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Más información: http://maa.centrodeestudiosandaluces.es
No es de extrañar que los vecinos de Coria del Río conocieran al peculiar edificio como 'El Castillo'. Su fisonomía, su arquitectura y su ubicación sobre una loma le daban ese aspecto. Pero si actuaba como fortaleza, lo hacía únicamente en defensa de la identidad andaluza, de los valores humanistas, del respeto al entorno. Fue la casa de Blas Infante. El hogar que él mismo diseñó y construyó con la ayuda de jornaleros y maestros artesanos árabes. Fue bautizado como Dar al-farh (La Casa de la Alegría) y, hoy, la singular construcción es parte del Museo de la Autonomía.
Este espacio cultural, además de ayudar a conocer la figura del padre del andalucismo, invita a recorrer el proceso histórico que llevó al pueblo andaluz a la consecución de su autogobierno.
Ubicado en Coria del Río, el museo permite adentrarse en los entresijos de la construcción de Andalucía como comunidad. Y, para ello, ofrece las principales claves de la historia más reciente de la comunidad autónoma. “Ayuda a entender de dónde viene todo, los símbolos, las bandera, cómo se recupera la democracia y se negocia el 28F o la importancia del estatuto de autonomía”, cuenta Mercedes de Pablos, directora de un museo con una clara vocación de educativa, así como de difusión, conservación e investigación del pasado reciente de Andalucía.
Para todo ello, el recinto acoge también más de 1.200 metros cuadrados para exposiciones temporales que siempre ayudan a recordar que la historia sigue viva. “La estamos escribiendo todos hoy y hay que seguir escribiéndola”, añade de Pablos. El lugar acoge también al grueso del equipo e instalaciones del Centro de Estudios Andaluces y la realización de diferentes actividades, como presentaciones o conciertos, en los jardines.
Visita habitual de escolares andaluces, el recorrido arranca con una sala audiovisual que, más allá de explicar los contenidos del centro cultural, contextualiza el Ideal Andaluz, una de las obras más importantes de Blas Infante. “Un vídeo que también explica por qué se le considera como el padre de autonomía andaluza”, subraya De Pablos.
La constitución de Antequera de 1883, que ya incluía la igualdad de hombres y mujeres es uno de los primeros contenidos en ser desarrollados. “Sirve para demostrar que, aunque se piense que Andalucía siempre ha estado atrasada, aquí ha habido vanguardias. Y ese texto es un buen ejemplo”, añade la directora del museo.
Objetos, fotografías y reproducciones ayudan a entender el contexto histórico andaluz durante la Guerra Civil y la posterior dictadura, pero también hay un gran protagonismo de la etapa tras la muerte de Franco: desde las papeletas, urnas y manifestaciones hasta el referéndum, así como las banderas originales de Andalucía (que la mujer de Infante cosió para la asamblea de Ronda de 1918) o fotografías de la historia de la región, que completan las salas del museo.
Este paseo por las raíces de la comunidad ayuda a entender lo andaluz, el andalucismo y cómo un notario nacido en la humilde localidad de Casares (Málaga) tuvo tanta importancia en todo el proceso de asentamiento previo de la autonomía. “Siempre estuvo obsesionado con el orgullo de Andalucía, con recuperar la carga histórica y filosófica del territorio y en defender a los que menos tenían”, aclara Mercedes de Pablos.
La visita al Museo de la Autonomía también ofrece la oportunidad de visitar la casa de Blas Infante. Y no sólo su exterior, donde el casareño decidió plantar árboles y una huerta con productos autóctonos como homenaje a Andalucía, sino también su interior, al que se accede por una pequeña puerta.
El inmueble fue adquirido por la Junta de Andalucía a comienzos del siglo XXI, declarado Bien de Interés Cultural en 2006, abierto al público cuatro años más tarde y reconocido como primer Lugar de Memoria Histórica a finales de 2011. “Es el mejor de los escenarios posibles para entender quién es Blas Infante”, afirma la directora del espacio.
La arquitectura interior ayuda a comprender ciertos aspectos de la filosofía personal de Infante. Desde el dormitorio repleto de repujados inspirados en La Alhambra al comedor donde se pueden observar estupendos frescos que representan tanto la leyenda de la Peña de los Enamorados de Antequera como dos paisajes de Isla Cristina de los que Blas Infante guardaba un gran recuerdo tras su estancia en esta localidad onubense.
Más allá, las salas donde una gran cantidad de azulejos representan algunas de las andanzas de El Quijote o la biblioteca personal del ideólogo andaluz, con más de 1.500 títulos de las más diversas materias, sorprenden al visitante.
Pero son también los elementos dispuestos en las diferentes habitaciones y las nuevas tecnologías las que terminan de representar al personaje y su contexto: su gran defensa de la dignidad y la calidad de vida de los jornaleros, sus aficiones, sus intereses, su trabajo por el andalucismo, cómo compuso el himno con la ayuda del maestro Castillo, algunos de los cuadros que realizó... Adentrarse en La Casa de la Alegría se convierte así en la mejor manera de entender completamente a uno de los personajes más importantes de la historia de Andalucía.
“Blas Infante fue un hombre capaz de soñar unos símbolos en los que sus conciudadanos, un siglo después, nos sentimos vinculados y representados. Son símbolos de paz, de alegría, de universalidad, igualdad y ciudadanía. De humanidad. Y no hay nada más moderno que todo ello”, concluye Mercedes de Pablos, que aclara que el nacionalismo que Infante defendió siempre fue “inclusivo, construyendo una Europa de los Pueblos”.
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