La Farola, el faro de más de dos siglos que apagaría el rascacielos del Puerto de Málaga

Néstor Cenizo

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La Farola, faro e icono de Málaga desde hace más de dos siglos, mide unos 37 metros. Dicen que solo se apagó dos veces: tras el terremoto de 1884 y durante la Guerra Civil, para evitar que sirviera de referencia para los bombardeos de los golpistas. Colocada estratégicamente en el extremo sur del Muelle Uno, desde hace unos años unos desconocidos inversores cataríes y algunas autoridades públicas quieren colocar más al sur, en la punta del Paseo de Levante, un rascacielos privado sobre terreno público que la triplicaría en altura, destinado a hotel de lujo. De construirse, el rascacielos opacaría la farola, que dejaría de servir de guía para los barcos que se aproximan a la ciudad.

La Farola tendría que apagarse y sería necesario levantar un nuevo faro. Este domingo, fecha en la que cumple 204 años, la plataforma Defendamos Nuestro Horizonte ha convocado una concentración bajo el lema “Abracemos la Farola”, para reivindicar su valor patrimonial y simbólico. Es, junto al de Santa Cruz de Tenerife, el único faro de España cuyo nombre se conjuga en femenino: “La Farola”.

“Desde que se anunció el proyecto de rascacielos decimos que, si a la Farola le ponen un obstáculo, dejaría de prestar el servicio porque se interrumpiría el haz de luz”, explica Juan Antonio Triviño, portavoz de la plataforma: “Al principio, Paulino Plata [anterior presidente del Puerto] lo negaba. Luego nos dijeron que la iban a convertir en museo, pero negaban que el motivo fuera el rascacielos. Carlos Rubio [actual presidente] ya reconoce que tendría que apagarse y que el motivo es el obstáculo del rascacielos”.

El apagón de La Farola obligaría a construir un nuevo faro. En enero, Málaga Hoy publicó que el Puerto estimaba que el coste de la sustitución sería 2,6 millones de euros: 1,5 millones para la nueva infraestructura y 1,1 millones para actuaciones en el entorno. “Dinero público para facilitar el negocio catarí”, protesta Triviño.

Un rascacielos a 755 metros

El foco de la Farola se levanta a 38 metros de altura y brilla en destellos cada veinte segundos (con alternancia de tres + uno) con un alcance de 25 millas náuticas: 46 kilómetros, traducido a términos “terrestres”. A 755 metros está proyectado el rascacielos del Puerto diseñado por el arquitecto José Seguí y promovido por un grupo empresarial catarí representado en España por Ramón Calderón, expresidente del Real Madrid.

Aunque los promotores insisten en explicar que han rebajado su altura original a 116 metros, Triviño resalta que Urbanismo sigue autorizando provisionalmente una altura máxima de 150 metros. Además de inutilizar el faro, las dimensiones del rascacielos minimizarían La Farola hasta convertirla a los ojos de quien la mire desde el Palmeral de las Sorpresas en un elemento menor, al que amenazara por la espalda un gigante gris.

La autoridad portuaria malagueña y el equipo de gobierno del ayuntamiento (encabezado por Francisco de la Torre, PP) están impulsando el proyecto, al que se oponen con firmeza la confluencia de IU y Podemos, y una plataforma ciudadana que ha recabado miles de adhesiones. El PSOE ha variado su posición a lo largo de los años, y ahora es reticente. El rascacielos superó los trámites medioambientales autonómicos por la vía rápida cuando aún gobernaba el PSOE, pero aún resta que se apruebe en Pleno la revisión del Plan Parcial del Puerto. La última palabra la tendrá el Consejo de Ministros. 

ICOMOS y el Ministerio de Cultura, preocupados por el impacto del rascacielos

El impacto sobre la farola y, en general, sobre el paisaje de Málaga y su bahía, es uno los efectos que preocupan a los opositores al proyecto y algunas instituciones fuera de Málaga. El Ministerio de Cultura anunció la semana pasada que iniciaba un expediente informativo “a la vista de los riesgos” para el paisaje de la ciudad y “ante la eventualidad de que se produzca un supuesto de expoliación de los bienes del Patrimonio Histórico Español”. El Ministerio quiere estudiar si el rascacielos provocaría un impacto negativo en el paisaje urbano, histórico y natural de la ciudad, vulnerando el Convenio Europeo del Paisaje de Florencia.

La Farola es también una de las razones por las que el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (ICOMOS), órgano asesor de la Unesco, se ha pronunciado en contra de la construcción del rascacielos. La última vez este mismo viernes, en una adenda a su informe original de 2018. Pese a la rebaja de altura, el rascacielos sigue suponiendo un impacto “inadecuado, profundo e irreversible en el paisaje urbano”, según ICOMOS, que achaca al proyecto “ausencia de conocimiento” del valor patrimonial del paisaje.

