Juan Manuel Moreno (Barcelona, 1970) pidió el martes la confianza del Parlamento andaluz para ser investido presidente de la Junta de Andalucía, el sexto en la historia autonómica, el primero que no milita en el PSOE.
El presidente del PP regional leyó un discurso de 37 páginas que orbitó en torno a la idea de “un cambio histórico de ciclo político”, dejando atrás 36 años y medio de gobiernos socialistas. Sus palabras recogían el programa de Gobierno pactado con sus socios de Ciudadanos, y guiños directos a sus aliados de Vox, las dos formaciones que este miércoles apoyarán su investidura.
Mientras Moreno hablaba en el interior de la Cámara legislativa -recibiendo sólo el aplauso de los 26 diputados del PP (ni la bancada de Cs ni la de Vox aplaudieron)-, miles de personas, en su mayoría mujeres, se manifestaban en la calle, rodeando el Parlamento, en protesta contra el discurso “involucionista” de la extrema derecha en materia de leyes de igualdad y lucha contra la violencia de género.
El bloque de izquierdas pasa a la oposición, tan dividido ahora como antes de las elecciones del 2 de diciembre. Susana Díaz, con 33 diputados, pilota desde este martes la oposición de un PSOE andaluz menguado, irreconocible, que llegó a controlar el 52,5% de los escaños del Parlamento andaluz (66 de 109). Su propio liderazgo como secretaria general del partido está en cuarentena, al menos, hasta que pasen las elecciones municipales y autonómicas de mayo. La sevillana confía en que la dirección federal de Pedro Sánchez relativice su fracaso en Andalucía a la luz de los resultados en las urnas de los otros barones territoriales y de los ayuntamientos. Al fin y al cabo, “yo he ganado las elecciones”, repite y se repite la candidata socialista.
En el otro rincón de la oposición se sientan Teresa Rodríguez y Antonio Maíllo, artífices de la coalición Podemos-IU (Adelante Andalucía), que ha perdido 300.000 votos y tres escaños del resultado que lograron por separado en 2015. La líder anticapitalista y el dirigente comunista se han enfundado el traje de eterna oposición de izquierdas, disparando contra todos los demás grupos del hemiciclo, las tres derechas que gobiernan y Susana Díaz, a quien acusan de “favorecer” las políticas neoliberales en su anterior mandato con Ciudadanos, y de querer “engañarles” a última hora para que apoyasen su investidura frente a la de Moreno. “La izquierda está rota, la derecha está bien avenida y la legislatura durará los cuatro años”, sentencia uno de los miembros del Gobierno saliente.
El discurso de investidura de Moreno Bonilla abre una nueva etapa política en Andalucía y puede sintetizarse en estas ocho claves:
Cambio y herencia recibida
“Lo que proponemos es algo parecido a una Transición”. El futuro presidente de la Junta dedicó la primera parte de su discurso a despedirse, con esfuerzo, de su rol de líder de la oposición al Gobierno saliente. “El cambio ha llegado a Andalucía”, dijo hasta en siete ocasiones, queriendo subrayar un antes y un después entre los “40 años de gobiernos socialistas” y la llegada del PP al poder. Moreno quiso despejar de obstáculos los primeros días de su mandato, cargando las tintas sobre la “herencia recibida” de la larga era del PSOE: el “clientelismo” para perpetuarse en el poder, la “corrupción” en las instituciones, “la clase dirigente acomodada” que “no ha aprovechado el autogobierno”, “el mantenimiento de un partido político en el poder a toda costa”, los “intereses partidistas por encima del interés general”. El PP quiere invalidar al PSOE y al susanismo antes de poner su primer Gobierno en marcha. “La alternancia política es el antídoto contra el clientelismo y la corrupción”, dijo Moreno.
El candidato popular se ve a sí mismo como un Adolfo Suárez a la andaluza, heredero de una UCD centrista y moderada, lejos del derechismo agudo que promueve su líder nacional, Pablo Casado. Moreno se presenta como promotor de una “especie de Transición” similar a la que pilotó el ex presidente del Gobierno para cerrar 40 años de franquismo y abrir la democracia. Y de aquí extrajo la segunda piedra de toque de su discurso: diálogo.
