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VÍDEO Maloma Morales: “Nadie me tiene secuestrada”

Alejandro Ávila / Fermín Cabanillas

“Vivo en Smara, con mi familia, con mi madre y con mis hermanos. Nadie me maltrata, nadie me tiene secuestrada. Estoy bien y no me hace falta nada más”. Esas son las palabras de Maloma Morales, la joven española de origen saharaui supuestamente retenida desde el pasado 12 de diciembre por su propia familia biológica, en un vídeo casero, al que ha tenido acceso en exclusiva eldiario.es Andalucía y que se ha difundido este mismo jueves a través de redes sociales por un miembro de la diáspora. Fuentes del entorno de la joven en España han señalado que se encuentra “coaccionada”.

Esta vez la grabación, que dura 29 segundos, no se ha hecho a escondidas, como la anterior, y Maloma Morales habla en español y no en árabe. La joven de 22 años residente en Mairena del Aljarafe (Sevilla) aparece completamente cubierta por con una melfa verde, la vestimenta femenina típica del Sáhara, al contrario que en el otro vídeo, en la que su cabello y su rostro permanecían al descubierto, algo que se podía apreciar a pesar de la pésima calidad de la grabación.

Una pantalla en negro, al comienzo del vídeo, indica que el rodaje tuvo lugar este miércoles 27 de abril y que la que aparece es Maaluma Takio Hamda, los anteriores apellidos de Maloma Morales, antes de que fuera adoptada en España en abril de 2014 siendo ya mayor de edad. El vídeo tiene una marca de agua sobreimpresionada con el acrónimo de la República Árabe Saharahui Democrática (RASD).

La mujer está sentada en el suelo, con la espalda apoyada en la pared y flanqueada por su hermano mayor y otra familiar, su prima Monsura, mientras el cámara graba en picado, a una altura mayor que ella y aparentemente de pie. En un plano posterior, se puede apreciar un niño pequeño y una anciana, la tía Tuaria -que participó directamente en el momento de su secuestro agarrándola del brazo- con el objetivo de reforzar que se encuentra aparentemente en un entorno familiar.

La familia confirma que es ella

Ismael Arregui, pareja de hecho de esta mujer desde hace tres años, señala en su nombre y el de sus padres actuales que “la persona que habla en el vídeo es Maloma Morales de Matos, y a su vez, la voz que se escucha en la mayor parte del vídeo es la suya”. Destaca que se se oye claramente que la voz de ella “está muy temblorosa, insegura y atemorizada”. Para continuar: “En un ambiente así nunca podrá expresarse libremente, está coaccionada. Nunca mira a la cámara directamente y no transmite seguridad en sus palabras. El vídeo está totalmente preparado: con marca de agua, subtítulos y toda la familia preparada, además se ve que el hermano es el que lo controla, ya que al final del vídeo se escucha a él diciendo (ewa safi) que significa ”se acabó, ya basta'“. Exigen tanto una llamada de Maloma Morales, como ”que se cumpla su deseo de volver a España“, además de agradecer las gestiones del Ministerio de Asuntos Exteriores.

En declaraciones a este diario, Eric Goldstein, subdirector de Human Rights Watch para Medio Oriente y África del Norte, remarca que “el vídeo no es el final de este asunto, ya que no conocemos las circunstancias en las que se ha hecho”.

Según la psicóloga Sonia González, consultada por este diario para analizar las imágenes, “la postura es rígida y no expresa libertad, seguridad o relajación”. Esta misma fuente señala que “estar así rodeada también se puede interpretar como presión e incluso chantaje emocional, con todo el peso que eso puede tener debido a que son su familia”.

Negociaciones para su liberación

El Gobierno de España, a través de su cónsul en Argelia, negocia con la familia su liberación después de que el Frente Polisario la liberara el pasado viernes y la volviera a entregar a los suyos horas después. Las negociaciones se iniciaron este fin de semana entre las autoridades españolas, el Frente Polisario y la tribu de la joven, que es una de las más numerosas del pueblo saharaui. En esta semana, apenas han trascendido declaraciones de las partes implicadas y se apunta a que las negociaciones se están alargando, por el conflicto existente entre la vieja guardia nacionalista del Frente Polisario y los islamistas.

Todo esto ha ocurrido en una semana crucial: la deliberación y votación sobre la ampliación de la Misión de Naciones Unidas para el Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO) en el seno del Consejo de Seguridad. El informe de Ban Ki Moon, secretario general de la ONU, que ha servido de base para dichas deliberaciones, apunta que no sólo Marruecos, sino también el Frente Polisario están llevando a cabo violaciones de los derechos humanos.

El caso de Maloma Morales y de otras dos mujeres privadas de libertad por sus propias familias (Nahjiba Mohamed Belkacem y Darya Embarek Selma) aparece mencionado como ejemplos “de tres jóvenes retenidas contra su voluntad por sus familias en los campos de refugiados en diferentes periodos”. En el primer borrador de la resolución se menciona la necesidad de salvaguardar los derechos humanos no sólo en el Sáhara Occidental, sino también en los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia), donde permanecen desplazados los saharauis desde hace 40 años.

Tanto Human Rights Watch, como Amnistía Internacional mantienen que “una monitorización de los derechos humanos por parte de Naciones Unidas ofrecería algo de protección a un pueblo que vive bajo la amenaza diaria de los abusos que cometen tanto las autoridades marroquíes, como el Frente Polisario”. Esto es más importante que nunca, pues ocurre en un momento, en el que Marruecos está tratando de obstaculizar cada vez más el escrutinio que llevan a cabo periodistas extranjeros y en el que arrestan a activistas pacíficos, además de que la situación de los derechos humanos es opaca en los campamentos de Tinduf. La ausencia de una monitorización de los derechos humanos perpetúa el ciclo de abusos e impunidad“, apuntan.

El Frente Polisario ha declarado a eldiario.es Andalucía que esto se trata de “una guerra entre familias”. No es un caso aislado (las familias contabilizan, con datos no oficiales, más de cien) y, tanto la ONU como las ONG, lo consideran una violación de los derechos humanos.

Según Sarah Leah Whitson, responsable de la organización en Oriente Medio y el Norte de África, “retener a un adulto contra su voluntad equivale a privación ilegal de la libertad, independientemente de si los captores son familiares que sienten un profundo afecto por esa persona. El Frente Polisario debería asegurar que estas mujeres puedan ejercer su libertad de circulación y que los actos pasados y futuros de privación ilegal de la libertad sean castigados como delitos”.

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