De la Torre, el alcalde que puso a Málaga en un escaparate quiere gobernar hasta los 84 años
Ocurrió el pasado 22 de abril, en la enésima inauguración por tramos del Metro de Málaga. Elías Bendodo, enfrascado ya en la precampaña electoral, eligió al alcalde Francisco de la Torre (PP) como sparring para hacer un chascarillo a cuenta del retraso del Metro en la etapa de Gobierno autonómico socialista: la duración de las obras solo era comparable al tiempo que De la Torre llevaba siendo alcalde, vino a decir Bendodo. Y a De la Torre, que muchas veces ha tenido que soportar fuego amigo para que se jubile, con Bendodo en primera fila para la sucesión, aquello no le gustó un pelo. “En fin, este Elías a veces dice unas cosas…”, replicó, mientras clavaba una mirada severa sobre su antiguo delfín y lo reducía, de paso, a la categoría de pupilo revoltoso pero sin gracia.
De la Torre, el alcalde de una gran ciudad española más veterano (cumplirá 80 años en diciembre), ha anunciado esta semana que aspira a seguir siéndolo. Si algo ha defendido con uñas y dientes es su derecho a marcar los tiempos de su vida política, pero esta vez él mismo había puesto fecha a la decisión para antes de otoño. Debía darle vueltas, decía, a una cuestión: cómo sacar más tiempo libre para dedicárselo a su familia y a sí mismo. Particularmente, a nadar. En agosto volvió a recorrer el kilómetro de la Travesía del Puerto, tras dos años de parón por la pandemia, y el martes proclamó que estaba listo: “Mi respuesta es sí”.
Tendrá que resignarse su esposa, la profesora Rosa Francia, que lleva años presionando en casa y en los medios de comunicación para que el hombre deje de una vez la política. Ella dice que es consciente de que su marido tiene un “compromiso” con la ciudad. “He estado, estoy y estaré con ilusión y pasión en el avance de Málaga”, dijo el alcalde para envolver su anuncio, resumiendo la sensación de que ya es el munícipe por antonomasia de la capital de la Costa del Sol.
Nadie sabe cómo lo hará cuando se vaya, pero el anuncio de que se postula y la supuesta intriga que le acompaña es ya un clásico de la política municipal. “Esta vez la campañita le ha fallado porque la gente ya se lo sabe”, resume un crítico que lo conoce.
Presidente de la Diputación Provincial durante el franquismo
En su anuncio, De la Torre dijo que quedan “cosas por hacer”. La candidatura a la Exposición Internacional de 2027, el Auditorio, el “eje litoral” o el “compromiso” para aumentar zonas verdes. También, que se presenta para gobernar cuatro años, pero que “Dios dirá”. En abril de 2020, sufrió un derrame cerebral por el que tuvo que ser intervenido de urgencia. Si es elegido, terminaría el mandato con 84 años.
Lleva 22 años siendo alcalde, desde que en 2000 sustituyó a Celia Villalobos. Desde entonces acumula cinco victorias, tres de ellas con mayoría absoluta, pero en las dos últimas ha necesitado el apoyo de Ciudadanos. Antes, fue presidente de la Diputación de Málaga. Este pasado consta parcialmente reflejado en el currículum colgado en la web municipal, sin mencionar que lo fue de 1971 a 1976, aún bajo la dictadura franquista. La primera referencia cronológica es que fue diputado en las Cortes Constituyentes con UCD (1977-1982). Tras el descalabro de UCD, De la Torre (ingeniero agrónomo y licenciado en Sociología) pasó los siguientes 13 años en un despacho de la Delegación de Agricultura de la Junta de Andalucía en Málaga. Pero en 1995 regresó a la política, y ya nunca más se fue. Primero como primer teniente de alcalde y luego como regidor. No tiene dudas de su peor momento: el asesinato por ETA del concejal José María Martín Carpena apenas tres meses después de ser proclamado alcalde. Los terroristas también asesinaron a su cuñado, el fiscal Luis Portero.
Abuelo y padre de cuatro hijos (uno de los cuales acaba de ser nombrado Delegado Territorial de la Junta de Andalucía en Almería), hace tiempo que la edad parece jugar a su favor. Se valora su experiencia y su capacidad de sacrificio, y el tono profesoral (en los Plenos suele recordar a sus concejales qué deben votar) se percibe más como un tic entrañable que como muestra de resabio. Apariciones fuera de su contexto natural le suelen granjear cariño, como cuando le dio por subirse a una BMX y dio con los huesos en el suelo de un skatepark de la ciudad. Tenía ya 75 años.
“Es una persona asequible, accesible, cercana. Extremadamente educado”, concede Remedios Ramos, concejala de Unidas Podemos. “Y exquisito a nivel institucional: sabe dirigir un Pleno”. Ramos es la concejala que más se pasa con los tiempos: “Señora Ramos, no sea in-dis-ci-pli-na-da”, me dice. ¡Pero te lo dice de una forma que no te puedes enfadar ni cuando te reprende!“.
Críticas a su proyecto de ciudad
Sin embargo, parte del sólido apoyo popular que tenía se ha ido resquebrajando en los últimos años, mientras se consolida la idea de que su proyecto político no va con gran parte de la ciudadanía. Se le acusa de poner a Málaga en un escaparate dando la espalda a los malagueños. “Escucha, pero no ejecuta. Y su proyecto de ciudad es trasnochado”, denuncia la concejala. Mientras el Centro se abrillanta, a los semáforos y farolas en los barrios los rodea una costra de mugre y no es raro ver ratas. La municipalización del servicio de limpieza no ha arreglado el problema.
