Si solamente tuviésemos la oportunidad de conocer una calle de Granada, ¿por qué elegir Oficios? Porque un capricho de la geografía (o simplemente el destino) quiso que en tan solo 130 metros (si llegan) se levantasen edificios tan emblemáticos de la ciudad como la Capilla Real, La Lonja de Mercaderes o el Palacio de la Madraza. Pero también la hace especial su estrechez, su empedrado, sus ‘otros’ edificios, sus comercios dedicados a la venta de recuerdos y productos tradicionales y artesanales, su museo vanguardista dedicado al artista granadino José Guerrero o esa relajada atmósfera que se respira en ella, pese al constante ir y venir de gente.
Es imposible viajar a Granada y no pasar por esta calle peatonal, en pleno corazón de la ciudad. A cada paso, una sorpresa, monumental y de otro siglo, esperando ser descubierta, y siempre bajo una luz especial que en ocasiones más que brillar, ilumina. El perfecto telón de fondo para soñar con románticas historias de otra época. Y es que mientras caminamos por su irregular trazado haremos un viaje que nos trasladará desde los tiempos árabes hasta la época contemporánea. Empezamos:
Con la Iglesia del Sagrario y la mole de la Catedral de Granada a la izquierda, la calle Oficios nace a las puertas de la Alcaicería. Es un entramado de calles estrechas donde en la actualidad se encuentran numerosas tiendas de recuerdos y artesanía y, siglos antes, se ubicaba el Gran Bazar de Granada y el famoso mercado de la seda nazarí. Éste se extendía desde Plaza Nueva hasta Bib-Rambla, hasta que un un incendio en una tienda de cerillos de la calle Mesones lo redujo a cenizas en 1843. Es otro de los vestigios nazaríes de la capital granadina por el que vale la pena perderse y, de paso, comprar algún que otro recuerdo ‘made in Granada’.
Calle Oficios: el Centro José Guerrero
Tras este enclave singular, la vía continúa con el edificio que Indalecio Ventura Sabatell construyó en 1892 para albergar unos almacenes y que, tras ser imprenta y sede del diario ‘Patria’, fue rehabilitado en 2002 por el arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas para ubicar el Centro José Guerrero de la Diputación de Granada.
Es un museo referencia de creación contemporánea que tiene como misión, además de acoger exposiciones temporales contemporáneas, conocer mejor la vida y obra de José Guerrero, el artista adscrito al expresionismo abstracto.
Se dice que el pintor granadino tuvo su primer estudio a escasos metros de este espacio museístico, en el campanario de la Catedral, como lo tuvo, cuatro siglos antes, Alonso Cano. Se trata por tanto de un lugar especial, cargado de significado histórico y artístico, que, si duda, merece una visita calmada, sobre todo cuando se llega a su sala mirador. Las ganas de abrazar la Catedral desde aquí son irreprimibles.
Muy próximo a este edificio se situaba la gran mezquita, en el lugar que hoy ocupan la Catedral renacentista y la Capilla Real, otra parada imprescindible. Fueron los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, que veían en Granada un símbolo de la unidad de España y el reino cristiano, los que mandaron levantar este templo como lugar de reposo de sus restos mortales.
Su construcción se inició en 1506 de la mano de Enrique Egas y es todo un ejemplo del gótico tardío castellano: planta de cruz latina, con cabeza absidial y coro a los pies; bóvedas de nervios y énfasis decorativo en la parte superior del muro (ventanales sobre una franja con caracteres góticos).
En su interior destacan la reja renacentista del crucero, realizada por Bartolomé de Jaén; el retablo mayor de la Santa Cruz de estilo gótico, que es obra de Felipe Vigarny y está fechado en 1522; y los sepulcros reales tallados en mármol de Carrara. Bajo ellos se encuentra la cripta, con los féretros de plomo de los cuatro monarcas (Isabel y Fernando, Juana la Loca y Felipe el Hermoso) y el príncipe Miguel.
La fachada principal con las imágenes de los santos Juanes (Bautista y Evangelista) quedó dentro de la Catedral y a los pies de la nave, otra portada comunica con la Iglesia del Sagrado. Razones más que suficientes para que la visita a la Capilla Real se haga sin reloj ni móvil.
Actualmente, la entrada para visitarla se realiza a través de la antigua Lonja de Mercaderes, un edificio plateresco con columnas al exterior que fue construido en 1518 por el Ayuntamiento de la ciudad como espacio dedicado a la banca y al comercio. Su balconada gótica de la planta superior constituye uno de los elementos más atractivos del edificio, junto a la Rendición de Granada que la decora, una copia de la obra de Francisco Pradilla.
También es recomendable conocer, una vez en la Capilla Real, el museo ubicado en la Sacristía, ya que atesora, además de una pequeña colección de tejidos (tapiz de la Crucifixión, banderas y guiones del ejército castellano, así como la casulla y dalmática del Rey Católico), obras de especial relación con los monarcas fundadores como el cofre, el espejo, el cetro y la corona de Isabel o la espada de Fernando. Alberga igualmente una magnífica colección de tablas flamencas pertenecientes a la reina católica, así como importantes ornamentos de su reinado.
Y semioculto en un rincón entre la Lonja y la Capilla Real, en un pequeño brocal de piedra blanca detrás de una reja de hierro, el visitante más avispado se encuentra con el último testimonio de la existencia de la Mezquita Mayor de Granada: el Aljibe de la Mezquita.
Palacio de la Madraza
A escasos metros de allí, se ubica el Palacio de la Madraza, cuyo origen se remonta a la Granada nazarí. Fue en 1349, bajo el mandato de Yusuf I, cuando se mandó construir este edificio para albergar el centro de estudios superiores dedicado, entre otras cosas, a las enseñanzas teológicas, la jurisprudencia, la medicina y las matemáticas.
Tras la conquista de la ciudad, pasó a ser sede del Cabildo de la ciudad, donde se reunían los Caballeros que gobernaban la ciudad, hasta el traslado del Ayuntamiento a su actual ubicación de la plaza del Carmen a mediados del siglo XIX.
En la actualidad, y tras varios usos privados, es sede de Extensión Universitaria y uno de los edificios históricos más relevantes de la ciudad de Granada, declarado Bien de Interés Cultural, cuyo interior está ricamente decorado al estilo de la Alhambra, aunque el arco de herradura que da acceso al elegante mihrab es el único espacio del edificio islámico que se conserva.
La fachada es barroca, con portada de piedra, y las ventanas y balcones son de madera e hierro forjado. El palacio se cubre con un techo inclinado de teja árabe, apreciándose un alero con canecillos de madera como decoración, que no deja indiferente a nadie.
Finalmente, y a escasos metros de que la calle Oficios se diluya en la transitada y bulliciosa Gran Vía de Colón, el visitante descubre lo que queda del colegio de San Fernando: su portada de piedra, integrada hoy en día a las dependencias auxiliares de la Catedral de Granada, considerada como la primera iglesia renacentista de España.
Contrastes artísticos, arquitectónicos, multiculturales e históricos que, sin duda, hacen de la calle Oficios una vía imprescindible para disfrutar de unas horas inolvidables en Granada.
Un consejo: Antes de cruzar la verja que separa la calle Oficios de la Gran Vía, de estilo neogótico y cuyo enclave original se encontraba en la plaza de acceso a la Capilla Real, hay que girar la cabeza (y elevar la mirada) y volver a disfrutar, ya a lo lejos, de cada uno de los edificios emblemáticos que descansan en ella. Una imagen con la que merece la pena quedarse. Y si es al caer la tarde, mejor que mejor.