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Los sucesos de Casas Viejas: memoria de la represión al campo andaluz

La Guardia Civil, en Casas Viejas.

Juan Miguel Baquero

Los rescoldos humeantes de la choza de Seisdedos dejan en Casas Viejas un profundo olor a muerte. A represión. La proclamación del comunismo libertario tiene escasa repercusión en España en enero de 1933. Pero en el pueblo gaditano, un puñado de campesinos tira hacia adelante. El castigo, 22 jornaleros caen ejecutados bajo el fuego de las fuerzas de orden público.

Los conocidos desde entonces como sucesos de Casas Viejas marcaron el devenir del primer Gobierno de la Segunda República y el del propio presidente, Manuel Azaña. Y que llegan hasta hoy, 86 años después, convertidos en memoria de la violencia del poder contra el campo andaluz, entonces con uba mayoritaria filiación anarquista. De hecho, las movilizaciones habían sido convocadas por la Confederación Nacional del Trabajo, CNT, y la Federación Anarquista Ibérica, FAI.

Muchas han sido las páginas escritas desde entonces. Desde la obra cumbre, Los anarquistas de Casas Viejas, del antropólogo Jerome R. Mintz, al libro Viaje a la aldea del crimen que reúne las crónicas que escribió Ramón J. Sender para el periódico La Libertad.

Y más actuales. Con el paradigma de la investigación local del profesor Salustiano Gutiérrez, involucrando a la comunidad educativa. O el aporte de historiadores como José Luis Gutiérrez Molina y la base de datos Todos (…) los nombres.

Este año, adem&aacfspanute;s, en el recuerdo colectivo ha participado el Aula Itinerante de Memoria Histórica y Democrática de la Diputación de Cádiz con la exposición ‘Conociendo la memoria: de la II República al franquismo en la provincia de Cádiz’.

El reconocimiento creciente mantiene una ruta por los lugares de los sucesos en Benalup-Casas Viejas (Cádiz) que fueron declarados como Bien de Interés Cultural por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Como la plaza, calles, el cuartel de la Guardia Civil o el solar de la choza de Francisco Cruz, alias Seisdedos. Todos escenarios del episodio.

Crónicas de los sucesos

La matanza hizo tambalear al Gobierno formado por una coalición republicano-socialista. La extrema derecha aprovechó la coyuntura para atacar con vehemencia al Gobierno.

Meses después de los sucesos, cae el Ejecutivo de Azaña y arranca el “bienio negro” encabezado por Alejandro Lerroux con el apoyo de los monárquicos y católicos de la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA).

“En Casas Viejas no ha ocurrido sino lo que tenía que ocurrir”, dijo Manuel Azaña. Los textos escritos por Ramón J. Sender sobre el levantamiento y la represión en la aldea gaditana determinaron la suerte del primer bienio progresista de la República.

Las crónicas periodísticas construyeron una dolorosa descripción de la miseria del campo andaluz, como escribía Néstor Cenizo en eldiario.es Andalucía. Todo pudo ser de otra forma. Pero la reacción del poder sembró de tragedia el lugar.

Aniquilar el comunismo libertario

Aquel domingo 8 de enero del 33 la protesta apenas queda acompañada por huelgas generales en algunas ciudades del país. El espíritu revolucionario decae con el paso de las horas. El día 11, sin embargo, en Casas Viejas se proclama el comunismo libertario.

Los campesinos cortan las comunicaciones del municipio, avisan al alcalde… y mantienen los primeros enfrentamientos con la Guardia Civil. Rodean el cuartel. El choque acaba con dos uniformados heridos que fallecen días después.

La respuesta de las autoridades republicanas es el envío de más fuerzas de orden público, incluido una dotación de Guardias de Asalto. La persecución y los registros se suceden por la aldea. Cae el primer bracero abatido.

La choza de la familia Seisdedos, a la tarde, recaba toda la atención de los guardias. Allí están escondidos varios revolucionarios. La artillería responde a la orden del capitán Manuel Rojas. El asedio se alarga hasta la madrugada. Llueven disparos y bombas de mano. Rojas ordena quemar la casucha.

Y la resistencia termina con el incendio de la vivienda. Mueren siete campesinos. Y un guardia de asalto. El olor a carne quemada, carne humana, impregna el pueblo. Durante días. Durante décadas.

Dos personas logran huir, entre ellas María Silva Cruz, nieta de Seisdedos y conocida como La Libertaria. Apenas tres años más tarde, los franquistas la asesinan en la Laguna de La Janda. Todavía sigue tirada en alguna fosa común, sin localizar. Su marido, Miguel Pérez Cordón, que había participado en el levantamiento anarquista, también muere en la guerra civil.

La memoria (también feminista) resiste

La memoria de los sucesos de Casas Viejas, sin embargo, resiste con el recuerdo de Jerome R. Mintz como referente vivo. El patrimonio documental del antropólogo está depositado en el Smithsonian, una institución financiada por el Gobierno de Estados Unidos.

Y un ejemplo es la labor de Salustiano Gutiérrez. El profesor ha cultivado la memoria en el IES Casas Viejas. En una exposición virtual titulada ‘Legado de Mintz’ cuelgan el material que reciben de la familia del antropólogo estadounidense. Una base de datos en la que participan los alumnos y que crece con cada entrega.

También han llegado a publicar un libro, realizan conferencias, encuentros… y el propio Gutiérrez mantiene un blog, Desde la historia de Casas Viejas. El objetivo es que la masacre que marcó al pueblo gaditano nunca se olvide. Ni los objetivos de transformación social que habían generado la idea casi utópica de proclamar el comunismo libertario o las causas y consecuencias de la matanza.

A finales de 1932 se creó en Casas Viejas una asociación llamada Amor y Armonía. Era una organización feminista que rompía “con los cánones impuestos” en la época. Que proponía cultura e igualdad ante el papel secundario al que estaban relegadas.

Como muestra del recuerdo extendido en el tiempo, otro grupo de mujeres de Benalup-Casas Viejas ha tomado “el testigo” creando la Asamblea Feminista Amor y Armonía. Porque son herederas de “un grupo de jóvenes mujeres aldeanas con ideales anarquistas y libertarios” que se hubieran convertido “en toda una vanguardia si los sucesos de Casas Viejas del 33 y la posterior represión que sufrieron no hubiesen roto de raíz aquel sueño de libertad e igualdad con las que aquellas jóvenes anhelaban algún día construir un mundo mejor”.

En “el 86 aniversario de la barbarie en nuestro pueblo” recuerdan “a nuestras casaviejeñas que perdieron sus vidas, las que fueron enterradas en vida y quedaron en el pueblo y las desterradas”. Entre las integrantes de la asociación original fueron represaliadas como Manoli Lago, Ana Cabezas, Francisca Ortega y la propia María Silva Cruz, La Libertaria. “Desafiaron prejuicios y aflojaron nudos. Algunas se impusieron, otras lo pagaron caro. Y todas abrieron camino”.

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