El 26 de mayo de 2019 muchos se tiraron de los pelos en Málaga. Aquella noche, el escrutinio les arrojó a la cara un resultado tan bueno como insuficiente: 14 concejales para el PP, 12 para el PSOE, tres para Adelante y dos para Ciudadanos. En el eje izquierda-derecha, 16 a 15. Por un concejal, De la Torre lo había vuelto a hacer, logrando su quinta victoria electoral y su sexto mandato (en 2000 sustituyó a Celia Villalobos), la más estrecha de nunca. Con la perspectiva del casi, era el momento de mirarse al espejo: ¿cómo pudo la izquierda despreciar la oportunidad de desbancar al alcalde eterno? Los 4.380 votos de Málaga Ahora fueron a la basura porque la candidatura municipalista y Adelante no fueron capaces de integrar una sola lista. De lo contrario, Daniel Pérez (hoy nuevamente candidato del PSOE) podría ser hoy el alcalde a batir.
Cuatro años después, De la Torre vuelve a presentarse convertido en uno de los alcaldes por antonomasia de España, con un equipo a su medida. Elisa Pérez de Siles es la número dos, supuestamente llamada a sustituirle si fuera necesario, pero en una lista de De la Torre ya se sabe que son todos contingentes y él, necesario. El hombre, cordial y culto, bregado en los trucos de la política, se sabe cada vez más popular fuera de Málaga, de la que extramuros se valora su atractivo para el sector tecnológico, para el turismo, para pasear por Alcazabilla, ver la expo del Museo Picasso y tomar un vinito en El Pimpi mirando a la Alcazaba y al Teatro Romano.
Mientras, en la ciudad se ha ido sedimentando un malestar que gira en torno a una sensación al principio difusa. Algo así como que todo es un escaparate para los demás, de que el ayuntamiento prioriza los intereses de unos pocos que están haciendo mucho dinero externalizando los costes (ruido, suciedad, patinetes, borracheras, molestias, despersonalización) y de que los malagueños ni siquiera son necesarios para que su ciudad exista. Si acaso, son atrezzo. De modo que qué importa cómo viven o si viven en la ciudad, si tenemos una portada o un ranking que dice que Málaga es lo más.
La falta de acceso a la vivienda, por las nubes, es la expresión más cristalina del malestar, y ahí está la campaña y el hecho de que un candidato haya animado, supuestamente en broma, a echar pegamento a los candados de los pisos turísticos.
Partiendo de que hace cuatro años la izquierda se quedó más cerca que nunca, la cuestión que se dirimirá en 20 días es si las críticas al modelo de ciudad se han extendido tanto y son suficientes como para contrarrestar el carisma de De la Torre y algunos factores electorales que juegan a su favor. Estos son algunos: la inercia ganadora del PP andaluz, la desaparición de Ciudadanos, la endeblez de Vox y la división en la izquierda, unida con pegamento.
La falta de vivienda como eje de la campaña
Casi un cuarto de siglo después de llegar a la alcaldía, Francisco de la Torre aspira a un mandato más que le permita despedirse por todo lo alto en 2027. Un last dance en forma de Exposición Internacional que muestre al mundo el camino “hacia la ciudad sostenible”. El problema para él es que para llegar a meta deberá superar varios obstáculos: primero, unas elecciones (otras); después, una selección (otra) en la que Málaga se imponga a Belgrado, Phuket, San Carlos de Bariloche y Minnesota.
Lo de menos parece justificar que Málaga puede encarnar esa transición hacia lo sostenible o si, como denuncian sus críticos, ejemplifica lo contrario: el turismo masivo y descontrolado que hace inhabitables algunos de sus barrios, el poco respeto al paisaje (rascacielos del puerto) o la escasez de espacios verdes (más allá de los Montes) están entre los temas de campaña. Pero por encima de todos, el eje es el encarecimiento de la vivienda, convertida en un bien inaccesible para cada vez más malagueños.
