000 personas en días laborables. Al año, confía en pasar de 6,7 a 14 millones.
En total, los 13 kilómetros y 19 estaciones y paradas del suburbano malagueño ha costado 759,8 millones de euros de los presupuestos autonómicos, incluyendo las 14 unidades de trenes: 115,45 para infraestructura y reurbanización, 6,81 millones en suministro y montaje de la superestructura de vía, 32 millones para las estaciones y sus instalaciones y 6,58 en la señalización ferroviaria. La Junta de Andalucía calcula que al extender el Metro hasta el Hospital Civil, para lo que ya se ha licitado el primer tramo, el coste total del Metro malagueño rondará los 950 millones de euros.
“Bien está lo que bien acaba. A pesar de los sinsabores, las dificultades y los obstáculos”, ha destacado el presidente Juan Manuel Moreno, consciente de que la lentitud de la obra fue un lastre en las expectativas electorales socialistas en las dos últimas elecciones autonómicas. En cada ocasión que ha tenido, Moreno ha resaltado la prioridad de su gobierno para la terminación rápida de la conexión entre El Perchel y Atarazanas, con dos nuevas estaciones (Guadalmedina y Atarazanas) que prolongan el suburbano, estrenado en julio de 2014. Sin embargo, desde su llegada al poder han pasado otros cuatro años, hasta que este lunes, a las 21.00, se ha puesto en servicio.
Las cifras que aportó Julio Caballero, gerente de la Agencia de Obra Pública de Andalucía, dan una idea de la envergadura de la infraestructura. Son apenas 1,7 kilómetros de vía, pero atraviesan arroyos subterráneos, antiguas ruinas de la época musulmana y el río Guadalmedina, hasta desembocar en una única vía junto a la Antigua Casa del Guardia, flanqueada a un lado por los ficus centenarios de la Alameda Principal y al otro por los edificios decimonónicos del lateral norte. Para completarlos, ha habido que descargar 152.000 metros cúbicos de hormigón, mover 543.000 metros cúbicos de tierra, insertar 82.000 metros cuadrados de muros pantalla, reforzar con 32 millones de kilos de acero.
Para evitar romper la estética de la Alameda Principal, peatonalizada en un 70% en 2019, el diseño de la nueva estación de Atarazanas es abierto, en contraste con los templetes de las demás estaciones subterráneas. Moreno ha destacado también la aportación a la sostenibilidad de la infraestructura, justo cuando Málaga aspira a albergar la Exposición Internacional de 2027 con el lema Hacia la Ciudad Sostenible. El Metro va a unir el Centro con los barrios más poblados de la ciudad, como Teatinos o Carretera de Cádiz, aunque para este último distrito (el más denso de Málaga) será necesario hacer un transbordo de línea al mismo nivel en El Perchel o Guadalmedina. El esquema de las líneas quedará configurado como una X cuando se dé continuidad a la Línea 2 hacia el Hospital Civil.
Se calcula que, al duplicar el número de viajeros, hasta los 17 millones de usuarios anuales, se ahorrarán 3,5 millones de desplazamientos en vehículo particular y la emisión de unas 5.000 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.
Como en todas las inauguraciones, flotaba en el ambiente una sensación de impaciencia algo infantil, aquí acrecentada por los retrasos que ha sufrido el Metro en todas sus fases y en particular este tramo, cuya inauguración se previó inicialmente para el 11 de noviembre de 2011. Dijo el presidente que venía en el coche con un “mariposeo en el estómago”, y lanzó la consejera Carazo un “Hoy fiesta, ¿no?” a los periodistas que aguardaban la llegada de las autoridades.
Tras las fotos protocolarias y posar sacando el billete, el primer viaje para autoridades y periodistas duró apenas diez minutos, en los que el tren fue guiado por Juan Manuel Campos, uno de los formadores de los operarios de línea. Es lo que se tarda en ir y volver de Atarazanas hasta El Perchel, pasando por Guadalmedina, la otra estación que empezará a usarse este lunes. Esta última, a la que la Junta califica de “catedralicia” por sus grandes dimensiones (un vestíbulo de 2.800 metros cuadrados) contrasta con la estrechez de Atarazanas. Entre ambas hay apenas 500 metros de distancia, parte de los cuales corresponden al ancho del río.
En la estación de Guadalmedina, que el presidente vino a inaugurar en abril de 2022, un año antes de su puesta en funcionamiento, Moreno volvió a sacar pecho de la infraestructura y lanzó algún dardo a la anterior administración socialista, a la que responsabilizó en exclusiva de los retrasos y su coste para las arcas públicas (500 millones de euros), a pesar de que ha gobernado durante una tercera parte (pandemia mediante) de los 12 años de demora que acumula el tramo.
La escultura de las Tres Gitanillas volvió a la Plaza Poeta Manuel Alcántara en julio de 2020 (diez años después de su retirada), la Plaza de la Solidaridad quedó liberada de las obras en agosto de 2021, y las vías bajo superficie se montaron en diciembre de 2021, pero en este tiempo han debido completarse unas pruebas de seguridad, a cargo de Alstom, que han aumentado la impaciencia. 14 años después de iniciar su camino, este lunes el Metro llegó por fin al Centro de Málaga.
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