Miradores de Arcos de la Frontera, el pueblo que vive sobre una peña
En Arcos de la Frontera hay mucho que ver. La oferta cultural y de ocio que ofrece la localidad gaditana es muy variada y, entre sus grandes atractivos, se encuentran sus miradores. El visitante se los puede encontrar en el casco histórico, pero también los hay a las afueras y todos ellos atesoran algún atractivo único.
El pueblo está situado a lomos de una gran peña que garantiza unas vistas espectaculares, y hay que sacar el mayor provecho de esa privilegiada circunstancia. El macizo tiene unos 100 metros de altura y un kilómetro y medio de longitud, forjado por el río Guadalete a lo largo de miles de años.
El punto de partida obligado en esta ruta es la plaza del Cabildo. Allí se encuentra, quizá, el mirador más conocido del pueblo por su especial ubicación. Desde este espacio, además de contemplar la imponente arquitectura de la Basílica Menor y la Plaza del Cabildo, podemos avistar el Valle Medio del Guadalete con sus huertas y tierras de labor, así como de la Sierra de Dos Hermanas, la Sierra de la Sal y enclaves como Medina Sidonia.
Es una plaza donde se debe visitar el Parador de Arcos, que ofrece una panorámica excepcional. Tomar un café en su terraza es una delicia, se esté o no hospedado en este edificio, que era la antigua Casa del Corregidor. El coche se puede aparcar en el aparcamiento subterráneo de la Plaza de España, que está a una distancia asequible caminando desde el centro.
Muy cerca de la plaza del Cabildo, y siguiendo las laberínticas calles del centro, se llega caminando al mirador de Abades, detrás de la iglesia de San Pedro. Desde aquí se contempla el discurrir del río Guadalete por varias de las zonas más significativas del casco urbano, como es el Barrio Bajo o de María Auxiliadora y su imponente Puente de Hierro, llamado de San Miguel.
Ir de un mirador a otro no supone ningún esfuerzo porque las calles arcenses están salpicadas de bares. Merece la pena probar el abajao, que es un plato típico de Arcos. Aparentemente puede parecer una tortilla, pero con una base de espárragos y de pan moreno. Se trata de una sopa que queda solidificada. Es la especialidad de la taberna Jóvenes Flamencos, que se puede encontrar cerca de la oficina de turismo, un punto de encuentro para los turistas por su belleza y utilidad.
El mirador de San Agustín es otro enclave interesante dentro del casco histórico. Su elevada altura permite contemplar uno de los meandros del río Guadalete y las sierras de Barranco y de Bornos, pudiéndose ver desde también parte del recinto amurallado de la ciudad (Torre de San Antón), el embalse de Arcos e incluso la localidad vecina de Villamartín. El mirador de la Peña Vieja también puede resultar interesante en un paseo por el centro.
Hay que tomar el coche para disfrutar de las vistas desde el exterior, siempre con la Peña como gran referente. En muchos de estos miradores hay una zona donde se puede dejar el coche con cierta facilidad y eso facilita enormemente la visita. Son muchas las opciones en la circunvalación, pero se recomiendan las vistas de la Peña Nueva desde Los Cabezuelos o desde La Huerta, en dirección a Algar y El Bosque.
No se puede olvidar la posibilidad de visitar la zona del Santiscal, donde se encuentra el lago de Arcos. Desde allí se puede disfrutar de unas vistas de Arcos completamente diferentes y, además, resulta muy relajante tomarse algo en la terraza del hotel mesón La Molinera junto a la serenidad del lago.