Las actividades humanas reflejan el tiempo en que suceden. Cada coyuntura produce fotografías desiguales y acciones, o reacciones, que se amoldan o transgreden el statu quo. La situación actual de crisis sistémica, en esa relación axiomática, fabrica huertos urbanos donde florece la voz comunitaria. La gente se hace preguntas y exige respuestas que escasean o el poder de turno, sencillamente, niega. Con el acceso a las nuevas tecnologías de la información como semillas, queda regar de empoderamiento para recolectar nuevos frutos, altavoces ciudadanos con sabor a periódico o emisoras de radio y televisión.
Los medios de comunicación comunitarios llegan así para quedarse, pero ¿cómo se definen? “Son una herramienta de transformación social y de ejercicio del derecho a la comunicación”, resume la presidenta de la Red de Medios Comunitarios (RMC), María Navarro. Con una característica primordial: la “apropiación” ciudadana sobre la gestión de los medios y el diseño de sus contenidos.
Es “contrainformación crítica”, expresa Navarro. Representan un “mosaico” compuesto por las “realidades social y cultural” que nace con pretensión local “y desde ahí llega a lo global”. Colectivos o asociaciones sin ánimo de lucro que no hacen “proselitismo político o religioso”. Un espacio “veraz e independiente, de empoderamiento de la gente a través de la comunicación”, sugiere.
Participación ciudadana como eje central
En pleno desarrollo participativo, la facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla ha acogido las I Jornadas de Medios Comunitarios y Ciudadanos y Universidad. Estas nuevas plazas mediáticas pisan “con fuerza y firmeza”, según Manuela Fernández, directora general de Derechos de la Ciudadanía, Participación y Voluntariado de la consejería de Administración Local y Relaciones Institucionales de la Junta de Andalucía. Y adquieren de este modo importancia social “en los lugares donde queremos ir y en la propia solución de conflictos”, subraya.
El encuentro fue organizado por la universidad hispalense, el Foro Andaluz de Comunicación y Radiópolis, para valorar los “puntos fuertes y débiles” de estos medios “en el anclaje de sociedades hondamente democráticas y participativas”. Talleres prácticos se combinaron con mesas de debate y reflexión sobre la apuesta de este tipo de entidades “por ofrecer a la ciudadanía las herramientas necesarias para un ejercicio efectivo del derecho fundamental a informar y comunicar”.
El propio anteproyecto de ley andaluza de participación ciudadana recoge en su literatura el precedente que sientan estos nuevos instrumentos. La norma, aprobada por la Junta y que encara en breve el trámite parlamentario, aparece así como respaldo. La RMC espera lo propio de la futura ley audiovisual de Andalucía. “La legislación actual nos construye y nos condena al ostracismo”, afirma María Navarro. Impide emitir publicidad, por ejemplo.
Por eso defienden democratizar “el reparto de licencias, que el espacio radioeléctrico es público y al menos un tercio pertenece a los medios comunitarios –continúa– como ocurre en países de Latinoamérica”. El “techo” es la ley general de la Comunicación Audiovisual del año 2010.
“Despertar desde el conocimiento”
Esta comunicación “para el cambio social” y la construcción “de lo colectivo” acumula proyectos y redes colaborativas. Funcionan con el impulso del voluntariado y la rémora radical de una financiación casi inexistente. Experiencias comunitarias audiovisuales para “despertar desde el conocimiento” como Attac TV, que llega “para empoderar a los ciudadanos y que tengan capacidad de análisis de lo que está ocurriendo en el mundo”, cuenta Nale Ontiveros.
Hace lo propio como medio escrito “el periódico tabernario bimestral más leído de Sevilla”, El Topo. “Emprendemos una idea un poco loca en estos tiempos”, vender papel, sugiere Mar Pino, con el objetivo “de que los temas estén contados por la gente que los vive”. Otras iniciativas andaluzas, por ejemplo, nacen con vocación de servicio, caso de Buenaventura Comunicación Social, o son apuestas multidisciplinares como Andalucía Diversa.
O Radiópolis, emisora comunitaria e independiente que nace “en 2005 a través de asociaciones andaluzas y de los presupuestos participativos, donde fue el proyecto más votado”, sostiene María Ruiz. Es, desde entonces, una herramienta radiofónica “vinculada a la participación” que da voz “a barrios, colectivos y movimientos sociales”.