El viernes 17 de mayo a las siete de la tarde hubo un entierro en la malagueña Plaza Uncibay. Se celebró en memoria de la última vecina del centro, fallecida “por invasión de apartamentos y viviendas turísticas, exceso de especulación y dejadez municipal”, según se leía en las esquelas: “Una llamada le subió el alquiler asestándole el golpe definitivo. Duró dos días, recostada en la cama y repitiendo una y otra vez: ¿te acuerdas cuando esto era un barrio?”.
La acción pretendía reflejar simbólicamente una realidad ilustrada por las cifras y la vista: el Centro Histórico de Málaga es un espacio cada vez más ocupado por las terrazas, las viviendas turísticas y los turistas, y menos por los comercios de proximidad, las viviendas y los ciudadanos malagueños. Cada vez se vive menos y se consume más.
El 11 de febrero de este año, los periódicos locales traían un titular común: “Málaga, el destino urbano que más creció en 2018”. Según el INE, la ciudad registró el mayor incremento en noches de hotel, hasta los 2,6 millones de pernoctaciones, un 6,45% más que en 2017, que ya fue de récord. A los hoteles se suman las viviendas turísticas. El Registro Andaluz de Viviendas Turísticas detalla que este viernes había registradas 5.120 viviendas turísticas en Málaga, que ofertan 25.963 plazas. Según el Observatorio Turístico de Málaga, dependiente del Ayuntamiento, crecieron el 69,8% entre octubre de 2017 y octubre de 2018. A esta oferta habría que añadir la oferta turística ilegal.
El observatorio también calcula que 4.429.000 personas visitaron la ciudad entre noviembre de 2017 y octubre de 2018, con un impacto económico directo de 2.200 millones de euros y un impacto total de 3.290 millones. No hace tanto tiempo, Málaga ni siquiera era una ciudad turística. Los turistas llegaban al aeropuerto y se marchaban a las playas de Torremolinos, Fuengirola o Marbella sin pisar la ciudad.
La peatonalización y la ciudad de museos
“Hace 20 años nadie transitaba por el Centro”, dijo Juan Cassá, candidato de Ciudadanos, en una tertulia en 7TV. Es una exageración, pero suele señalarse la transformación de la ciudad empezó con la peatonalización de la Plaza de la Constitución y calle Larios y la inauguración del Museo Picasso. Ocurrió en 2002 y 2003, ya bajo el mandato de Francisco de la Torre (PP). A partir de entonces, se peatonalizaron las calles adyacentes y el entorno. Después, el entorno de la catedral y el Ensanche, al que desde el Ayuntamiento se le puso el nombre de SOHO. Ahora se peatonaliza la Alameda principal en sus laterales y se aumentan los puntos de terrazas. La sombra de los ficus centenarios la recibirán los coches que circulen por el centro. Próximamente, la peatonalización llegará a Carretería y Álamos y quizás a calle Victoria y Lagunillas.
En paralelo se ha consolidado una potente imagen turística. De repente, Málaga lo tenía todo. Sol, museos, gastronomía y cierto encanto cool. Se publicaron reportajes hasta en The New York Times, y el centro se llenó de turistas, franquicias, segways y hasta tuc tucs. El proceso se aceleró por la consolidación de la marca de ciudad de museos (Colección de Arte Ruso, Pompidou y Bellas Artes, sumados al Thyssen, el Picasso o el CAC) y el despegue del turismo de cruceros.
Poco a poco, el centro se fue llenando de turistas, de boutiques y de restaurantes de cocinas del mundo. La Asociación de Vecinos del Centro Antiguo tiene 26 años, pero en los últimos meses ha cobrado relevancia pública por exponer una queja general: que el centro se ha puesto a disposición de los hosteleros y propietarios, en perjuicio de los residentes. “Todo lo que sea aplicar una norma que perjudique al turismo no lo van a hacer”, se queja Alejandro Villén, su vicepresidente, que vive en el centro contra viento y marea.
Villén cuenta que se vio pegando carteles contra las viviendas turísticas porque la situación en su casa era insostenible. Vive en una calle aledaña a Carretería, en un edificio en el que el propietario de tres viviendas decidió dedicarlas al alquiler turístico. De repente, su vida se convirtió en un infierno. Según cuenta, borrachos, vómitos, destrozos, llamadas a horas intempestivas o intentos de tirar la puerta. Llamó varias veces a la Policía e interpuso dos denuncias, en vano: “Si no se identifica al tipo, el propietario no tiene responsabilidad alguna”.
En otros casos, ocurre simplemente que los turistas no saben manejar las llaves, llaman al timbre equivocado o se pierden las relaciones de vecindad. “Vives peor. Yo compré una casa hace diez años como suelo residencial. Llega un día en que la Junta de Andalucía decide que también se puede usar como turístico, pero no va a ser actividad económica, con lo cual no tiene que cumplir ninguna norma de hoteles y no tiene responsabilidad. A mí me han estafado”, se queja.
¿Parque temático? La progresiva despoblación del centro
Hay datos para sostener que el centro es un “parque temático pensado para los turistas. Según un estudio realizado por el Observatorio de Medio Ambiente Urbano de Málaga (OMAU) en 2016, el casco histórico (una superficie sin relevancia administrativa, pero que abarcaría la almendra delimitada por la Alameda, el Guadalmedina, Alcazaba y calle Victoria y Lagunillas-Cruz Verde-El Ejido) ha pasado de 8.968 residentes censados en 1981, a 6.868 en 1990, 5.434 en 2007 y 4.952 personas en 2015.
