El 28 de febrero, Día de Andalucía, está marcado en el calendario cordobés desde hace unos años como el pistoletazo de salida de la temporada de caracoles. Desde entonces y hasta finales de mayo, en cada barrio, en cada plaza, cordobeses y turistas tienen una cita con la gastronomía que protagoniza este molusco del que se consumen entre 150.000 y 200.000 kilos cada temporada.
Es la cita gastronómica que indica que la primavera ya ha llegado, donde la gente toma la calle esperando a mayo, el mes festivo por excelencia de Córdoba. Desde las 12:00 horas de cualquier día hasta por la noche, estos kioskos instalados en la vía pública con terrazas de mesas y sillas para pequeños y mayores se abarrotan de público ávidos de tomar los tradicionales caracoles. Una cita que se ha podido extender en el calendario cordobés en los últimos años gracias a las granjas de caracoles que los suministran en un período más amplio de tiempo que la propia naturaleza.
Caracoles gordos y chicos, en caldo, con hierbas aromáticas o guisados en salsa, pero también con recetas innovadoras cada año. La clientela, fiel cada año, saliva a comienzos de cada año pensando en la cita que les espera, a la que se lanzan a consumir con avidez los caracoles más tradicionales. Son auténticos expertos que, con destreza, sacan con un palillo el caracol de su concha, beben el caldo aromatizado y se afanan en mojar pan en la salsa hasta chuparse los dedos.
La tradición de tomarse unos caracoles a mediodía o a la caída de las tardes largas de primavera pasa de padres a hijos y, en el medio centenar de puestos diseminados por los distintos barrios, los más pequeños, jóvenes, adultos y mayores se entremezclan en la degustación de estos moluscos, cita a la que invitan a los turistas que pasan por la ciudad.
Los más solicitados son los caracoles pequeños en caldo -donde la sencillez de un buen caldo y la hierbabuena son los protagonistas-, pero para los amantes de sabores nuevos, algunos de los empresarios que se dedican a este plato en Córdoba, añaden cada temporada una receta innovadora donde la imaginación es la protagonista.
Año tras año, se han sumado a esta degustación los caracoles a la serrana -con jamón-, los marineros -con almejas, los de estilo mexicano –picantes y que se comen con nachos-, los caracoles en salsa carbonara -con bacon, nata y queso parmesano-, los que se presentan ‘al infierno’ –que se brasean con chorizo delante del consumidor- o los caracoles en salsa teriyaki -con arroz y pollo-, que se comen con palillos al modo japonés.
Con ayuda del plano de la ciudad o dejándose perder por cada barrio, el visitante puede realizar su propia ruta gastronómica del caracol, a paso lento como ellos, y probar distintas formas de prepararlo. Algunos de los puestos siempre llenos de clientes y que no hay que dejar de visitar se encuentran en la tradicional Plaza de la Magdalena, el situado en la Cruz de Juárez o el que turistas que lleguen en autobús o tren a la ciudad tienen junto a estas estaciones.
La ruta completa por todos los puestos es la que hace el jurado del concurso que en cada temporada valora los caracoles mejor guisados de la ciudad y otorga premios a los responsables de los puestos que los ofrecen. Y, como fin de fiesta, pueden apuntar una fecha: el domingo 14 de mayo. Será el día en que este año 2017 se celebra la Caracolada Popular Ciudad de Córdoba–ya en su octava edición- que congrega a cientos de personas en el espacio abierto de las ‘Setas de Noreña’ en una jornada de convivencia y degustación gratuita donde se reparten más de 1.000 kilos de caracoles guisados.