¿Cómo pasó Queipo de Llano a ser propietario de la finca de Gambogaz? Es la duda histórica que quiere aclarar el Ayuntamiento de Camas, donde están ubicados el cortijo y las tierras que Sevilla “regaló” al militar golpista por “salvar” la ciudad del “dominio rojo”, como argumentan sus descendientes. Porque por ningún lado aparecen documentos que acrediten la transmisión de la tierra en 1937 del anterior propietario, Ignacio Vázquez, al “criminal de guerra”.
Con la iniciativa –que será aprobada en pleno porque el PSOE gobierna con mayoría absoluta– el Consistorio camero impulsa “una serie de medidas para que la cuestión controvertida del acceso a la propiedad del cortijo de Gambogaz por parte del general golpista Gonzalo Queipo de Llano y Sierra quede definitivamente aclarada”, según la propuesta de la delegación local de Cultura Democrática.
El acuerdo plenario insta a “realizar las gestiones necesarias para recabar las fuentes documentales” que acrediten, o no, la compra de Gambogaz en plena Guerra Civil, mientras el propio Queipo dirigía el genocidio franquista en Andalucía. El Ayuntamiento solicitará “copia de la escritura de compraventa de dicha finca” a la Dirección General de los Registros y del Notariado, dependiente del Ministerio de Justicia, así como al Colegio de Notarios de Sevilla y al Registro de la Propiedad.
“Es lo único que tenemos claro, que de momento no tenemos ningún documento que acredite que Gambogaz se le donó a Queipo de Llano por esa suscripción popular o regalo”, confirma la concejal de Cultura, Identidad Local y Participación Ciudadana, Eva Pérez Ramos, a eldiario.es Andalucía. La iniciativa plenaria ha sido elaborada de manera conjunta por el Ayuntamiento de Camas y la Asociación Memoria, Libertad y Cultura Democrática.
¿Compra coactiva o fraudulenta?
La aparición, o no, del supuesto contrato de compra-venta entre Queipo y la familia de Ignacio Vázquez abriría distintos escenarios porque podrían poner en cuestión la propiedad de los herederos. En cualquier caso, el Ayuntamiento de Camas, o el de Sevilla, no podrían solicitar la propiedad de unas tierras que no eran públicas en el momento de la operación.
“Si no aparece nada, ¿en base a qué actuamos como Ayuntamiento de Camas?”, alega. “Si el contrato o alguna documentación demostrara que hubo una compra coactiva o fraudulenta tampoco podríamos, pero apelaríamos a la familia que era propietaria a que hicieran uso de sus derechos”, explica.
Los descendientes de Ignacio Vázquez nunca han emitido valoración pública alguna sobre el asunto. De momento, dice Eva Pérez, “no hay base documental de ningún tipo, ojalá encontráramos alguna base para actuar”.
En proceso de investigación
“Para que la verdad prevalezca con el rigor necesario por el que se tiene que regir una institución democrática”, continúa, “queremos promover y colaborar con la investigación necesaria para esclarecer cómo se efectuó la transmisión de la propiedad de la finca Gambogaz (...) y sus posibles conexiones con algunos extremos referentes a la Memoria Histórica”.
Y ahí la iniciativa elevada a pleno municipal enlaza con las indagaciones sobre el caso llevadas a cabo por José Villa, “único investigador, hasta el momento, que ha ofrecido las conclusiones aún por terminar a este Ayuntamiento”, reza el texto. Este periódico ha intentado recabar el testimonio del citado historiador, que ha rehusado la invitación hasta que acabe su labor investigadora.
La propuesta acuerda “promover, apoyar y colaborar” en dicho trabajo. El Consistorio camero adquiere “el compromiso de publicación y difusión” del trabajo de Villa, dirigido por la Universidad de Sevilla. El municipio trasladará el acuerdo, que tiene “siempre como referencia la Ley de Memoria Histórica y Democrática de Andalucía”, a la Dirección General de Memoria Democrática y a la Asociación Memoria, Libertad y Cultura Democrática, de Camas.
Los dueños, hoy
Los terrenos propiedad de Queipo (que se desconoce si cubrían las 525 hectáreas de la finca completa) fueron gestionados casi desde el principio por la Fundación Agrícola Queipo de Llano, creada aquel mismo año y solo meses después del golpe de Estado. Aquella sociedad derivó en la actual Fundación Pro Infancia del mismo nombre suyo objeto es “el amparo a la infancia devalida”. Sin embargo, la Fundación sólo figura como propietaria de 150 hectáreas no de Gambogaz sino de tierras arroceras alquiladas a colonos con los que ahora pleitean para pedir más dinero, ya que mantienen la renta antigua.
Por tanto, y según el Registro de la Propiedad, en la actualidad están en manos de herederos del general algo más de 81 hectáreas. El resto está liquidado. Y lo que se mantiene en poder de la familia son terrenos que están segregados de la matriz en tres fincas rústicas y una cuarta, el caserío, considerado como suelo urbano.
El gran movimiento en la titularidad llegó el 18 de octubre de 2016. Nuevos descendientes de Queipo entraban a formar parte del patrimonio, adquiriendo su parte por “herencia”, según consta en la documentación consultada.
