A Nazario Luque (Castilleja del Campo, Sevilla, 1944) muchos le consideran el padre, o al menos uno de los padres, del cómic underground en España. Retrató con una visión radicalmente propia y un estilo deudor del underground norteamericano una Barcelona efervescente. Él es el creador, por ejemplo, de Anarcoma, una detective transexual en quien se cruzan, en un solo cuerpo, Lauren Bacall y Humprey Bogart. También de otras obras que le valieron censura y persecución, como La Piraña Divina o San Reprimonio. Después siguió su camino como destacado pintor, escritor y fotógrafo.
Del desenfreno en Barcelona dio cuenta en La vida cotidiana del dibujante underground, primera parte de sus memorias (Anagrama, 2016). Ahora presenta Sevilla y la Casita de las Pirañas (Anagrama, 2018), donde repasa su formación sexual y cultural en una Sevilla más permeable que nunca a las influencias externas, sus aventuras en el Torremolinos más desprejuiciado que se recuerda y algún encuentro sexual con todo un Papa. Presentó el libro en La Térmica de Málaga.
¿Qué cuenta en esta segunda parte de las memorias?
Esta segunda parte, después de la infancia, abarca desde que termino de estudiar Magisterio, hago oposiciones y me pongo a dar clases en Morón de la Frontera. Allí me encontré con una colonia gitana de flamencos artistas. Todo giraba alrededor de Diego del Gastor, una especie de ídolo y referencia para esa gente, y hoy para mí también. Viví la eclosión de ese flamenco, los últimos dinosaurios, como Fernanda y Bernarda, Juan Talega, Manolito Marías, Borrico de Jerez… Estaban ya en la cumbre o en la decadencia. Describo este mundo, no ya sólo los flamencos, sino el que gira alrededor en Morón. Hay muchos americanos hippies que vienen a aprender a tocar la guitarra, y como maestros nos vemos entre unos y otros y empezamos a estudiar la guitarra flamenca. Estuve estudiando guitarra flamenca durante ocho años, hasta que empecé a dibujar cómics.
¿Cuál era la influencia de la base americana de Morón?
La mayoría vivían en la base o tenían residencia en una barriada de Sevilla. Los americanos de los que yo hablo no tenían nada que ver con los de la base. Sí tuvieron alguna relación con gente como Joaquín Salvador, facilitando discos de música moderna que se hacía en Estados Unidos, y gracias a él el público sevillano llegó a adquirir una cultura musical muy por encima del resto del país. Un poco parecido pasaba en Barcelona, pero por el trasiego de hippies de Ibiza y Formentera que pasaban por Barcelona.
Yo iba buscando los cómics de la época, lo único que se editaba, y gracias a algún americano de la base, que dejó cómics de Mad en un kiosco de Sevilla, encontré aquello que aquel kiosquero había conseguido. A pesar de que estaba en inglés y yo no sabía, la estética de esos cómics me influenció bastante, e hizo que me dedicara más a fondo. Cuando después descubro a los underground americanos, me entero de que ellos habían recibido también influencia de Mad, y es curioso que yo, sin tener ni idea de quiénes eran Crumb, Sheldon y estos, también recibiera por caminos diversos influencia de los dibujantes de esa revista.
¿En qué circunstancias conoció al Papa del Palmar de Troya?
Este hombre, Clemente, circulaba por los ambientes gay de Sevilla como los váteres públicos. Yo vivía cerca de los Jardines de Murillo, y una noche me encuentro un tío con los pantalones bajados. Yo iba caliente y follé con él. Resultó ser Clemente, que tenía visiones. Mi amigo pintor mantenía relaciones con Manuel Alonso Corral, que luego sería el segundo de Clemente. Manuel Alonso Corral sería el instigador. Era un homosexual que tenía arranques de ascetismo y se metía a monje cartujo, pero a los cuatro meses volvía a Sevilla a follar con este. Mi amigo y yo nos reíamos, porque consideramos que estábamos santificados [ríe].
¿Cómo se vivía la homosexualidad en ese ambiente?
En este libro está mi salida del armario. Yo era homosexual, pero tenía mis amigos heterosexuales, para los que yo era heterosexual. Un día ligué con un pintor en Sevilla, y este hombre me introduce en esta estética de homosexual progre, vamos muchos a la Filmoteca.... Estudiaba Filosofía y Letras y empiezo a destaparme como homosexual, y llego un día a pasar la Nochevieja en Málaga, y en Torremolinos despierto al mundo libre de homosexuales que se reúnen en bares, se acarician en público y tienen un comportamiento normal. Yo esto no lo había visto nunca.
Habla de Torremolinos en los años 70. Aquello ha quedado como un símbolo de apertura que acabó porque a un Gobernador civil le pareció que había llegado demasiado lejos y ordenó una aparatosa redada en 1972. símbolo de apertura
Esto pasó también en Sitges. Es curioso porque había redadas, pero ya en aquella época Ocaña y yo nos paseábamos por las Ramblas disfrazados de mujer y no pasaba nada. Una especie de doble rasero: por una parte metían en la cárcel a homosexuales, y en Torremolinos o nosotros en Barcelona nos manifestábamos libremente, hasta que hubo esa especie de represión. Con poca vista, porque era turismo que venía.
