Tierra de íberos y guerras púnicas. De visigodos y romanos. De constantes escaramuzas entre el reino islámico y el cristiano. Jaén es la eterna tierra fronteriza. Su territorio es testigo de innumerables batallas a lo largo de la historia. En todo este tiempo, su complicada geografía ha facilitado la creación de auténticos bastiones difíciles de asaltar; no en vano, Jaén es la provincia española con mayor número de castillos, vestigios de un pasado que no queda tan lejano. Casi una veintena conforman la formidable Ruta de los castillos y las batallas de Jaén.
La propuesta permite un perfecto road trip por territorio jiennense de norte a sur o viceversa. Unos 300 kilómetros de viaje que ofrecen la oportunidad perfecta de conocer el campo de batalla de algunas de las confrontaciones más importantes de la historia de España, como la de Navas de Tolosa (en 1212 y que supuso el principio del fin del reino islámico) o la de Bailén (en 1808, la primera derrota en campo abierto del ejército napoleónico y un golpe definitivo para acabar con su ocupación).
El eje central de esta ruta es la capital, Jaén, donde se levanta el castillo de Santa Catalina. Una fortaleza que domina no sólo la ciudad, sino también buena parte de la provincia desde el cerro que lleva el mismo nombre.
Las primeras huellas de asentamientos en la zona datan de los íberos, aunque también el cerro fue ocupado por fenicios, cartagineses y romanos. En el siglo VIII los árabes construirían una alcazaba, que pasaría a manos cristianas en el siglo XIII tras la victoria del rey Fernando III. Los siguientes monarcas españoles hicieron diversas modificaciones a lo largo de los siglos, hasta que a comienzos del XIX las tropas napoleónicas se instalaron durante el periodo de ocupación realizando nuevos cambios. A mediados del siglo XX el espacio fue adquirido por el ayuntamiento y hoy la fortaleza incluye la capilla de Santa Catalina, patrona de la ciudad y el Parador de Jaén.
Su interesante visita y sus bonitas vistas son un excelente punto de partida para conocer un área que supone la mayor concentración de fortalezas de toda Europa. No muy lejos, a poco más de media hora hacia el norte, se encuentran los castillos de La Tobaruela y Santa Eufemia, en Linares. Este último ubicado en la ciudad íbero-romana de Cástulo, uno de los asentamientos arqueológicos más singulares e importantes del continente europeo.
Muy cerca, el Castillo de Vilches ofrece unas espectaculares vistas sobre Sierra Morena y los valles de los ríos Guadalén y Guarrizas. El término municipal también acoge las ruinas del castillo de Giribaile, construido en el siglo IX por los almohades. A su alrededor se extienden los restos de la gran muralla de la ciudad íbera de Orisia, así como las Cuevas de Espeluco, utilizadas por el pueblo íbero como lugar de culto. Un entorno perfecto para el senderismo.
Hacia el oeste, la Autovía del Sur (A-4) es una buena opción para dirigirse hacia Baños de la Encina, una bonita localidad donde destaca el Castillo de Burgalimar. Su estampa impresiona desde kilómetros: una quincena de torres protegen lo que fue una enorme ciudadela amurallada digna de Juego de Tronos. De hecho, en 2010 fue escenario de la película El Capitán trueno y el Santo Grial, protagonizada por Sergio Peris-Mencheta y Natasha Yarovenko. Se levantó a comienzos del siglo XII, convirtiéndolo en uno de los más antiguos y mejor conservados de toda al-Ándalus.
Desde allí, la autovía sigue rumbo sur hasta Bailén, que dedica un interesante museo a la batalla sucedida el 19 de julio de 1808, cuando las tropas españolas lideradas por el General Castaños conseguían derrotar a las napoleónicas. El acontecimiento histórico se recuerda cada año en la ciudad: durante un fin de semana de octubre, su ciudadanía recrea el enfrentamiento gracias a la participación de alrededor de medio millar de personas en un espectáculo que bien merece la pena.
Más al sur se accede a Andújar, donde aún se pueden ver algunos de los restos de las viejas murallas de la ciudad y, de paso, saborear el centro de esta bonita localidad, declarado Bien de Interés Cultural en 2007.
A partir de ahí, pequeñas carreteras autonómicas y comarcales sortean millones de olivos para dirigirse hacia el Castillo del Trovador Macías en Arjonillas, el aljibe del castillo de Arjona y el castillo de Lopera, ya junto a la provincia de Córdoba y uno de los mejores ejemplos de las construcciones de la Orden Militar de Calatrava en Jaén. También las murallas y la torre de Bobadil en Porcuna, levantada en el siglo XV por la Orden Calatrava y donde cuenta la tradición que estuvo preso Boabdil, el último rey de Granada, tras ser capturado en la batalla de Lucena.
De nuevo en las cercanías de la capital jiennense, los dos castillos de Martos y el de Torrendojimeno componen otro trío de bonitos recintos fortificados. Y muy cerca se levanta la de Alcaudete, imponente y que alberga en su interior un centro de interpretación dedicado a su historia. Y donde se celebran diferentes actividades y cenas teatralizadas para vivir una experiencia única. Sin embargo, el punto más destacado al sur de Jaén es el que pone punto y final a esta Ruta de los castillos y las batallas. Se trata de la imponente Fortaleza de la Mota, en Alcalá la Real.
Desde lejos, ya sea desde las llanuras de cereal de la Ribera Baja o el mar de olivos que se extiende hacia el este, el recinto parece totalmente en funcionamiento gracias a los trabajos de investigación y restauración realizados. Se trata de uno de los sistemas defensivos más complejos de al-Ándalus, debido a que fue el punto fronterizo entre los Reinos de Granada y de Castilla durante más de siglo y medio.
Se accede a través del arrabal -uno de sus tres recintos fortificados- para descubrir luego la medina y el alcázar, junto al que también se levanta la Iglesia Abacial, cuyo interior parece el de una catedral por su gran monumentalidad. Todo el conjunto se puede visitar con anfitrión gracias a la red de Ciudades Medias de Andalucía.
Eso sí, no hay que perder la oportunidad de subir, al otro extremo de la ciudad, a la ermita de San Marcos. Allí existe un mirador que permite disfrutar de una visión completa de toda la Fortaleza de la Mota. Una perfecta imagen final para el recuerdo de este recorrido por tierras jiennenses entre castillos y batallas.