Montero mete presión a un PSOE andaluz en ebullición: “Las próximas andaluzas tienen que ser un antes y un después”
Hace un calor templado, primaveral, incluso con olor a azahar en la Sevilla que ha recibido este viernes de finales de noviembre la apertura del 41 Congreso Federal del PSOE. El anfitrión es el secretario general del socialismo andaluz, Juan Espadas, y casi un 25% de los delegados que asisten pertenecen a su federación, la más numerosa del partido, la que más diputados aporta al Congreso.
El PSOE de Pedro Sánchez está mirando a otra parte -mayoritariamente a los juzgados-, pero algunos no le quitan ojo de encima al PSOE andaluz. Ferraz necesita un PSOE andaluz sólido para seguir dentro de la Moncloa, y el PSOE andaluz se necesita a sí mismo. Estuvo gobernando ininterrumpidamente 37 años la comunidad más poblada de España, y en los seis años que lleva en la oposición le cuesta reconocerse. No entiende su hábitat.
Algunos se preguntan si lo que hacía “todopoderosa” a la mayor federación socialista el país era precisamente el gobierno. “Sin gobierno, el PSOE andaluz ya no es mucho PSOE”, se pregunta un veterano dirigente de Sevilla, fastidiado consigo mismo y con los suyos por la falta de mordiente, ilusión y movilización de antaño, pueblo a pueblo, ahora que pierden elecciones en vez de ganarlas.
Entre recibimientos, abrazos, besos y paseos por el pabellón a medio montar donde se celebra el cónclave socialista este fin de semana, la vicesecretaria general del partido y vicepresidenta del Gobierno, María Jesús Montero, ha inaugurado el Congreso con un par de mensajes para el PSOE andaluz, uno subrepticio, el otro no ha podido ser más claro. “Queremos que el partido esté en forma y eso pasa por revitalizar el proyecto político y algunos liderazgos”, ha dicho en la primera comparecencia ante una nube de medios, para acto seguido aclarar que los relevos son cosa de las organizaciones territoriales y que Ferraz será “respetuoso”.
En ese momento, tenía a un lado a Santos Cerdán, que previsiblemente será ratificado como secretario de Organización, y en el otro a Espadas. “Las próximas elecciones son en Andalucía, ¿verdad Juan?”, ha preguntado al exalcalde de Sevilla, que ha asentido serio y sin pestañear.
El otro recado para el PSOE andaluz lo ha soltado en una de las entrevistas que hace la propia organización del partido a sus dirigentes, sentados en un plató rojo, con alfombra roja, fondo rojo y preguntas amables que empiezan todas por la palabra “compañera”. Ahí le han preguntado por la importancia de que este Congreso Federal se celebre en Sevilla y el significado que puede tener para la federación que pilota Espadas.
Y Montero ha dicho esto: “Andalucía es una referencia para todo el partido, por la experiencia de gobierno que hemos tenido en esta comunidad. Una Andalucía que siempre ha querido jugar desde el sur el papel protagonista en la historia de España que tantas veces se le ha negado. El hecho de que podamos aportar desde aquí para todo el socialismo es una enorme suerte. Y para muchas de las personas que están en este momento trabajando para lograr ser capaces de volver a tener el apoyo de la gran mayoría de los andaluces para seguir gobernando una tierra que tanto se resiente de los gobiernos de la derecha es una suerte. Ojalá que este Congreso sea también un impulso para el socialismo, también para el partido en Andalucía. La siguiente meta, que no está muy lejos, son las elecciones andaluzas y estamos preparados para abordar esas elecciones que tienen que ser un antes y un después, porque llevamos años muy duros del PP”.
El mensaje es un mensaje hacia adentro, de automotivación para los suyos, pero también recala en un PSOE andaluz en plena ebullición, con un creciente sector crítico que quiere montar una alternativa a Juan Espadas de cara al congreso regional. Montero ha encendido la antorcha y ahora, tanto críticos como oficialistas pueden darse por aludidos. Algo hay que hacer.
Pero la tarea que ha planteado la vicepresidenta del Gobierno es ingente. Se diría que entre este Congreso Federal de Sevilla y las urnas en la primavera de 2026 -si Moreno no las adelanta- se levanta la cordillera del Annapurna. El PSOE tiene 30 diputados y el PP una mayoría absoluta de 58. Los partidos a la izquierda del socialismo están (otra vez) en fase de reconstrucción y reagrupación con condiciones; y Vox parece haber consolidado su espacio electoral.
El “antes y después” del que habla Montero se antoja difícil, más aún, cuando todas las encuestas de intención de voto publicadas desde los comicios del 2022 afianzan la mayoría absoluta de Moreno, sin apenas una muesca en el traje. Es cierto que se vislumbra una tendencia de retroceso en los sondeos -un principio de desgaste tras seis años de gobierno-, pero el ritmo es lento. En en entorno del líder socialista andaluz, el más optimista se marca como objetivo quitarle la mayoría absoluta a Moreno, obligarle a volver a pactar con Vox.
Los críticos afilan las armas
Juan Espadas va a anunciar el calendario congresual del PSOE andaluz el lunes, en cuanto se apaguen las luces del federal, y previsiblemente colocará la cita próxima al 28 de febrero, día de Andalucía. Él quiere repetir en el cargo y volver a enfrentarse a Juan Manuel Moreno en 2026. En las últimas obtuvo el peor resultado de su partido -30 diputados- y vio pasar por delante una mayoría absoluta del PP inédita en una región a la que siempre han ubicado sociológicamente en el centro izquierda.
Espadas es el único precandidato de facto, pero en el partido hay mucho nerviosismo, mucha impaciencia, mucho rencor, cabreo y desgaste de mucho exdirigente sin cargo, sin escaño, sin alcaldía, sin concejalía, sin diputación, sin nada... El sector crítico del PSOE andaluz, hoy aún deslabazado, disperso y sin candidato claro, está fuertemente inspirado en este desmoche que provocaron los últimos procesos electorales, sobre todo las municipales
Pero el quejío también ha llegado a la dirección actual. Espadas solía cobijarse en el abrazo de los ocho secretarios provinciales del PSOE, que hasta hace poco han respondido con unidad. Ya no es así: Sevilla, Málaga, Granada, Huelva y Almería apoyan al secretario general en un nuevo intento contra Moreno; pero Cádiz se le ha puesto abiertamente en contra, y Córdoba ha deslizado sus dudas también. Ambos mencionan las palabras “ilusión” y “renovación”.
El mayor anclaje de Espadas es el líder del PSOE de Sevilla, Javier Fernández, que mantiene la Diputación provincial. El otro presidente de Diputación es el líder jiennense, Francisco Reyes, que en los últimos días ha optado por hacerse invisible y mudo. Al Congreso Federal han asistido oficialistas y críticos, todos miran hacia arriba en busca de una señal de Pedro Sánchez que ilumine el camino hacia la contienda andaluza.
Espadas ha contado esta semana, en la Cadena Ser, que no espera ni necesita un gesto explícito de Sánchez durante el Congreso, que “ya tiene todo su apoyo”. Pero los críticos del dirigente andaluz van a interpretar el silencio del presidente como una señal de “que gane el mejor”. Nadie puede ni quiere descifrar el plan de Pedro Sánchez para Andalucía, pero el plan sí es ganar. Ganar para seguir gobernando en Moncloa y, si es posible, volver a hacerlo en el Palacio de San Telmo.
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