Diálogo sin “cordones sanitarios”
El Parlamento andaluz está atomizado en cinco formaciones políticas con un reparto de fuerzas muy equilibrado. Por primera vez, el PSOE (primer partido en estos comicios) no es el que gobierna, y el último (Vox) sustenta al Ejecutivo y es clave para la estabilidad de la legislatura. Habrá un Gobierno de coalición de dos formaciones (PP y Ciudadanos) que dentro de unos meses volverán a competir por el mismo espacio político, en el que también forcejea el tercer aliado de extrema derecha. Moreno ha ofrecido “diálogo” como lo hizo Susana Díaz en el mandato anterior.
Pero también ha subrayado la “legitimidad” para gobernar de las tres derechas, que suman 59 escaños, y ha advertido a las izquierdas de que Vox, su socio necesario, tiene tanta legitimidad como el resto en el Parlamento, porque se la dieron 400.000 andaluces en las urnas. “Sin complejos, sin prejuicios y sin cordones sanitarios”, subraya Moreno, rechazando de plano la expresión que líderes nacionales e internacionales han usado para defender el aislamiento político de la extrema derecha en las instituciones.
Empleo, objetivo uno
“El objetivo prioritario de mi programa de Gobierno será el empleo”. Lo ha repetido cinco veces, remarcando que “el empleo es la mejor política social”, para luego subrayar que “no traigo soluciones mágicas pero sí reformas, equipo y el convencimiento de que el desempleo no es una maldición insuperable” en Andalucía.
El paro en esta comunidad roza el 22,5% de la población activa, con un diferencial crónico de diez puntos respecto a la media nacional. Durante la campaña, Moreno prometió crear 600.000 puestos de trabajo si llegaba a la Presidencia, un dato que no mencionó en su discurso, y que el PSOE le reprochó inmediatamente después.
Rebaja fiscal y gestión público-privada
En política económica y fiscal es donde convergen sin problemas los programas y los discursos de PP, Ciudadanos y Vox. La rebaja fiscal a las rentas altas (eliminación del impuesto de sucesiones e impuesto sobre el Patrimonio) y a las clases medias (tramo autonómico del IRPF) es el nexo común entre Ciudadanos y Vox, dos partidos que se repelen y se atacan, pero que comparten la misma política liberal. Tanto fiscalmente como en su modelo de gestión de las políticas públicas, que apuesta por ampliar la escuela concertada (mayoritariamente católica) o la gestión público-privada de los planes de empleo y la sanidad. Esto está presente tanto en el documento que PP firmó con Cs como en el que más tarde rubricó con Vox, y Moreno puso mucho énfasis en destacarlo. El candidato popular también prometió una “simplificación burocrática” para agilizar la apertura de negocios e hizo un guiño especial al medio millón de autónomos, otro de los sectores más atendidos por la derecha en campaña.
Violencia de género
En la página 32 de las 37 que ocupaba su discurso, Juan Manuel Moreno incluyó la única mención explícita a la “violencia de género”, motivo de la multitudinaria manifestación a las puertas del Parlamento. El popular usó el mismo término que lleva la Ley de lucha contra la Violencia de Género, que su partido apoyó en el Parlamento el año pasado, y que Vox propone derogar. Sin embargo, Moreno pasó de puntillas sobre este “sensible asunto” y pidió “sacarlo de la contienda política”. “El maltrato es una lacra social que debemos erradicar y hay que hacerlo construyendo sobre lo que ya tenemos”, dijo, dando a entender que no se derogarán las leyes de igualdad, como pide Vox, pero sí se “mejorarán, sin cuestionar lo que ha funcionado y funciona, pero corrigiendo lo que no”.
El PSOE y la coalición Adelante Andalucía interpretaron que Moreno había cambiado el lenguaje con el que el consenso político ha abordado siempre la violencia de género, y le afearon que hablase de la protección de “todas las víctimas”, obviando que es la mujer la principal víctima de agresiones -47 asesinadas a manos de sus parejas o ex parejas el año pasado en España, 12 en Andalucía-. El popular usó un lenguaje generalista para hablar de la violencia machista -sin mencionar el machismo- y apeló a “todas las víctimas de la violencia física, psicológica o social, de cualquier tipo y en cualquier ámbito”. Mario Jiménez, portavoz del PSOE, le acusó de querer “tranquilizar a la extrema derecha”.
