Málaga debate reprobar al alcalde de Madrid por devolver al callejero a un barco franquista que bombardeó a civiles
El 7 de febrero de 1937, miles de malagueños convirtieron la carretera a Almería en un río de lo que, visto desde el aire o desde el mar, bien podían parecer hormigas, aunque fueran personas. “El mundo entero fluía, en este momento, en un único sentido”, escribió André Malraux en La Esperanza, su novela sobre la Guerra Civil inspirada en sus propias vivencias aéreas con la Escuadrilla España. Durante días, decenas de miles de personas evacuaron la ciudad en dirección este, huyendo de los regulares marroquíes y los tanques italianos que venían por el oeste. En su huida, llamada popularmente La Desbandá, fueron bombardeadas por los aviones Heinkel de la Luftwaffe y tres buques que los cañoneaban desde el mar: Almirante Cervera, Baleares y Canarias. Es imposible saber con precisión cuántos murieron, pero los historiadores calculan que entre 5.000 y 10.000.
La recuperación de la denominación Crucero Baleares para el callejero de Madrid, después de que fuera sustituida por la corporación de Manuela Carmena, ha levantado un intenso ruido político en Málaga. Este jueves, la comisión de derechos sociales y cultura del Ayuntamiento ha votado dos mociones (de PSOE y de la confluencia Unidas Podemos-IU) para reprobar al alcalde Madrid, José Luis Martínez-Almeida. Las dos mociones instan al alcalde de Málaga, Francisco de la Torre (PP), a que pida formalmente a su colega de Madrid que cambie el callejero. La confluencia pide incluso que se le declare persona non-grata hasta que se elimine del callejero madrileño el nombre del “buque asesino”.
Como era previsible, los concejales de PP, Ciudadanos y Juan Cassá han rechazado las mociones, que colocaba al Consistorio en la incómoda tesitura de posicionarse o no contra un alcalde amigo. En caso de ser aprobada algunas de las mociones, se llevaría a Pleno. En Málaga, el Ayuntamiento sigue sin ejecutar un acuerdo del Pleno adoptado en 2017 para sustituir a los aviadores Carlos de Haya y García Morato del callejero.
“El Ayuntamiento de Madrid puede iniciar un nuevo expediente”
La recuperación de la calle Crucero Baleares en Madrid tiene su origen en una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de aquella comunidad, dictada el 6 de mayo junto a otras que anulan algunos cambios del callejero impulsados por Manuela Carmena (avalados por una comisión de expertos en la que estaban, entre otros, el historiador José Álvarez Junco o el escritor Andrés Trapiello). Esas sentencias admitían los recursos de asociaciones franquistas como la Plataforma Patriótica Millán Astray o la Fundación Francisco Franco, o de familiares, como los hijos de Carlos de Haya, contra los cambios acordados por Carmena.
El TSJM decidió anular el expediente administrativo y así recuperar el nombre de calles como Caídos de la División Azul, Millán Astray o Crucero Baleares, que sustituye a la calle Barco Sinaia, el buque que transportó a los primeros exiliados españoles en México. Argumentó que no se había justificado que se pretendiera exaltar la sublevación, la dictadura o la represión franquista al otorgarle una calle al Baleares, condiciones de la Ley de Memoria Histórica para el cambio de nombre. De hecho, no se sabe ni cuándo se nombró Crucero Baleares a la calle, en el barrio de Vallecas. Solo consta que en 1952 ya se llamaba así, según recoge la sentencia, consultada por elDiario.es/Andalucía.
“El Ayuntamiento de Madrid podía haber recurrido y, en todo caso, ahora puede iniciar un nuevo expediente de acuerdo con sus ordenanzas”, asegura Pedro Moreno Brenes, exsecretario del Ayuntamiento de Málaga, profesor de derecho administrativo y portavoz de la asociación contra el Silencio y el Olvido, que ha comparecido en rueda de prensa junto a los representantes de otras asociaciones memorialistas y los de IU- Unidas Podemos. La moción es un intento de que el alcalde de Madrid dé “marcha atrás”, ha asegurado Remedios Ramos, portavoz de la confluencia.
El PSOE lleva su propia moción para pedir la reprobación del regidor. Daniel Pérez, portavoz socialista, pidió “valentía y sensibilidad” con “los miles de masacrados” a Francisco de la Torre, al que pidió que se posicione y condene la “lamentable decisión de Martínez-Almeida”. También censuró que, “codeándose con franquistas”, participara el pasado jueves en un acto de homenaje de víctimas de las sacas republicanas frente al cementerio de San Rafael, donde está la mayor fosa común de víctimas del franquismo.