“A esto se debe unir la incidencia sobre un elemento patrimonial de valoración emergente desde el punto de vista técnico, edilicio, paisajístico y simbólico: la Farola de Málaga”. “La principal justificación de la escala del rascacielos es que «su relación […] con los tamaños de los Grandes Cruceros e infraestructuras de los silos industriales y grúas portuarias”, alerta el último informe.

El elemento más representado en los carteles de la ciudad

La Farola forma parte del paisaje malagueño desde hace generaciones, hasta el punto de que es la silueta que se recorta en numerosas postales. El Comité Español de ICOMOS apoyó la declaración de La Farola como bien de interés cultural en junio de 2019. Tanto el Parlamento andaluz como el Pleno del Ayuntamiento de Málaga instaron en 2020 a su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), un expediente aún abierto ante el Ministerio de Cultura. De apagarse, su valor quedaría reducido al ornamental y simbólico, y probablemente se convertiría en museo.

Los promotores de la declaración BIC creen que reforzaría la continuidad de su uso. “Nosotros consideramos que La Farola debe pervivir funcionando, como todos los faros, a no ser que hubiera un motivo técnico relacionado con la navegación. Un faro sin funcionamiento no tiene sentido y, desde luego, a ninguno se le ha puesto un obstáculo entre el foco y el mar”, comenta Matías Mérida, profesor de Geografía de la Universidad de Málaga, y uno de los impulsores de su declaración como BIC. La iniciativa, presentada en mayo de 2019, contó con el apoyo del Colegio de Arquitectos, la Academia de Bellas Artes de San Telmo, la Academia de Ciencias, el Ateneo o la Universidad, entre otras instituciones. Sin embargo, se ralentizó debido a los cambios de Gobierno y la pandemia. Ahora, parece recobrar impulso.

En opinión de Mérida, hay motivos históricos vinculados a su catalogación como patrimonio industrial (es el segundo faro más antiguo de la Península, tras la Torre de Hércules); motivos arquitectónicos ligados a su valor constructivo; y motivos paisajísticos y simbólicos: “Si revisamos las representaciones artísticas y visuales, aparece siempre en un lugar muy destacado. Es con diferencia el elemento que sale con más frecuencia en los carteles de Carnaval o la Feria, desde la primera edición”.

Un edificio con más de 200 años y maquinaria antigua en su interior

Aunque rebasa por poco los 200 años de antigüedad, el primer proyecto para situar un faro donde ahora está La Farola supera los tres siglos. Originalmente, aquel artilugio fue una especie de linterna de madera, diseñado por el francés Bartolomé Thurus, hasta que en 1817 el arquitecto Joaquín María Pery y Guzmán diseñó la estructura definitiva que, aún hoy, sigue en pie e iluminando la bahía.

Un artículo publicado el 5 de febrero de 1858 en la Gaceta de Madrid da cuenta del reemplazo del aparato de reflectores por otro “catadióptrico de tercer orden”. La maquinaria en uso se ha ido modernizando por fases, pero parte de ella se conserva en el interior. Se mantiene, por ejemplo, la maquinaria de relojería y el sistema previo a su electrificación. El farero le daba cuerda como a un reloj antiguo, las pesas subían y al bajar activaban los engranajes que movían la maquinaria de relojería. “Se podría hacer funcionar”, explica Antonio Sánchez, el encargado de conservar La Farola, además de los faros de Torre del Mar y Torrox. “Tiene cosas muy especiales, antiguas y hechas a mano. El último tramo de la escalera que sube a la linterna está hecho a mano, es muy bonito y se está pudriendo”.

Sánchez es uno de los dos últimos fareros de la provincia de Málaga. Tiene 59 años y este ha sido su trabajo en los últimos 36. Hasta el año pasado habitó el faro de Estepona, pero acabó enfrentado a la Autoridad Portuaria de Málaga, que pretendía cobrarle un alquiler. La Farola está automatizada desde los años 80 y deshabitada desde 1993, año en que las autoridades portuarias se hicieron cargo de los faros, y estos entraron en una “muerte lenta”. “No ha habido interés especial por mantenerlo, solo por cumplir más o menos lo que dice la ley. La situación es bastante penosa”, lamenta el farero. “Ahora tiene un foco bastante pobre, pero con la tecnología LED, que sería bastante económica, se podría reforzar y no sería necesario hacer un faro nuevo”.

De momento, La Farola es un faro en activo. “Eso quiere decir que su foco está protegido por la ley, y no puede tener nada delante que suponga un obstáculo para la navegación. El rascacielos estaría en el centro de su ángulo de iluminación e iría contra la ley de puertos”, advierte Sánchez.

La decisión final de apagarla o no la comisión de faros, dependiente de Puertos del Estado. Pero Triviño advierte de que La Farola sirve. “Hay una percepción equivocada de la gente de que con el GPS no son necesarios los faros, pero las señales luminosas siguen siendo útiles para la navegación”. Más de doscientos años después, no se ha construido aún el edificio que haga sombra al emblemático faro de la bahía de Málaga. 

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