Unos 160 escalones separan la tierra del cielo en Guadix. Una ascensión que se hace en pocos minutos (o muchos), según la agilidad de cada uno, y permite un paseo inolvidable por las alturas. Literal. La torre campanario de la Catedral de la Encarnación, abierta al público por primera vez tras su restauración, es el mirador más alto de la ciudad y una de las pocas torres con balconada en todo su perímetro, lo que permite disfrutar -suspendidos en el aire- de unas vistas panorámicas únicas: la nieve de la vertiente norte de Sierra Nevada, la Alcazaba, el teatro romano, las innumerables torres e iglesias de la ciudad, el barrio de las Cuevas o la Hoya de Guadix, un capricho de la naturaleza donde el paisaje se transforma en espectáculo.
La visita, hasta ahora desconocida para la ciudadanía, comienza a los pies de las escaleras de acceso que, para sorpresa de muchos, ofrecen una solución arquitectónica como la ideada por el artista italiano Leonardo Da Vinci: la escalera helicoidal, que permite un doble sentido en el mismo hueco. O lo que es lo mismo, una persona puede subir mientras que otra baja por ella sin que ambas lleguen a cruzarse en ningún momento.
Se ofrecen así dos itinerarios con diferentes destinos: el acceso directo a la calle por la fachada de la puerta de San Torcuato y el acceso al interior de la Catedral de Guadix a través de la capilla de la Virgen de Fátima. Este sistema, que supone una gran ventaja para la organización de cualquier visita turística, es poco frecuente. Solo se conoce un caso similar en el castillo de Chambord, una de las construcciones más significativas del Renacimiento francés, situado en el Valle del Loira, a más de 1.500 kilómetros de la ciudad de Guadix.
La casa del campanero
79 escalones después, y tras subir 54 más, el visitante tiene una nueva recompensa: la casa del campanero, que se ha musealizado para reproducir fielmente cómo se habitó en su momento.
En concreto, cómo vivió la familia Montellano, cuyos miembros, durante más de cuatro siglos, fueron los encargados de tocar las campanas, avisar con su toque cuando pasaba algo en la ciudad o mantener en hora el reloj. La casa se encuentra situada bajo el cuerpo de campanas y consta de siete estancias distribuidas en 140 metros cuadrados: entrada, dos dormitorios, salón de estar, cocina, despensa y habitación de los baúles.
El mobiliario que se puede contemplar en cada una de ellas es de finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, y se ha recuperado siguiendo los inventarios que se conservan en el archivo Catedralicio. La última parada es la que crea más expectación ya que sitúa al visitante, 27 peldaños después, en el mismo campanario, cuyas campanas -trece en total- marcan el ritmo de esta ciudad granadina desde hace siglos.
Vistas de 360 grados
La torre de la Catedral de Guadix es, sin duda, el elemento arquitectónico más visible del monumento catedralicio accitano, ya que es posible su contemplación desde cualquier punto del núcleo urbano y alrededores. Ninguna torre catedralicia tiene una presencia tan rotunda en el espacio geográfico. Sus vistas de 360 grados también hacen única su visita. Desde aquí, a más de treinta metros de altura, se puede admirar la amplia historia de esta ciudad granadina, cruce de civilizaciones, a través de sus diferentes monumentos y edificios, e incluso el Castillo de la Calahorra a lo lejos dominando el Marquesado del Zenete.
Al visitante también le sorprenderá la dimensión de las campanas que ocupan los grandes vanos de la torre, donde se podrán leer las dedicatorias impresas a santos y apóstoles.
La torre accitana es de planta cuadrangular de tres cuerpos más remate poligonal y está coronada por la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, aunque originalmente terminaba en una esbelta veleta herreriana, como las torres de las iglesias de Castilla.
Su construcción fue algo en lo que se afanaron prelados y Cabildo, a pesar de las penurias de la fábrica y de los contratiempos en su alzado, y nunca se detuvo, ya que se consideraba un elemento de honor y grandeza el poder elevar la torre para que fuera visible desde los cuatro puntos cardinales de la geografía accitana.
El atractivo que ofrece en la actualidad la Catedral de Guadix, que supone un compendio de historia, arte y tradición religiosa, aumenta considerablemente con esta singular visita a su torre campanario en la que el turista, además de disfrutar (sin exagerar) de unas panorámicas inolvidables, se acerca un poquito más al cielo desde uno de los mejores miradores al sur de Europa.