Familia y escuela concertada
Uno de los guiños de Moreno a Vox fue el referirse a la familia como “el núcleo esencial de la sociedad”. “El Gobierno del cambio hará de la familia un eje vertebrados de sus políticas, con un concepto transversal de la gestión, que estará presente en todas las decisiones de la Administración”, dijo. Estas palabras fueron luego aplaudidas por el portavoz del grupo extrema derecha, Francisco Serrano, que pareció resignarse a que finalmente no haya una consejería exclusiva de Familia, como ellos reclamaban. El candidato popular habló de “familias numerosas y monoparentales”, algo que también reconoce Vox, aunque “la mejor estructura es padres y madres con hijos que sean felices”, en palabras de Serrano.
El nuevo Gobierno promoverá una Ley de Apoyo a las Familias, promete aumentar las plazas de guarderías, el aula matinal y el comedor escolar. Otro de los puntos de confluencia de las tres derechas es “un un modelo educativo basado en la libre elección de centro que debe tener la familia, tanto pública como concertada”, así como una ley que reconozca la “autoridad pública del profesor”.
Catalunya y la unidad de España
El conflicto catalán y la dependencia del Gobierno de Pedro Sánchez de los grupos independentistas fue el leit motiv de la campaña electoral de PP, Ciudadanos y Vox en Andalucía. Lograron que el debate nacional y la defensa de las banderas eclipsase el debate andaluz. “Tan nuestra es la blanca y verde como la rojigualda”, remarcó Moreno. Su discurso llevaba implícito el primer contragolpe al Ejecutivo de Sánchez desde el sur, de velado rechazo a unos Presupuestos Generales muy beneficiosos para Catalunya, y que el PP interpreta como un gancho para lograr el apoyo de los independentistas.
“Andalucía se opondrá frontalmente a privilegios a otros territorios para sostener gobiernos”, dijo. Luego lanzó una férrea defensa de la unidad de España. “No nos sentimos ni hipotecados ni condicionados por nada ni por nadie al defender la unidad nacional consagrada en nuestra Constitución española”, dijo, y terminó mencionando el Estatuto andaluz como “único límite”.
Ni corrupción ni aforamientos
Bajo la idea de cambio, el candidato popular puso énfasis en desgranar las medidas acordadas con Ciudadanos en materia de regeneración democrática y lucha contra la corrupción. Anunció una auditoría integral en la Junta, una reformar de la Ley de Gobierno andaluz a fin de “limitar a ocho años el mandato de un mismo consejero y de un presidente”; la eliminación de los aforamientos y un proyecto de ley de protección a los empleados públicos que denuncien casos de corrupción; la oficina antifraude, la comisión de investigación parlamentaria sobre el caso Faffe (uso de dinero de una fundación pública de empleo en prostíbulos); la personación de la Junta en el caso ERE; la eliminación por decreto del Consejo Consultivo y de otros entes instrumentales “superfluos”; la reforma de la Cámara de Cuentas “y que sus informes sean de obligado cumplimiento”, así como la despolitización de los órganos de extracción parlamentaria, adelgazar la llamada administración paralela (por decreto ley eliminar entes superfluos) y, por extensión, “acabar con la redes clientelares” que han hecho del PSOE “una clase dirigente acomodada durante cuatro décadas en el poder”.
Si el guión no se tuerce de manera sorprendente, Juan Manuel Moreno será investido presidente del Gobierno andaluz este miércoles con los votos de PP (26), Ciudadanos (21) y Vox (12). Moreno tomará posesión del cargo el viernes en un acto multitudinario -los populares han invitado a casi mil personas- al que está prevista la asistencia del ex presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, de la ex vicepresidenta y candidata fallida a liderar el PP, Soraya Sáenz de Santamaría; el actual líder del partido, Pablo Casado; el dirigente nacional de Ciudadanos, Albert Rivera, y el de Vox, Santiago Abascal. La ex presidenta de la Junta, Susana Díaz, pasará a liderar la oposición y se habrá iniciado el cambio de ciclo político en Andalucía.