Villén cree que quedan en torno a 3.000 vecinos viviendo de manera efectiva. Según esa estimación, la proporción entre vecinos y turistas sería de uno a tres, y se incrementa si se tiene en cuenta que la oferta turística de la capital está escasamente diversificada, y los turistas convergen en el centro.
El centro ha perdido comercios de proximidad mientras crecía el número de franquicias y restaurantes. El alquiler ha subido, según los testimonios de quienes intentan alquilar. El ruido de los bares y las despedidas de soltero se alargan hasta bien entrada la noche. A veces cuesta hasta pasear. Es un lugar hostil para vivir, argumentan los vecinos.
Esto genera estampas que cada cierto tiempo escandalizan en las redes: las réplicas de las portadas del 6 de diciembre de 1978 de la Plaza de la Constitución son pisoteadas por las sillas y mesas de una cafetería; el Pasaje de Chinitas suele estar ocupado casi en su totalidad por un restaurante; los patinetes se abandonan en mitad de la acera. Basta un paseo para comprobar que estas imágenes se repiten a diario.
La asociación denuncia que el Ayuntamiento aplica una constante desidia en exigir a hosteleros y turistas el cumplimiento de las ordenanzas de terrazas y ruido. En materia de ruido, Málaga aprobó la declaración de Zona Acústicamente Saturada en el Centro, que implica una moratoria a nuevos bares y restaurantes. En respuesta, los hosteleros, que llevan años pidiendo que el centro deje de estar considerado zona residencial, plantearon una especie de huelga que no llevaron a cabo.
“Hablar bajito”
La asociación denuncia que las medidas del plan municipal contra el ruido son insuficientes porque apenas afectan a los locales ya existentes y pide que se cumpla el Decreto 155/2018, que limita el ruido a 55 decibelios entre las 23 y las 7 horas. La propuesta del alcalde Francisco de la Torre fue, literalmente, “hablar bajito”.
Respecto al uso del espacio público, el OMAU acaba de emitir un estudio de ocupación de la vía pública, en el que concluye que el 54% de los establecimientos no respetan la superficie de terraza autorizada, entre otros incumplimientos. “En definitiva, sólo el 8% de los establecimientos analizados cumple con todos los condicionantes requeridos”, señala el OMAU, de titularidad municipal. Los planes de aprovechamiento de Plaza de las Flores o Plaza del Obispo llevan años caducados, sin que el Ayuntamiento los revise. IU denunció a comienzos de año que en 2018 sólo se abrieron 24 expedientes por terrazas sobredimensionadas, que concluyeron en siete multas.
Los vecinos también se quejan de los patinetes eléctricos, que en Málaga ofrecen hasta ocho empresas. El Ayuntamiento siempre defendió la conveniencia de esperar a la anunciada regulación estatal, pero se vio forzado a dictar un bando justo antes de Semana Santa, después de que crecieran las quejas. Prohibió estacionarlos en las aceras, pero mantuvo la posibilidad de que circulen a paso de peatón si estas tienen más de tres metros de ancho, a pesar de que una instrucción de la DGT recomienda no asimilar los patinetes, los segways o las bicis al viandante y prohibir su circulación por las aceras.
En materia de viviendas turísticas no hay norma municipal que limite su crecimiento y la asociación pide una moratoria urgente. “Ahora dicen que van a estudiar, ¿por qué no paran ya? Si es que la gente no puede vivir…”, señala Villén. Según los datos recopilados por DataHippo, casi todas las viviendas turísticas están en el Centro.
Según se desprende de un informe que el Sindicato de Inquilinas presentó el pasado verano, Málaga es la cuarta provincia por precio medio de alquiler en toda España, pese a que la renta bruta en la mayoría de sus municipios, incluyendo la capital, es de las más bajas. El problema de acceso a la vivienda se intensifica en el centro, donde el alquiler turístico empuja los precios al alza. Los datos del OMAU muestran que el precio por metro cuadrado en el centro es un 8,1% superior al de marzo de 2007, justo antes del estallido de la crisis. En el resto de distritos, a excepción de la zona Este (históricamente la más cara) ha bajado, en algunos casos hasta el 39%. El alcalde ya admite la vinculación de la subida del precio del alquiler a las viviendas turísticas.
Las propuestas de los partidos
¿Qué proponen los partidos? La asociación envió un cuestionario a las principales candidaturas, pero sólo respondieron Málaga Ahora, Adelante Málaga (IU + Podemos) y Vox. No lo hicieron el PP, PSOE y Ciudadanos. Málaga Ahora habla de “poner freno” a las viviendas turísticas con una moratoria inmediata en zonas saturadas. Adelante Málaga plantea un mayor control del sector turístico en el centro para garantizar su habitabilidad y establecer “limitaciones a la concentración de alojamientos turísticos”. Según Eduardo Zorrilla, su candidato, a De la Torre “se le ha ido de las manos el modelo de ciudad”.
Vox respondió que aumentaría el control y las inspecciones. Ciudadanos apoyó a los hosteleros en su petición de que el centro deje de tener la consideración de zona residencial. El PSOE plantea una nueva zonificación y el PP apuesta por la continuidad del modelo, introduciendo matices correctores y de control.
De Málaga se dijo históricamente que era la ciudad de las mil tabernas. El OMAU acaba de refrendar esa percepción: el 45% de los locales en algunas calles del centro se dedican al comercio y la hostelería. El 32% son franquicias. Mientras, cierran las cafeterías de toda la vida como Doña Mariquita. Duró 77 años en la Plaza Uncibay, de donde sale la procesión en recuerdo de la última vecina de Málaga: “Entre todos la expulsaron y ella sola se murió”.