La ciudad se despersonaliza. El Centro pierde habitantes y comercios de cercanía e históricos, mientras cada fin de semana el AVE deposita decenas de despedidas de soltero. “Somos referencia por atraer un turismo low cost”, denuncia Ramos. Muchos también rechazan la construcción en altura que empieza a dominar la ciudad, aun a la espera de la aprobación o no del discutido rascacielos del puerto. “Es un alcalde centrado en proyectos faraónicos y personales, más que en un modelo de ciudad sostenible”, advierte Ramos. Se señala la contradicción con la temática de la candidatura a la Exposición: “La era urbana: hacia la ciudad sostenible”. De la Torre prefiere levantar otras tres torres en uno de los distritos más densamente poblados de Andalucía, en detrimento de un Bosque Urbano.
De puertas hacia fuera, suele destacarse la transformación del centro, los museos y el dinamismo emprendedor de Málaga. Pero el Observatorio del Medio Ambiente Urbano (OMAU), una especie de Pepito Grillo municipal dependiente del Ayuntamiento, alerta de la “gentrificación a gran escala” que se está produciendo. El aumento de los precios de la vivienda provoca el desplazamiento de un “número considerable de población residente” hacia el área metropolitana. El alcalde siempre alega que bajo su mandato se han levantado “a pulmón” 5.300 viviendas protegidas, a pesar de ser competencia autonómica, pero hay más de 20.000 demandantes de una vivienda pública de alquiler, la mayoría jóvenes.
Es el reverso del éxito turístico y, ahora, tecnológico. En poco tiempo, Málaga se ha convertido en sede de grandes empresas tecnológicas o meca del teletrabajo, pero los sueldos de los trabajadores de Orange, Google o Vodafone empujan al alza el mercado de alquiler y compra. El alquiler turístico ha detraído de la oferta de alojamiento residencial casi 8.000 viviendas, según el Registro de la Junta de Andalucía, lo que está vaciando el Centro de vecinos.
De la Torre aseguró que ya no quiere más viviendas turísticas y es favorable a estudiar una tasa (que su partido rechaza), pero cree que el problema de la vivienda tiene su principal causa en la falta de estudios de muchos malagueños, que les impide competir con los trabajadores cualificados venidos de fuera. Según el alcalde, no es difícil que los graduados alcancen un salario de “2000 y pico euros pronto”. También lleva tiempo haciendo hincapié en la formación profesional, en sintonía con su partido en Andalucía.
No es la única vez que alguna declaración erosiona su imagen. En 2018 pidió “hablar bajito” para rebajar los niveles de ruido en el Centro. Muchos memes después, el resultado es una sentencia de condena al Ayuntamiento por su inacción para atajar el problema, y la proliferación de denuncias en otras zonas de la ciudad, como Huelin o Teatinos. También hubo cachondeo cuando aseguró que se duchaba con 15 litros, e indignación cuando bromeó con el salario que percibían los trabajadores del Pompidou, apenas 3,95 euros por hora: “Yo cobro poco más de cinco”, dijo, dividiendo su sueldo de 82.000 euros anuales entre las muchas horas que dice echar. “Casi siempre por encima de 400 al mes”, dijo.
“Mano izquierda no tiene mucha”
Nadie discute su dedicación. En estos años se ha ganado su fama de alcalde ubicuo, infatigable desde su paseo de las 7 de la mañana y siempre dispuesto a un acto más: ante una asociación de vecinos, una panda de verdiales o una delegación internacional. Esta semana, Green Cities; la que viene, el European Convention Bureau y entre medias, el concurso de albañilería de El Palustre. Una marcada gestión personalista que hace que tantos le llamen “Paco”. “Es un tío trabajador, eso está claro”, concede alguien que lo trató en el partido, que añade: “Y un poquito cuadriculado. Mano izquierda no tiene mucha”. Alguien que fue su concejal solía bromear: “Le sobramos todos, porque él solo se basta”.
Dicen de él que es milimétrico hasta para las siestas y capaz de corregir al GPS. De ahí que se le achaque cierta incapacidad para formar equipos estables y retener a un potencial sustituto. Hace poco entregó una a una las 16 llaves de viviendas de alquiler, sin dar bola al concejal. Pero también se le reconoce su capacidad para estar atento a las necesidades de quienes le rodean, sean o no de su cuerda. “Hay algo que le agradeceré siempre: el 2 de agosto de 2017, con un calor infernal, fue explícitamente al entierro de mi madre en Ronda. Me acompañó, vino a la misa y estuvo a mi lado hasta que la inhumaron”, cuenta Ramos, a quien el “cariño personal” no le impide denunciar un proyecto “trasnochado”.
Enfrente, la oposición (liderada ahora por el socialista Daniel Pérez) aspira a dar un paso más que en 2019, cuando se quedó a un concejal de dar el vuelco. No parece fácil con la debilidad de Ciudadanos, el estancamiento de Vox y la división entre Izquierda Unida y Podemos. De la Torre dice que quiere llegar a la Expo de 2027 (bajo el título La Ciudad Sostenible). Es su gran anhelo, la culminación de su carrera.
Para llegar a ella tendría que apurar mandato, pero ya vuelven las quinielas sobre un eventual relevo, con la rumorología habitual apuntando al alcalde de Estepona, García Urbano, el más votado de España. Nadie duda de que “Paco” aporta más votos que cualquier otro. El próximo mayo, la ciudadanía malagueña decidirá si su carisma todavía basta para tapar las manchas que asoman en su proyecto.
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