Cuando la historia se riega con aceite, da por resultado Baena. La campiña cordobesa narra una cultura milenaria, asentamientos y ocupaciones manifestadas en vestigios como el yacimiento arqueológico de Torreparedones o el barrio de La Almedina. Es un pueblo, dicen, que se desparrama por un cerro sembrado de tejas, de casas blancas apiladas en calles sinuosas y estrechas. Y que restriega pasado y futuro con un lubricante de lujo: el aceite de oliva virgen extra con Denominación de Origen Baena.
Almedina significa 'ciudad' en árabe. Suele ser la zona más antigua de una población, protegida por murallas. También la más alta, como en la metrópoli baenera. Las vías urbanas, su diseño y sus rincones, evocan tiempos y lugares remotos. La plaza de Marinalba y el acceso a través del arco de Santa Bárbara, sobre el que se alza el Crismón de Baena –cruz visigoda símbolo del cristianismo–… O arquitectura religiosa, restos del castillo y la plaza Palacio, centro neurálgico de la presencia musulmana y medieval, presidida por otro emblema: el León Ibérico de Baena.
Las estribaciones subbéticas guardaban también un espacio histórico, un espacio rural que fue la ciudad de Torreparedones, íbera y romana primero, enclave militar durante el medievo y redescubierta en recientes excavaciones. El hoy parque arqueológico estuvo habitado durante unos 3.500 años, de la Edad del Cobre hasta la Baja Edad Media. Ofrece elementos como restos del castillo medieval, un santuario ubicado al sur o la noble de la urbe romana: foro, mercado o decumanus maximus.
De Iponuba a Baiuis
El topónimo procede de Baiuis, propietario de una 'villae' ubicada en el término. Baena ganó importancia a partir del siglo VIII, cuando recibe el reagrupamiento de parte de la población diseminada en la comarca. Abandonaban el vetusto núcleo ibérico y romano de Iponuba, a pocos kilómetros de distancia. Ya en el año 1241 queda en manos del rey Fernando III y se configura una comunidad de repobladores castellano-leoneses, mudéjares y judíos frente al reino de Granada.
La ciudad fronteriza forma parte de itinerarios turísticos como la Ruta del Califato o Caminos de Pasión y disfruta, entonces, un valor particular por el oro líquido de sus aceites. “Es la esencia de nuestras mimadas tierras”, cuentan desde el Consejo Regulador de la DO Baena. Para fomentar el producto han creado una oleoteca virtual que deja vislumbrar olores y texturas creados en almazaras históricas.
Qué visitar
El Parque Arqueológico de Torreparedores y el barrio de La Almedina son paradas de casi obligado cumplimiento. También el castillo, de origen árabe y nombre Bayyana. Existen varios espacios museísticos: el Histórico y Arqueológico, de la Semana Santa y el Museo del Olivar y del Aceite. La arquitectura civil presenta rincones especiales, como plazas, paseos o incluso casas señoriales.
Dónde comer y dormir
Para comer. Además del aceite o los vinos Montilla-Moriles. Platos típicos: carnerete, habas en cazuela, revoltillo baenense, naranjas en aceite, gazpacho, salmorejo… Repostería: gachas con cuscurrones, panetillos de cortijo, torticas de pascua, pestiños, roscos de limón… ¿Dónde? Mesón Asador Los Palancos, Mesón Patio Andaluz La Cruz del Segador, la Taberna Gourmet El Violín… O un singular almuerzo en la Almazara Núñez de Prado, una de las más antiguas de la zona.
Para dormir. De alojamientos rurales como Alameda del Bailón o Hacienda Fuente de la Salud al Hotel La Casa Grande o el albergue Ruta del Califato.