El régimen decía que una cosa era tolerar que lo hicieran extranjeros, que traían divisas, y otra que eso ocurriera entre nacionales…
Siempre se hablaba de la corrupción de la población local. Que ellos fueran pervertidos, vale, pero que pervirtieran a los nacionales, no. Yo tuve un novio noruego, durante cinco años, que conocí en Granada. Íbamos de Granada a Almería y en el tren estábamos enardecidos de amor, nos rozábamos, empalmados, y nos salimos al pasillo. Eran de estos trenes como del Oeste. Estábamos mirando la ventanilla, rozándonos, vino un túnel y nos besamos, y de pronto alguien encendió un mechero y empezaron a gritar, que si maricones, que si vienen a corromper… Yo tendría 20 años y el noruego 23 o 24. Con quien más se metían era con él, porque me estaba corrompiendo a mí.
¿Cuál era la actitud ante la homosexualidad en Sevilla?
Era una ciudad de provincias, como otra cualquiera. El retrato de mi vida privada es también el de todos los homosexuales de la ciudad. Nosotros nos relacionábamos en el cine: ibas al cine, ligabas, te sentabas al lado y mantenías relaciones sexuales en el cine, no en la cama. Cuando conozco a este pintor, hay círculos en estudios de artistas, casitas de pirañas como las llamo, donde nos reuníamos y hablábamos de nuestros ligues, nuestros gustos… Era todo clandestino, en círculos reservados y con mucho miedo a que se enteraran los demás. Teníamos un argot para hablar en público, de forma que los que estaban al lado no se enteraban de qué hablábamos.
¿Cuándo percibe que esa actitud está cambiando en la sociedad?
Yo salí del armario cuando conozco al noruego. Los dos amigos con los que también iba no sabían nada. No lo asimilaron de golpe. Otro amigo mío, al que dedico varios capítulos, pensaba que era una actitud intelectual, que estaba probando qué tal era esto de mantener relaciones con un hombre. Para él un homosexual era un afeminado, no una persona que mantiene relaciones con hombres como un heterosexual las mantiene con mujeres. Poco a poco se fue dando cuenta de que yo era igual, pero para irme a la cama prefería hacerlo con un tío.
Cuando me voy a Barcelona, ya es otro mundo. Había más libertad, había bares de homosexuales… Allí cambia todo: la vida es más liberal. Se muere Franco y todo cambia, de forma que la Transición es tan de un día para otro que yo en 1975 publico clandestinamente La piraña divina, por el que nos persigue la Policía, y en el 78 estas mismas historias las publico en un álbum que se vende en los kioscos y no pasa nada. En tres años ha habido una especie de evolución en las revistas, prensa, cómics y en la censura, de forma que lo que has sacado clandestinamente puedes sacarlo públicamente tres años más tarde.
¿Cree que si lo publicara hoy, podría hacerlo en los kioscos y la reacción sería parecida?
Mmmmm [duda]. Bueno, cuando se publica El Víbora se publica libremente y se vende en todos los kioscos. Anarcoma integral la publiqué el año pasado y ahí está el libro, se publicó también en Francia. Pero curiosamente la primera parte había sido traducida al inglés, al francés, al alemán, al italiano, y ahora cuando publican el integral, en alemán y en inglés dicen que no está el horno para bollos, que es un producto delicado. Es una historia que normaliza la conducta de los homosexuales y los transexuales. Pero parece que la ola de puritanismo ha llegado a un extremo que cada vez es más difícil hacer lo que se hacía antes.
Da la impresión de que se esté consolidando un inexistente derecho a ofenderse…
A mí me han cerrado la página de Facebook seis veces. Yo me autocensuro para meter mis fotografías e historias. Hay muchas historias que no puedo poner en mi página de Facebook, historias de Anarcoma o de sexo explícito. Hay una censura terrible en redes sociales. Mientras que la violencia está permitida en todos los medios, el sexo tiene que ser en un sitio específico en el que pongas: “Esta página puede herir tu sensibilidad. ¿Estás de acuerdo en que te hieran la sensibilidad?”. Sí, y entonces te ponen lo que sea. Pero de normal ninguna red social te permite una libertad como te la permite una publicación en un libro o cómic.
Hace unos años, en Málaga, la agrupación de cofradías criticó un montaje de El Jueves porque la revista había utilizado un montaje con el Cristo de la Crucifixión. La portada se viralizó y las cofradías se ofendieron.montaje de El Jueves
La religión ya es otra historia. La religión y el rey siempre fueron intocables. Tú podías poner todas las pollas que quisieras, pero si te tocaban la Virgen del Pilar ya era otro cantar. Ha habido una permisividad con el sexo, pero sin meterte con la religión o con la Casa Real. Hoy no hay permisividad con el sexo, y sigue sin haberla si te metes con la religión o con la Casa Real.
La cuestión es que las redes sociales han generalizado el acceso a contenidos que antes se limitaban a quienes estaban interesados en ellos.
Yo este problema no lo tengo si me creo un blog. Tengo dos blogs, nazariocanalla, donde están todas mis historias, y nazarioluque, y son tu web y puedes poner lo que quieras porque es privada. Pero cuando es una red a la que puede tener acceso cualquiera, hay gente con cuatro ojos a la mínima que saques. Una de las veces que me censuraron fue por la cabeza de una polla, pero sólo se veía la cabeza de la uretra, virada, desenfocada… Lo llamaba volcán de amor y pasó desapercibida. Insistí y puse la fotografía un poco más abajo, y se veía más claramente. Lo prohibieron y me prohibieron también el anterior porque se dieron cuenta. Cuando pude reabrir la página hice un comentario de que había visto un glande en la Wikipedia, bastante aparatoso y aparente, y dije que por qué me lo prohibían, si cuando lo buscas te viene una foto… A los tres días lo comenté con un amigo y habían cambiado la foto.