Otra vez, como cada otoño, la provincia de Jaén entra en ebullición con el comienzo de la recogida de la aceituna. Las carreteras y los caminos se llenan de vehículos, las almazaras retoman su actividad después de meses de parálisis y los pueblos abandonan su modorra cotidiana llenándose de ruidos y voces que indican que durante las próximas semanas la vida que proporciona el aceite, el fruto del trabajo de todo un año recorre las arterias de este territorio.
Pero todo esto no es posible sin el trabajo abnegado de los aceituneros, mujeres y hombres de todos los rincones de Jaén, también de los venidos de fuera tradicionalmente de otras comarcas de Andalucía y, desde hace ya muchos años, de más allá de las fronteras del Estado: marroquíes, senegaleses, malienses, argelinos, rumanos y de otros países aportan su trabajo. Su llegada supone que la cosecha pueda ser recogida de la forma y en el tiempo adecuados. Su trabajo es decisivo para generar la riqueza que supone recoger las aceitunas de los más de 60 millones de olivos que hay en la provincia.
Para ocuparse de esta tarea, que en estos meses también hace disminuir tajantemente el desempleo entre la población residente, cada año llegan a Jaén entre 4000 y 5000 trabajadores temporeros (aunque la presente cosecha se prevé muy corta y consecuentemente los contratados serán muchos menos). Esto supone para una asociación como Jaén Acoge uno de los momentos álgidos de nuestro trabajo de acogida, apoyo y acompañamiento a las personas migrantes.
¿Cuáles son las necesidades de las personas que acuden a la recogida de la aceituna?
Hay que explicar que la situación de estos trabajadores no es homogénea, una parte importante de ellos vienen con el “trabajo buscado”, tienen contactos, contratos ya apalabrados e incluso repiten con los mismos patronos. Su situación es mejor, aunque no dejan de necesitar ayuda en bastantes casos: alojamiento, asesoría jurídica para “arreglar papeles” o desplazamientos son sus principales preocupaciones.
Los que no tienen trabajo buscado y que habitualmente tienen menos recursos sufren situaciones mucho más duras, suelen tardar más tiempo en encontrar “tajo”, siendo frecuente su deambular por distintas comarcas. Necesitan acudir a albergues y recibir tanto ayuda personal (alimentación, ropa, billetes de transporte), como jurídica ya que entre ellos es frecuente la falta de “papeles” y por tanto están fácilmente en situaciones de explotación y precariedad (se les paga por debajo del convenio o incluso de lo acordado entre trabajador y empresario, éste se desentiende de su obligación de procurarles alojamiento, negativa a hacerles contrato de trabajo, etc..,).
Avances en la recepción, acogida y trato de los temporeros y temporeras
En estos casos son importantes iniciativas como el Punto de Información de la Estación de Autobuses de Jaén, lugar crítico en la ruta migratoria en la busca de trabajo por la provincia, donde mediadores interculturales (del Ayuntamiento, la Junta y Jaén Acoge) orientan e informan a los trabajadores transeúntes sobre alojamientos, posibles lugares de trabajo, medios de transporte, legislación, etc.
Debemos destacar que la mayoría del empresariado, así como las administraciones públicas, han avanzado mucho en la recepción y el tratamiento de estos trabajadores inmigrantes, aunque aún predomina una visión economicista que olvida que además de mano de obra (barata) son personas con derechos, debiendo evitarse cualquier discriminación o trato vejatorio.
No pueden volver a repetirse hechos repugnantes como algunos de los acaecidos en años anteriores: abandono de un inmigrante herido en un tajo por su patrón a las puertas de un centro de salud, navajazo del patrón a un trabajador en una pierna tras reclamar éste su salario o peor aún la desaparición de dos trabajadores tras ser vistos por última vez en la provincia y que aún hoy día se están investigando por la Guardia Civil.
Respecto al acceso a la vivienda por parte de los trabajadores temporeros y temporeras debemos destacar la existencia de una red de albergues y de servicios de asistencia (recursos de empleo, certificado digital, talleres de habilidades sociales..,) en diversas localidades de la provincia como Alcalá la Real, Torredonjimeno, Úbeda, Villatorres, Jaén, etc.
Además, ya muchos empresarios proporcionan alojamientos en casas o cortijos debidamente adecuados, aunque por desgracia aún persisten algunos en cocheras, naves y otros locales que no reúnen las mínimas condiciones de habitabilidad. Situaciones que denunciamos reiteradamente, instando además a que empresarios individualmente o a través de las cooperativas y asociaciones sindicales en que están agrupados busquen soluciones que acaben de una vez con las situaciones de precariedad de sus trabajadores.
Convivencia para frenar la desconfianza social
Existe también, debemos señalarlo, una cierta desconfianza social que se manifiesta por ejemplo en la negativa de muchos propietarios a alquilar sus viviendas, a pesar de las garantías que con frecuencia ofrecemos algunos ayuntamientos y entidades sociales avalando el pago de esos alquileres. Pensamos que son formas de xenofobia o racismo soterrados contra los que seguimos luchando.
Podemos concluir que se avanza poco a poco en la mejora de la recepción y atención a estos trabajadores inmigrantes, ya que los olivareros y la sociedad jiennense en general van siendo conscientes de que son una pieza fundamental en un sector tradicional de la economía provincial; viendo incluso que muchos de ellos y ellas se están instalando de forma permanente con sus familias en muchas localidades. Villanueva del Arzobispo o Martos son vivo ejemplo de estos nuevos ciudadanos en un territorio castigado por la pérdida de población y el envejecimiento.
Por todo ello, debemos ir más allá de su mera consideración como mano de obra necesaria para nuestra economía, que realiza trabajos que no se cubren por la población local. Estas personas son ciudadanos de pleno derecho y garantizárselos, es la mejor forma para su inclusión en una sociedad plural y democrática como la nuestra.
Otra vez, como cada otoño, la provincia de Jaén entra en ebullición con el comienzo de la recogida de la aceituna. Las carreteras y los caminos se llenan de vehículos, las almazaras retoman su actividad después de meses de parálisis y los pueblos abandonan su modorra cotidiana llenándose de ruidos y voces que indican que durante las próximas semanas la vida que proporciona el aceite, el fruto del trabajo de todo un año recorre las arterias de este territorio.
Pero todo esto no es posible sin el trabajo abnegado de los aceituneros, mujeres y hombres de todos los rincones de Jaén, también de los venidos de fuera tradicionalmente de otras comarcas de Andalucía y, desde hace ya muchos años, de más allá de las fronteras del Estado: marroquíes, senegaleses, malienses, argelinos, rumanos y de otros países aportan su trabajo. Su llegada supone que la cosecha pueda ser recogida de la forma y en el tiempo adecuados. Su trabajo es decisivo para generar la riqueza que supone recoger las aceitunas de los más de 60 millones de olivos que hay en la provincia.