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El voto británico pierde peso en la Costa del Sol

Turistas en una terraza de Mijas | N.C.

Néstor Cenizo

Mijas —

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“¿Por qué no va a votar en las elecciones del domingo?”. Sentada al sol y sombra de la terraza El Gusto, y rodeada de amigas que han venido a pasar una temporada en la Costa del Sol, la octogenaria Rita Morgan responde con precisión y exquisito inglés a la pregunta. “Nunca he votado en Mijas porque no sé nada de política española”, dice: “Si no sabes español, no entiendes nada de lo que pasa… Y no creo que esté bien votar si no entiendo nada”. Morgan, que lleva 18 años en la Cala de Mijas, intentó aprender el idioma, pero a su edad es difícil. Su marido Daniel sí es capaz de chapurrear algunas palabras, pero ella admite: “La verdad es que los británicos no somos buenos hablando otros idiomas”.

Unos 9.000 británicos son residentes en Mijas, de los cuales unos 6.000 podrían votar este domingo. Sin embargo, la inmensa mayoría no lo hará. Al desconocimiento, la desconfianza o el desapego por la política española, en estos comicios se ha sumado un factor burocrático: desde que se consumó el Brexit, en 2019, no son ciudadanos de la Unión Europea. Y aunque un acuerdo bilateral les reconoce el derecho al voto en las elecciones municipales, para ejercerlo necesitaban inscribirse en el Censo de Electores Extranjeros antes del 15 de enero. Muchos no lo hicieron.

Es el caso, por ejemplo, de Pauline, que apiló la carta que le remitió el Gobierno. “Cuando le di la vuelta ya se había pasado el plazo”, cuenta resignada. “Han votado aquí durante décadas y han perdido la oportunidad”, lamenta Bill Anderson, escocés, concejal y candidato del Partido Popular. “Votar es un derecho y también una responsabilidad. Es importante que las personas tengan voz allá donde viven, y yo quiero sinceramente que se involucren en el día a día del municipio”.

A pesar del aumento de la población extranjera que vive en la provincia en los últimos cuatro años (de 253.153 a 287.344), en estos comicios habrá un 30% menos de votantes extranjeros. Una cifra que en municipios de la costa y algunos del interior puede dar o quitar algún concejal. El caso de Mijas, donde un tercio de sus 89.500 habitantes son extranjeros, es ejemplo de esa desconexión.

“Dejaremos que otros decidan por nosotros”

Anderson lleva meses avisando de los nuevos requisitos para votar. Hace días se desahogó en Facebook al conocer el número de compatriotas que se han registrado en Mijas. De los aproximadamente 6.000 británicos que podían votar, se han registrado 710, según la cifra aportada por el Ayuntamiento. “No puedo creerlo, estoy sin palabras. He trabajado con más expatriados que esos en los últimos cuatro años. En lugar de que la comunidad internacional decida quién gobierna Mijas, dejaremos que otros decidan por nosotros”, escribió.

Este miércoles era algo más optimista. “Me han dicho que en otros lugares es un 1%, así que un 10% no es mucho, pero puede que no esté tan mal…”, sonríe. Admite que los británicos no tienen mucho interés ni siquiera por comunicarse en español, y eso lo hace todo más difícil: “El mejor profesor es la necesidad, y para el 90% de las cosas no es necesario hablarlo”.

También cree que hay cosas que se podrían haber hecho: “Hace un año pedí al Ayuntamiento una campaña, y me dijeron que no hacía falta. Yo tengo un programa de televisión, listas de difusión… Pero informar a todos es muy difícil”. Además, a muchos (incluyendo él mismo) de quienes viven en zonas rurales ni siquiera les llegó la carta del Ministerio con las instrucciones.

A su lado, Gillian y Peter Drury, que llevan 26 años en Mijas, señalan que la cifra de compatriotas votantes es “patética”. Su principal reclamo a las autoridades municipales es que garanticen que los ascensores municipales funcionan siempre.

Un 10% de británicos en Mijas

El tajo al voto británico no afecta a todos los partidos por igual. “No veo mucho esfuerzo por fomentar este voto en el equipo de gobierno [PSOE-Ciudadanos]”, desliza Anderson, que este miércoles atiende a sus compatriotas en el Bar González, en Mijas Pueblo. Hasta el sábado, peregrinará por el Carob Bar, The Blarney y Bridges Bar.

Anuncia sus charlas en Facebook, consciente de que sólo así podrá arañar algún voto: “Por favor, animaos a venir para charlar. También tengo los papeles para votar (por el Partido Popular) y hacer que el día de las elecciones sea menos estresante”. Solo repetirá como edil si su partido obtiene mayoría absoluta. Ha sufrido un descenso en la lista del PP proporcional a la desaparición de electores británicos: del puesto 7 en 2019 al 13 ahora. Preguntado sobre si tiene algo que ver con la desaparición de los votantes extranjeros, responde con una sonrisa: “Seguro que sí, pero lo acepto”.

La repentina reducción del censo electoral tiene mayor impacto cuanto mayor es el peso de los ciudadanos británicos en el conjunto de la población. El ejemplo es Mijas, con casi un 10% de la población con nacionalidad británica. 8.804 de sus 89.502 habitantes provienen de las islas. Una cifra que no ha dejado de crecer desde 2019, año de las últimas elecciones municipales y en el que se consumó el Brexit, cuando había 7.893.

Las razones del sí: “Si no votas, no protestes”

“¿Vivís en Mijas?”. “¡Ojalá!”. El miércoles a mediodía, hay en la Plaza Virgen de la Peña turistas de toda procedencia que pasean entre artesanías de mercadillo, olor a cuero y rebuznos de burro. Cerca de un centenar se arremolina en torno a la pérgola para contemplar un espectáculo flamenco. Después podrán hacerse una foto y beber vino de Málaga, les dicen.

La mayoría de los británicos mijeños residen en urbanizaciones o en La Cala de Mijas. Como cada miércoles, una veintena de mujeres se había reunido para comer en La Esquina. “Tienen que asfaltar la urbanización. Se lo dijimos al alcalde en el club de jubilados, y no ha hecho nada. ¿Cuál es el sentido de votar?”, se pregunta Kathy Lewis. “Las promesas no se cumplen”, critica Karen Prown, que dejó de votar en 1997 cuando Tony Blair metió a su país en la guerra de Irak.

A su lado, Alison Hyatt da su motivo para sí hacerlo: “Si no, no podría quejarme”. Es el mismo argumento de Ann Bowles, del Club de Leones, una entidad con solera entre los británicos mijeños: “Si no votas, no protestes”. Diane Scrimshaw votará porque Anderson le ayudó a completar el registro online.

Hyatt aporta otra clave. “Probablemente, quien te dice que no es importante tampoco votaría en Reino Unido”. Cuesta encontrar a un residente en Mijas pueblo, pero al final aparece, y tras gruñir, muestra que quizá todo tenga que ver con algo más profundo: “No voto en mi país, como para votar aquí”. 

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