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Voluntariado, otra mirada a la realidad

Juanjo Castillo, Aurora Baquera y Pilar Castillo

Personas voluntarias de la asociación Almería Acoge —

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En la última asamblea de la federación uno de los temas que se tocaron fue el del voluntariado. Desgraciadamente, por falta de tiempo, no se pudo profundizar en el tema. Tenemos mucho escrito, por eso quizás es más lo práctico que lo teórico lo que nos interesa en este artículo.

Os queremos presentar la historia de una de nuestras voluntarias, Natalia, Nati. Lleva más de 10 años con nuestra entidad y nos parece que su experiencia puede ser interesante para todas las personas que formamos la federación. Empezó como la mayoría. Su amiga Rosa estaba dando clases de Lengua y Cultura Española a un grupo heterogéneo de nivel 2. Había personas de muchas nacionalidades: marroquí, senegalesa, costa marfileña, y ucraniana. En un momento dado, aumentaron las personas y se necesitaba más voluntariado, Rosa se lo dijo y ése fue su principio.

Nos cuenta Nati: 

Me sentó un poco mal tener que hacer una formación ‘obligatoria’ para ser voluntaria. Yo pensaba que ya tenía bastante formación, porque estaba trabajando de maestra en un colegio. Al final fui un poco de mala gana y, al terminar, comprendí que sí hacía falta. Mi función no era ser ‘francotiradora’ y trabajar por mi cuenta; era formar parte de una asociación.

Esto hizo que me interesara conocerla más así que, junto con las clases de Lengua y Cultura Española, descubrí que había muchos otros espacios donde participar. De hecho, me sorprendió -y me sigue sorprendiendo frente a otras ONGs que conozco- que no hay ningún espacio donde no pueda participar el voluntariado. Desde la primera acogida hasta el apoyo escolar, pasando por todas las actividades, son espacios de participación.

Uno de los problemas que tenemos es la relación entre el voluntariado y las personas trabajadoras. Aunque a base de diálogo y formación se va entendiendo el papel de cada uno, recuerdo que al principio sobre todo había mucha diferencia de trato entre las personas trabajadoras ‘antiguas’, que venían en muchos casos del voluntariado y tenían claro la necesidad de mimarnos, de ser más ideológicos, y trabajadores más nuevos -quizás excesivamente preocupados por cumplir con los objetivos de sus programas- y que a veces nos veían más como un estorbo o como ‘recaderos’.

Hoy esta dicotomía se da menos. El voluntariado suele participar más de los equipos y tiene voz y voto en el trabajo, y también entiende la necesidad de cumplir objetivos. La visión que se da desde el voluntariado suele ser interesante ya que su colaboración va más allá de sacar adelante los programas. Pueden aportar mucho en lo ideológico e incluso en lo metodológico porque no tienen la ‘prisa’ con la que muchas veces los trabajadores y las trabajadoras se ven obligados a realizar su tarea.

Voz y voto en la asamblea

Siempre pensé que ser voluntaria era suficiente, pero me di cuenta de que necesitaba algo más, conocer más, responder más, ayudar más. Y me planteé hacerme socia. Yo creía que la labor del voluntariado se quedaba en eso, en ayuda puntual en algún aspecto concreto, y lo pregunté con cierto recelo. Ahí descubrí que, aunque no todo el voluntariado responde de esta manera y se queda como en la periferia de las asociaciones con las que colaboran, mi evolución era algo habitual dentro del voluntariado en Almería Acoge. Me acogieron con alegría y me comentaron que este paso lo habían dado antes que yo muchas otras personas que entraron con mi mismo compromiso, y que era importante la participación con voz y voto en la asamblea.

De ser socia pasé a formar parte de la junta directiva, compartiendo mis inquietudes con el equipo que forman sus miembros, para ver cómo incorporarlas a la asociación.

Éste ha sido un paso importante ya que una de mis obsesiones era que del voluntariado se encargaran personas voluntarias. Claro, el problema es que, tras plantearlo varias veces, me dijeron: “Ya sabes lo que tienes que hacer, encárgate tú”. Al final eso fue lo que hice y estamos dando un paso más en el trabajo con el voluntariado: estamos sistematizando las formaciones, estamos más atentos a voluntarios y voluntarias, a sus necesidades, a que conozcan la organización, a que se sientan a gusto y participen, etc.

En conclusión, he aprendido que ser persona voluntaria es una forma de estar y ser. En un mundo donde todo se centra en el mercantilismo, el voluntariado es una forma de romper ese sistema injusto donde todo tiene un precio. Y ofrecer tiempo y saberes de manera solidaria es una actitud trasformadora.

He aprendido que, con mi voluntariado, ayudo a construir asociación. Me he sentido acogida, porque valoran lo que puedo aportar y siento que no tengo espacios vedados, que puedo desplegar mi creatividad y mi compañerismo. La asociación me ha formado, y ahora puedo ayudarla a formar a otras personas voluntarias; me ha ayudado a crecer como persona, y yo a mi vez aporto calidez, compromiso y otros enfoques para afrontar las situaciones complejas que se plantean, así como otras maneras de abordar las tareas a realizar. También descubro que, a través de mis aportaciones, la asociación puede llegar más allá de sus programas subvencionados, ya que las personas vulnerables con las que trabaja son una llamada de atención y un reto constantes.

Natalia y Rosa no son personajes reales o, mejor dicho, recogen a muchas personas reales. Queríamos con este artículo recoger cómo la federación debe trabajar el tema del voluntariado, su acogida, y su acompañamiento.

En la última asamblea de la federación uno de los temas que se tocaron fue el del voluntariado. Desgraciadamente, por falta de tiempo, no se pudo profundizar en el tema. Tenemos mucho escrito, por eso quizás es más lo práctico que lo teórico lo que nos interesa en este artículo.

Os queremos presentar la historia de una de nuestras voluntarias, Natalia, Nati. Lleva más de 10 años con nuestra entidad y nos parece que su experiencia puede ser interesante para todas las personas que formamos la federación. Empezó como la mayoría. Su amiga Rosa estaba dando clases de Lengua y Cultura Española a un grupo heterogéneo de nivel 2. Había personas de muchas nacionalidades: marroquí, senegalesa, costa marfileña, y ucraniana. En un momento dado, aumentaron las personas y se necesitaba más voluntariado, Rosa se lo dijo y ése fue su principio.