Las nuevas amenazas sobre Abengoa dos años después de salvarse de su quiebra
Tres años después de haber estado a punto de protagonizar el mayor concurso de acreedores de la historia de España, en Abengoa cualquier incidencia tiene un efecto multiplicador del riesgo, y es lo que le ocurre estos días con dos nuevos frentes. Por un lado, se enfrenta, junto a Alcogroup, a una multa millonaria de la UE por la supuesta manipulación de los índices de referencia del etanol, y por otro, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) le tiene los ojos puestos encima por su intención de proceder a un desdoblamiento de sus acciones, es decir, disminuir su valor para incrementar su número sin cambiar el accionariado.
Sobre lo primero, desde la empresa confirman que todavía no han decidido si van a aceptar la acusación de manipulación o si van a presentar una reclamación. En cambio, sí está en la agenda la junta extraordinaria del próximo 2 de octubre. La propuesta de algunos de sus accionistas minoritarios que suman un 3% del capital, con la familia Benjumea entre ellos (por medio de Inversión Corporativa o IC), es desdoblar las acciones de la compañía (split, en el argot financiero) a razón de diez títulos nuevos por cada uno antiguo. Pero la CNMW ha avisado de que si la operación prospera investigará si “pudiese constituir un supuesto de manipulación de mercado”.
Los últimos coletazos de los Benjumea
Esta petición forma parte de la resistencia de la familia Benjumea, fundadora de Abengoa, a desaparecer definitivamente del mapa de inversores de la compañía. En este sentido, temen nueva dilución de su participación (eran los socios mayoritaros antes de la crisis que estuvo a punto de acabar con la empresa) tras el cambio del mínimo de cotización realizado el pasado mes de julio por Bolsas y Mercados Españoles (BME) y que entra en vigor el 28 de septiembre.
En concreto, la norma supone la modificación del precio mínimo de cotización a 0,001 euros, respecto del valor de 0,01 vigente hasta la fecha. Esto implicaría una dilución de la acción del 90% que, sumada a la del 95% ya sufrida durante el proceso de restructuración, “supondría en la práctica la desaparición total de las inversiones”, según los afectados. Son tres las empresas cuyos títulos están actualmente por debajo del céntimo: Vértice 360, Urbas y Abengoa.
Pero la CNMW teme en el movimiento de parte del accionariado de esta última un intento de manipulación como el que ya ha advertido la UE con el etanol: dos toques de atención este verano que le han supuesto caídas de hasta un 25% en la cotización, en un momento en que la compañía ha superado su proceso de reestructuración y enfila su plan de viabilidad enfocado en la ingeniería y la construcción, tras un cierre de 2017 mejor del esperado, con un beneficio de 4.284 millones de euros frente a las pérdidas de 7.615 de 2016. El último balance de sus cuentas corresponde a los tres primeros meses de este año: obtuvo un beneficio neto de 33 millones de euros, lo que supone una reducción del 99% respecto al mismo periodo del año anterior.
Y es que precisamente ahora se cumplen dos años desde que la multinacional logró evitar la quiebra tras recibir una inyección de casi 1.500 millones de euros, entre dinero nuevo, refinanciación de créditos y comisiones. Pero eso supuso el cambio en el accionariado, de manera que los Benjumea y 50.000 pequeños inversores que tenían el 50% se quedaron en el 5%. Los fondos de inversión que rescataron a la compañía, a su vez, pasaron a controlar la mitad de su capital, siendo el 40% para los bancos que acumulan la deuda de la empresa y el otro 5% para los avalistas de la operación.
Pese a que el Juzgado de lo Mercantil número 2 de Sevilla estimó parcialmente el recurso de un grupo de bonistas y acreedores que consideraron excesiva la quita, y dejó si efecto el plan de refinanciación para los denunciantes, no tuvo consecuencias sobre el resto de la planificación para intentar levantar a la que fue la empresa más importante de Andalucía, dejándola en manos de sus acreedores.
La marginación de los Benjumea en el nuevo accionariado no les ha impedido disfrutar de su indemnización de más de 11 millones de euros, pese a la pérdida de peso de una saga que históricamente ha pasado por puestos de poder, incluso cuando todavía no habían fundado Abengoa, nicho también para esos intercambios entre la economía y la política.
Su plantilla, a la mitad
Porque en todo esto, como suele ocurrir, el precio más elevado lo pagaron los trabajadores: la empresa ha reducido estos años su plantilla a la mitad, de manera que, según los últimos datos, del primer trimestre de 2018, está formada por 12.890 empleados, de los que 2.796 se localizan en España, en su mayoría en Andalucía.
Pese a que su presidente, Gonzalo Urquijo, hacía balance el pasado mes de junio y sostenía que “por primera vez” desde que empezó su crisis Abengoa ha comenzado a crear empleo, lo cierto es que periódicamente se producen despidos en los proyectos que la multinacional tiene en el extranjero, por lo que no siempre llega noticia de ellos. Sin ir más lejos, ocurrían hace unos días en Arabia Saudí, de manera que el impacto en la plantilla de la nueva situación se verá cuando termine el ejercicio, donde pesarán en positivo los nuevos proyectos fuera de nuestras fronteras.
Los más recientes, conseguidos en lo que va de año: la ampliación de la planta de tratamiento de agua en la central de ciclo combinado Norte Durango, ubicada en el estado de Durango, México; la construcción de la que será primera planta termosolar de América del Sur, en pleno desierto de Atacama de Chile, y junto a Acciona; y la ampliación de la subestación de 132 kV de la central térmica Villa María, perteneciente a la empresa de generación eléctrica MSU Energy, situada en Córdoba, Argentina.