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Sin noticias del coronavirus a pie de obra: los obreros siguen en el tajo pese a las lagunas en la seguridad

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Néstor Cenizo

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“Te dicen que te quedes en cuarentena y el lunes estás aquí con 800 personas. Y tu familia esperando en casa”. Habla un trabajador de la construcción, que en estos días se afana por rematar un gigantesco hotel de lujo de más de 400 habitaciones en Estepona (Málaga). A diferencia de otros sectores, la obra no para. A pie de tajo los trabajadores comparten herramientas, se cruzan por pasillos cerrados y, en la mayoría de casos, no llevan ni guantes ni mascarillas. No hay normas específicas para ellos. La mayoría de las obras del país siguen adelante, aunque fuentes del sector aseguran que la actividad se está ralentizando a cada hora que pasa.

El hotel Ikos Andalusia, que promueve una cadena hotelera griega y construye una UTE integrada por Acciona y Sando, es un ejemplo. Tenía previsto abrir sus puertas el próximo mayo. La inversión prevista es de 150 millones de euros, 55 de ellos destinados a la obra, y está pensado, según su propaganda, para convertirse en un referente del todo incluido de lujo. Estos días debía culminar los remates para estar listo a punto para el verano, y aunque difícilmente podrá mantener las reservas, lo cierto es que la obra sigue a su ritmo.

“Si tienes calentura te echan atrás”

“A lo mejor en una habitación estamos trabajando cinco personas”, señala uno de los aproximadamente 800 trabajadores que hay en este hotel: “Lo único que han puesto es una muchacha que mide la temperatura de la gente al entrar, si tienes calentura te echan atrás. Pero la calentura te entra después de dos semanas contagiando el virus”. Cuenta que el martes dos trabajadores se sintieron mal y que este miércoles sus compañeros de cuadrilla decidieron no acudir a su puesto de trabajo.

Mientras habla por teléfono, una patrulla de la Guardia Civil da el alto al vehículo en el que viaja con sus compañeros de cuadrilla: a partir del jueves, cada uno debe desplazarse en su coche. Cuando lleguen al trabajo, volverá a juntarse con ellos, y será difícil que pueda mantener la distancia de seguridad.

Este medio contactó con la cadena hotelera, que remitió a un teléfono donde no ofrecieron respuesta.

Sindicatos: “No se está cumpliendo el protocolo mínimo”

Juan Rueda, responsable del sector de la construcción de Comisiones Obreras en Málaga, asegura que este caso no es excepcional. “Hemos detectado en el sector que no se está cumpliendo el protocolo mínimo”. Esto es: guardar distancia mínima entre trabajadores, ofrecer geles y alcoholes y mascarilla. “Dada las circunstancias del sector, en muchas tareas los trabajadores están muy cerca unos de otros. No se les dan los guantes y muchas herramientas las cogen unos y otros”, alerta.

“Quiero pensar que algunas obras pequeñas pueden adaptarse mejor al protocolo, pero obras con mucho volumen de trabajadores es prácticamente imposible”. Rueda asegura, sin dar nombres, que ya se ha actuado en alguna obra de Marbella, y que los sindicatos están advirtiendo a las empresas de que los incumplimientos serán denunciados.

Mientras se llama al confinamiento, las obras privadas y públicas siguen a pleno rendimiento. Es el caso de la obra del Metro de Málaga (dependiente de la Junta de Andalucía), que acumula más de diez años de retraso, pero que no ha parado en un momento tan excepcional. El miércoles, el Ayuntamiento de la ciudad amagó con paralizar sus obras, pero dio marcha atrás, según fuentes del sector. Seguirá las pautas que estos días siguen las administraciones: esperar que el contratista solicite la paralización.

Parar por iniciativa propia es un riesgo. Rueda explica que algunas contratas están presionando a subcontratas con la rescisión del contrato o el impago de certificaciones de obra en el caso de retrasos. En Málaga trabajan directamente en la construcción unas 60.000 personas, según fuentes sindicales.

Patronal: “Parar hubiera sido una solución”

Violeta Aragón, secretaria general de la Asociación de Constructores y Promotores (ACP) de Málaga, resalta que las circunstancias son diferentes en cada obra, y que el Decreto de Alarma autoriza al sector a seguir trabajando. “Se está intentando. ¿Se está consiguiendo? No del todo. Hay obras en las que sí y otras en las que no, en las que cuestiones de seguridad, trabajadores que tienen que cuidar a niños o familiares, falta de suministros …”.

Todo parece haber quedado a la elección de empresas o trabajadores, en un sector en el que el teletrabajo es imposible. Por ejemplo: algunos polveros están cerrando, pero no hay un criterio: alguno ha cerrado su almacén en el polígono, pero ha abierto la nave; otros están sólo aparentemente cerrados.

“La realidad es que se está ralentizando. Se está trabajando a medio gas y eso es muy difícil. Parar hubiera sido una solución. No sé si la mejor”, admite Aragón, que cree que el Gobierno pudo tener en mente en el peso del sector en la economía del país para mantener la actividad.

Como solución intermedia, los sindicatos han propuesto reducir el número de trabajadores en cada obra y realizar jornadas continuas de siete horas, de momento sin respuesta. En este escenario, en los últimos días también ha habido quienes se han negado a seguir acudiendo a sus puestos de trabajo. Si se ejecutan despidos en esos casos, el responsable de CCOO augura un reguero de reclamaciones judiciales en los próximos meses.

“Menos mal que me ha pillado sin obra grande en marcha”

Otro frente es el de las eventuales responsabilidades. CCOO asegura que algunas empresas que prestan servicios de prevención han rescindido el contrato con las constructoras mientras persista la alarma, alegando que no pueden garantizar la seguridad en estas condiciones. Se trata de un sector donde en muchas ocasiones el cumplimiento de la normativa de prevención de riesgos ya era muy laxo, según explica un coordinador de seguridad y salud.

Ahora, la crisis del coronavirus ha obligado a incorporar un anexo al plan de seguridad con el que debe contar toda obra, pero de un contenido muy básico. “En ningún sitio he visto que hayan hecho obligatorio el uso de mascarillas. No creo que esto haya ido más allá de la separación de un metro, evitar aglomeraciones y del control de temperatura antes de acceder, que sólo en obra grande será viable”, explica este coordinador de seguridad.

A falta de normas específicas, estos anexos se están basando en un “documento interpretativo de actuación profesional” firmado por los colegios de arquitectos y de arquitectos técnicos de España. En ese documento se pide los coordinadores de seguridad (que deben ser arquitectos o arquitectos técnicos) que valoren en cada caso si las medidas de prevención adoptadas por los constructores y jefes de obra son suficientes para garantizar la seguridad, y que recuerden el derecho de los trabajadores a interrumpir su labor si se sienten en riesgo. La obra debe paralizarse si hay un positivo por coronavirus.

Si cree que no se cumplen, deberán advertir al contratista y dejar constancia en el Libro de Incidencias. Pero sólo en circunstancias de riesgo “grave e inminente” para la seguridad y salud de los trabajadores puede ordenar la paralización. “Menos mal que me ha pillado sin obra grande en marcha”, comenta el coordinador de seguridad.

La obra sigue levantando hoteles y urbanizaciones, metros y carreteras. “Estamos aislados, aplicando únicamente el protocolo básico para todo el mundo”, lamenta Rueda, que pide “actuar con cordura: primero la salud, y luego el trabajo”.

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