Los que más tierra poseen son dos nietos: Gonzalo Queipo de Llano Mencos, actual marqués de Queipo, y su hermano Alberto Lorenzo. Ambos se reparten a medias dos fincas de 46 y 26 hectáreas. Y una cuarta parte de la tercera, con siete hectáreas, en la que figuran también como propietarias con un 25% del total cada una las tres hijas del golpista: Ernestina, Mercedes y María.
Queda el cortijo de Gambogaz, la única finca urbana. Ahí aparecen hasta 15 titulares diferentes, todos descendientes de Queipo, para un terreno de dos hectáreas. La mayoría tiene un 5%, excepto los grandes beneficiados, el marqués y su hermano, con un 12,5% cada uno. Entre los propietarios está el presidente de la Fundación ProInfancia, Gonzalo García Queipo, o las nietas del que fuera presidente de la República, Niceto Alcalá-Zamora, uno de cuyos hijos se casó con una hija de Queipo de Llano.
La familia Queipo ha ofrecido el cortijo a varias administraciones –Junta de Andalucía y Ayuntamiento de Camas– para que lo compren, siempre de manera extraoficial y a través de sus abogados, según las fuentes cercanas. Las instituciones públicas siquiera han contestado al ofrecimiento.
Además, el mismo año, en 2016, queda registrada la venta de tres porciones a dos personas ajenas a la familia Queipo. En total 60 hectáreas repartidas en parcelas de 35, 14 y 11 hectáreas. Sobre estas fincas recae desde entonces una hipoteca por valor de 1,5 millones de euros.
Estos movimientos han dejado nuevos propietarios y muchas preguntas. ¿Se “donaron” las 500 hectáreas de la finca? ¿En qué términos ha ido mermando la propiedad de dichos terrenos? ¿Qué pasará si se demuestra que la donación o venta fue fraudulenta?
Las fuentes orales no bastan
El Ayuntamiento de Camas quiso que de produjera la declaración de Lugar de Memoria. El Consistorio solicitó tal reconocimiento “a petición del grupo de trabajo Recuperando la Memoria de la Historia Social de Andalucía de CGT”. Aquel acuerdo, también plenario, “se sostenía en un estudio de las fuentes orales” que aseguraban que la finca “fue un centro de trabajos forzosos así como el grave deterioro económico que supuso para la comarca que la familia Vázquez, promotora de la modernización de las explotaciones agrarias, perdiera la propiedad” al pasar a manos de Queipo. La Junta “no pudo aprobar” entonces la petición “por falta de documentación histórica que lo acreditara”.
Camas subraya el “compromiso” del Gobierno local con la recuperación memorialista. “Se ha trabajado para investigar y localizar las fosas comunes de víctimas del franquismo en el antiguo cementerio”, señalan. Y “se les ha dado sepultura digna y seguimos trabajando para localizar los componentes de la columna minera que fueron fusilados en agosto de 1936 en La Pañoleta”.
Gambogaz siempre ha sido un terreno “privilegiado”, como lo define el Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico (IAPH). Es “una de las mejor documentadas y más paradigmáticas explotaciones agrícolas de toda Andalucía”, reseña el ente público. Como alquería musulmana tenía “200 aranzadas y 10.000 pies de olivar e higueral”, luego formó parte del patrimonio del Cabildo de la Catedral de Sevilla y en el siglo XV, del Monasterio Cartujo de Santa María de las Cuevas, sumando “otras 100 (aranzadas) procedentes de 15 hazas situadas también en Camas”, también con cultivo de “cereal y viña”.
Tras la desamortización, fue comprada en 1851 para Antonio María de Orleáns, duque de Montpensier, por Manuela Gutiérrez. La propiedad pasó “de inmediato al hijo de esta última, Ignacio Vázquez”. Gambogaz tenía entonces 525 hectáreas. El pago está “entre Camas y el casco histórico de Sevilla, del que sólo lo separa y a la vez lo une el río Guadalquivir”. Una “especial y urbana” localización vecina al recinto de la Isla de la Cartuja y la Exposición Universal de 1992.
Ignacio Vázquez es una figura clave en “la modernización del campo andaluz”. Fue abogado y alcalde de Sevilla en 1840, y levantó “un verdadero imperio agrícola a lo largo del Guadalquivir” con 118 fincas y más de 6.000 hectáreas. El epicentro desde donde dirigía el patrimonio era Gambogaz.
“Ignacio Vázquez renovó por completo el viejo concepto del gran propietario andaluz, rentista y absentista”, describe el (IAPH). Como “verdadero pionero de la agricultura contemporánea” importaba desde Inglaterra “utillaje para la mecanización de las labores agrícolas”, aplicaba “innovadoras técnicas” y planeó crear “una Escuela de Agricultura” con sede en Gambogaz.
El cortijo de Gambogaz era, por tanto, un referente del campo andaluz más moderno. “La densa historia de Gambogaz no es el único aliciente del conjunto, al que hay que sumar el de su imponente caserío, que en la actualidad conserva sus hitos constructivos fundamentales”, reza la descripción oficial.
Queipo, que fue el máximo responsable del genocidio franquista en Andalucía: 45.566 asesinados y enterrados en 708 fosas comunes, según cuenta el Mapa de Fosas andaluz, se convirtió en el dueño de tan rica finca gracias al “regalo” del Ayuntamiento de Sevilla “por suscripción popular” en 1937 para premiar la labor del general golpista “librando a la ciudad del dominio rojo”. Y en esa finca falleció en 1951 y fue enterrado en la también sevillana Basílica de la Macarena.