Los bombardeos desde el mar contra los taludes
Nadie ha podido saber nunca a ciencia cierta cuántos malagueños murieron en la carretera a Almería porque no hay documentos oficiales que recojan con precisión el horror. Encarnación Barranquero, profesora de la Universidad de Málaga y autora de varios estudios sobre la masacre, matiza. “Se pueden saber las víctimas de la metralla o en algunos pueblos. Pero hubo muchos suicidios”, cuenta. En demasiadas ocasiones, las familias no se pararon a registrar a sus muertos, sino que siguieron corriendo. Queipo de Llano cifró en 250.000 los malagueños que huyeron (de la ciudad, pero también de la Costa del Sol y la Axarquía), mientras que el coronel José Villalba, encargado de la defensa de la Málaga republicana, habla de 300.000.
Barranquero, que inició su investigación en 1987, pudo entrevistar a supervivientes que ya eran adultos en 1937. Esos testimonios permiten atisbar el alcance del cañoneo al que fueron sometidos. “Además vi los barcos que disparaban. Había una alcantarilla donde la gente, agachada, se iba metiendo hasta taponarla y dio la mala suerte que al disparar los barcos contra unos puentes pequeños, un obús explotó en la alcantarilla e hizo una masacre enorme. Era pasada La Herradura”, relató Cristóbal Criado Moreno, citado en un trabajo de Barranquero y Antonio Nadal publicado en la revista Jábega.
“Lo que siempre han dicho las fuentes es que cuando iban por la carretera les bombardeaban, en algunas ocasiones aviones que volaban bajo, pero sobre todo los barcos”, resalta la historiadora. Estos disparaban sobre los taludes que encajonan la carretera a Almería (hoy Nacional 340) contra el mar. Las rocas se desprendían y caían sobre la población.
Andrés Fernández, arqueólogo, consultó el cuaderno de bitácora del Canarias para escribir Éxodo Málaga Almería junto con la historiadora Maribel Brenes, y constató que no se acercó a menos de 500 metros de la costa, una distancia a la que difícilmente podía hacer blanco, pero sí divisar. El cuaderno refleja la munición y las salvas, pero no el objetivo. Los bombardeos empezaban a las 6.45 y cesaban por la noche. “Los partes de operaciones hablan principalmente del Canarias, que abanderaba”, comenta Fernández.
La participación del Baleares
¿Y el Baleares? “No se sabrá nunca las consecuencias exactas de las bombas que salen del Baleares”, dice Fernández. El buque insignia del franquismo fue hundido el 6 de marzo de 1938 frente al Cabo de Palos, en una batalla naval en la que murieron 788 miembros de la tripulación y 435 fueron rescatados. Nunca se encontró su cuaderno de bitácora, pero el escritor José Manuel Portero sí ha localizado en el Archivo General de la Armada Álvaro de Bazán sus partes de campaña, y cita algunos en su libro Nazis en la Costa del Sol (Almuzara, 2021).
“Día 8-02-1937 (…) A las siete se maniobró para batir los objetivos de la costa de Torrox. Se barajó la costa a una distancia de 600 metros a 1.800 metros entre Torrox y Motril (…) Se dispararon 208 proyectiles del 10 sobre camiones, coches ligeros, concentraciones de milicianos, cañadas de la carretera, derribándose un árbol y rompiendo la línea telefónica en varios lugares. Pudieron comprobarse los efectos eficaces de nuestro tiro, paralizando no solamente el tráfico de vehículos, sino también de peatones”.
“A las 15:00 horas a la altura de Torre del Mar se vio a una columna formada por 10 tanques rápidos, dos camiones, cinco motocicletas y un coche de turismo que avanzaba rápidamente, siendo saludados por los indígenas con pañuelos y banderas blancas”. Está firmado por Manuel de Vierna, comandante del Baleares.
En la Revista Jábega número 58, del año 1987, Barranquero y Nadal citan la propaganda franquista, como Estelas gloriosas de la escuadra azul (1937), donde se lee: “Ahora hay que poner en práctica los ejercicios de tiro que se hicieron en El Ferrol, ¡menudo examen! ¡Qué bien se dibuja la carretera que une Málaga y Almería! Grupos de milicianos avanzan por ella. ¡¡¡¡ Buuuummm!!!! Las granadas del Baleares caen en salva agrupada sobre ellos, sembrando la muerte. Unos corren, otros se desploman para siempre. ¡Muy bien!, grita el oficial sin poderse contener. Las baterías de los barcos son un cuchillo que corta la carretera, ¡cuentas numerosas de un rosario, que ahora reza España”.
El franquismo siempre se escudó en que disparaba a los milicianos que huían, propaganda que hace tiempo que dejó de ocultar la masacre. “Los barcos tiraban a la montaña y las piedras mismas mataban”, explicaba hace nueve años en su casa Juan Conejero, un superviviente de La Desbandá.
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