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Mario Jiménez, el “portacoz” que pudo ser presidente andaluz

Susana Díaz escoltada por su guardia de corps en 2016, cuando ostentaba el liderazgo de facto del PSOE.

Daniel Cela

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Susana Díaz y Mario Jiménez tienen carreras políticas paralelas. Ambos fueron promocionados hace 10 años por el ex presidente José Antonio Griñán para encabezar la renovación del PSOE andaluz. Los dos jóvenes sonaron como sucesores y compitieron por tomar el relevo del partido y del Gobierno: ella fue la elegida y él se quedó a su lado. A Susana le correspondió el rol institucional -suavizando sus formas- y a Mario el papel de poli malo.

De colmillo político y verbo suelto, irónico hasta parodiar su propia furia parlamentaria. El portacoz le llamaban las malas lenguas, pero incluso sus adversarios en el PP se sonreían con sus ocurrencias en los debates. A Jiménez siempre le han sobrado los papeles en la tribuna del Parlamento y le ha faltado tiempo para castigar a mandobles a sus rivales, que quedaban magullados por la metralleta lingüística de su contrincante. Las declaraciones más beligerantes, los latigazos a la oposición y los reproches a su propio partido cuando empezó a ejercer, también, de portavoz del susanismo. La noche del 21 de mayo de 2017, el onubense fue quien salió a poner la cara de la derrota de Díaz ante las cámaras (en vez del presidente de la gestora, el asturiano Javier Fernández). La noche electoral del 28 de abril, fue quien le dijo a la andaluza que llamara para felicitar a Pedro Sánchez.

Mario Jiménez ha sido el último en caerse de los que aparecen en la foto del PSOE andaluz de 2016, que entonces era la foto del PSOE. Sánchez ostentaba la secretaría general del partido, pero Susana Díaz tenía el liderazgo reconocido de los barones territoriales y de la vieja guardia, encabezada por Felipe González. Esa imagen, como dice hoy la ex presidenta andaluza, “es del pleistoceno”. Antes de las primarias que le arrebataron la condición no escrita de líder y le devolvieron el poder a Sánchez. Antes de las elecciones autonómicas que le quitaron el Gobierno andaluz, donde el PSOE llevaba instalado desde la España preautonómica.

La imagen de aquella poderosa Susana Díaz llegando a Ferraz escoltada por cinco hombres, su guardia de corps, los que estaban en el búnker de las decisiones graves en la Junta y en el PSOE andaluz: Máximo Díaz-Cano, secretario general de la Presidencia; Manuel Jiménez Barrios, vicepresidente de la Junta; Juan Cornejo, secretario de Organización del partido; Mario Jiménez, portavoz del grupo en el Parlamento; y Miguel Ángel Vázquez, portavoz del Gobierno andaluz. Estuvieron con ella en su ascenso, en su alzamiento contra Sánchez y en su caída. Desde el fracaso electoral del 2 de diciembre, la sevillana se ha desprendido de todos, excepto del que fuera su número dos en la Junta y de su número dos en el partido. Díaz-Cano, el que más poder ejerció entre bambalinas, fue el primero en marcharse. Mario Jiménez, el que puso la cara en las crisis más duras, ha sido el último defenestrado.

La dirección del PSOE andaluz enmarca los cambios en la “normalidad”. El secretario de Organización, Juan Cornejo, es quien le ha explicado a los miembros de la ejecutiva la decisión de sustituir al portavoz. Cornejo -no Susana Díaz- fue quien se lo comunicó personalmente a Jiménez el pasado viernes, según varias fuentes consultadas. El número dos del PSOE andaluz se ha referido varias veces al onubense como “mi amigo, mi compañero”. Todo es normal, sólo que no lo es. Díaz ha cumplido con el manual del socialista andaluz, ofreciéndole a Jiménez un puente de plata en reconocimiento a su esfuerzo: el Senado.

El ex portavoz ha declinado la oferta y seguirá como diputado raso en la Cámara. Su entorno dice que está “destrozado”, que no ha encajado bien que se premiara su “lealtad con una deslealtad tan manifiesta”. Su abrupta salida tiene incluso tintes personales. Hasta hace un mes, el puesto en el Senado que Díaz le ha ofrecido a Jiménez lo ocupaba su amigo íntimo, el ex secretario de Organización del PSOE de Sevilla, José Muñoz, recientemente fallecido. “La salida de Mario después de nueve años es normal, el modo en que ha salido no”, admite un veterano del partido.

Jiménez “no se ha dejado comprar” ni “ha despreciado su lealtad a Susana”, dicen sus allegados. Se queda como diputado raso el hombre que pudo y que quiso ser presidente andaluz tras la marcha de Griñán. Es difícil imaginarle en un papel discreto, sobre todo ahora que su cese ha activado una corriente crítica dentro del grupo parlamentario que se extiende a otras provincias. Diputados y diputadas jóvenes que discrepan con la dirección de Susana Díaz, su forma de ejercer la oposición y que le acusan de planificar todos los movimientos políticos y orgánicos para su propia supervivencia. Mario Jiménez es diputado por la provincia de Huelva en el Parlamento andaluz desde 2000. Fue secretario general del PSOE de Huelva entre 2008 y 2012, portavoz del grupo socialista en la Cámara entre 2010-2012, presidente del grupo desde 2010, vicesecretario general del PSOE-A entre 2012 y 2013, senador designado por el Parlamento en 2013, vicepresidente de Cajasol, nuevamente portavoz del PSOE desde 2013 y portavoz de la comisión gestora del PSOE federal entre 2016-2017. 

“Cuando llegue el congreso del partido habrá renovación”, ha advertido el secretario de Organización del partido, Juan Cornejo, convencido de que el PSOE andaluz encontrará un hueco para su “amigo” Mario. De momento, éste no ha aceptado nada que no sea representar a Huelva en el Parlamento andaluz, provincia por la que fue cabeza electoral en las autonómicas.

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