Tanto Pérez como De la Torre quieren construir. El actual alcalde, 13.600 viviendas (8.900 en construcción libre y protegida y 4.700 en alquiler). El aspirante socialista, 10.000 viviendas VPO. Ambos desprecian el plan del adversario: De la Torre dice que el plan de Pérez es “humo impresentable” y Pérez, que el de De la Torre es un “bluf”.
Más allá de soluciones a medio plazo, el problema es ahora. Hace tiempo que el PSOE detectó que la vivienda sería el tema estrella, y a ello está dedicando su campaña. No hay día en que su candidato, Daniel Pérez, no saque el asunto, al que usa como elemento central de un discurso cada vez más cercano en lo identitario. Aboga por defender “nuestra Málaga”, se enoja por los malagueños que “se tienen que ir de Málaga” y acusa al alcalde de “poner alfombra roja a los especuladores”.
Pérez sabe los datos: el alquiler en Málaga se encarece a ritmos del 25% anual, cada día hay se detraen seis o siete viviendas del mercado de larga duración para pasar a turísticas (ya hay 9100 registradas en Turismo de Andalucía). “Hay 4.778 pisos turísticos [en el Centro], 429 niños censados y 4.500 personas residentes en total, lo que significa que hay diez pisos turísticos por cada niño”, dijo el otro día.
Pero, sobre todo, sabe que tiene a su favor el runrún de la calle: cualquiera tiene un amigo al que le han puesto detrás de un centenar de candidatos a alquilar una casa y que cuenta que por menos de 1.000 euros solo hay cuchitriles. Cualquiera se ha dado una vuelta por el Centro un sábado por la tarde y ha vuelto a casa espantado. Cualquiera puede echar un vistazo a las aceras en los barrios.
De la Torre trata estos días de tapar la vía de agua. Acaba de proponer cobrar un nuevo tributo a propietarios con dos o más viviendas turísticas y una tasa de basuras diferenciada, y “fomentar el debate” en torno a la aplicación de una tasa autonómica. A pesar de que lleva tiempo admitiendo el problema, está es la única medida que había propuesto hasta ahora.
Problemas a izquierda y derecha
Pérez y De la Torre parecen disputarse la alcaldía, mientras a izquierda y derecha tratan de solventar sus propios problemas. Ciudadanos, que en 2019 obtuvo dos concejales, perdió a Juan Cassá muy pronto. En estos cuatro años Noelia Losada se ha mimetizado con el equipo de gobierno de De la Torre, diluyéndose con naturalidad como concejala de Cultura, hasta que la cercanía de las elecciones la han obligado a marcar perfil propio. Principalmente, en el asunto de la torre del Puerto, a la que ahora se opone con firmeza. Más difuso aún parece el papel de Vox, sin representación municipal, muy diluido en cuitas internas en Málaga y con un candidato desconocido.
Por su parte, la izquierda concurre con las costuras todavía a la vista. En septiembre, Podemos se bajó de las negociaciones para una confluencia, que siguió su camino sin los morados. Remedios Ramos (IU) fue elegida candidata en primarias, y no cuajaron los intentos posteriores para incorporar sobre la marcha a Podemos y sus candidatos en una lista ya configurada. El distanciamiento se hizo brecha, hasta que la dirección federal de IU intervino para deshacer las primarias, meter a Podemos a empujones, colocar a Toni Morillas de candidata y zanjar una ruptura que amenazaba con hacer imposible un gobierno alternativo a De la Torre.
En todo caso, en la precampaña los focos se los ha llevado Luis Rodrigo, el hasta ahora desconocido candidato de Adelante. Difundió en sus redes un vídeo en el que explicaba cómo sellar los candados donde se guardan las llaves de los apartamentos turísticos. “¿Estáis cansados de no poder encontrar un alquiler barato vuestra ciudad? ¿O de no encontrar un alquiler en vuestro barrio? Os traigo la solución”. Luego dijo que era una “acción simbólica” en tono paródico, pero algunas televisiones nacionales reaccionaron con histeria al vídeo. También reaccionó el ayuntamiento de Málaga, que días después anunció que retiraría los candados que inundan, con descaro y sin permiso, las calles del Centro de Málaga.
0