Siete razones para visitar la Sierra de las Nieves esta primavera
La estación primaveral es perfecta para conocer la naturaleza en ebullición de la Sierra de las Nieves. La montaña se viste colores, los ríos bajan alegres tras las lluvias invernales y el sol caliente pero sin quemar, facilitando las excursiones también por los bonitos pueblos blancos de la comarca. De paso, nos acercamos a algunos de sus restaurantes y descubrimos rincones para descansar unos días a apenas una hora de la Costa del Sol. Estas son las siete razones para visitar la Sierra de las Nieves durante esta primavera.
1. Su naturaleza en plenitud
Este es, probablemente, el aspecto que más defina a la Sierra de las Nieves, un Parque Natural declarado por la UNESCO como Reserva de la Biosfera será en 1995 y que pronto será Parque Nacional. Los pinsapares, distribuidos principalmente en los términos de Yunquera y Tolox, son su joya. Se trata de una especie de abeto endémico del sur de España y el norte de Marruecos de las que existen en el mundo unas 8.500 hectáreas, 8.000 de ellas en esta comarca malagueña.
Más allá, este entorno natural es rico en formaciones espectaculares como el Tajo de la Caína, de más de cien metros de desplome, importantes simas, cañones y otras muchas formaciones surgidas en la piedra caliza.
Entre su fauna destacan grandes ejemplares de cabra montés, así como muflones, gamos, gato montés y meloncillos. En sus ríos aún se pueden encontrar nutrias y sus cielos son surcados por enormes buitres leonados, que comparten territorio con el águila real, el halcón peregrino, el búho real o el cárabo, entre otros muchos.
2. Una gastronomía donde manda la tradición
Como en la inmensa mayoría de zonas rurales de Andalucía, la gastronomía de la Sierra de las Nieves sigue ligada a la tradición. De ahí que aún tengan vigencia recetas ancestrales como la sopa de los siete ramales de El Burgo, a base de tomate, pimiento, cebolla, ajo, pan, patata y espárrago. Una receta parecida a las de otros platos de cuchara de la zona como el caldo poncima de Alozaina o la sopa tolita de Tolox.
También destaca el cultivo de la aceituna aloreña, la única con Denominación de Origen en España, que se suele aliñar con hierbas y hortaliza de la zona como ajo, hinojo, tomillo y pimiento.
“Siempre buscamos dar protagonismo a los productos locales”, cuenta Francisco José Romero, propietario del restaurante La Cocina del Zarcillos, cuya especialidad es carne a la brasa pero que también disponen de otras muchas propuestas. Su sentir respecto a los ingredientes de la cocina es similar al de otro muchos negocios de este territorio, donde es relativamente fácil encontrar buenos platos a base de chivo o cordero, numerosas y sabrosas hortalizas e incluso mosto local.
Para conocer esta tradición gastronómica hay otros muchos establecimientos, desde La Alberca o La Lola en Tolox a Enara en Yunquera, pasando por el restaurante Albacar en Monda, el Refugio de Juanar en Ojén, Barón en Istán o la venta El Rivita en la aldea de Jorox.
3. Paraíso del turismo activo
El agua y el viento han horadado pacientemente la piedra caliza que protagoniza el paisaje de la Sierra de las Nieves. Por eso, este lugar posee un universo subterráneo formado por grutas, cavernas y simas. De hecho, la denominada Sima de la Luz es la mayor de Andalucía y la tercera del mundo con más de 1.100 metros de profundidad conocida, porque las investigaciones siguen en activo.
También hay numerosas cuevas que dan pie a la práctica de la espeleología, aunque sobresalen especialmente los cauces de río y cascadas que suponen un paraíso para quienes aman el barranquismo. “Esta es una de las mejores zonas para la práctica de este deporte, porque es un área más tranquila y la naturaleza es increíble”, cuenta Elena González, responsable de la empresa Aventúrate, que ofrece numerosas posibilidades de turismo activo.
La cascada de La Rejía, a las afueras de Tolox, es un buen ejemplo de ello, pero también los barrancos de Jorox, Horcajuelos o Aguilera. La escalada es también otra buena opción con numerosas vías ferratas en diferentes áreas de la comarca. La Rejertilla, firma ubicada cerca de El Burgo, también dispone de planes de ocio en la zona, así como alojamiento.
4. Rincones de desconexión
Una piscina, un buen libro, un refresco de cítricos de la zona y sol. La tranquilidad en muchas zonas de la Sierra de las Nieves ofrece rincones únicos para desconectar y disfrutar de un buen descanso sin necesidad de viajar grandes distancias ni de esperar a la llegada del verano.
A poco más de una hora de la Costa del Sol, la comarca esconde pequeños paraísos como The African House, alojamiento a las afueras de Tolox con tres habitaciones dobles, piscina y unas preciosas vistas panorámicas a la comarca.
También llaman la atención las instalaciones de El Balneario de Tolox. En su término municipal también se encuentran opciones como las casas rurales Verde que te quiero verde -junto al río Grande- o el hotel Cerro de Híjar, cuyo lema un 'El balcón donde habita el silencio' lo dice todo. “El sitio ofrece una tranquilidad increíble, es perfecto para descansar”, explica Eugenio Llanos, uno de sus responsables.
El Cortijo Capellanía en la carretera de El Burgo es otra posibilidad, La Posada del Ángel ayuda a descubrir el casco urbano de Ojén y su entorno y el Castillo de Monda ofrece también una opción diferente para sentirse parte de la historia y disfrutar de las vistas a al Valle de Guadalhorce, las Sierras de las Nieves y la bahía de Málaga.
5. Senderismo
Las más de 20.000 hectáreas de Parque Natural ofrecen muchísimas posibilidades para la práctica del senderismo, más aún tras las lluvias invernales, que han facilitado una increíble explosión de color en la comarca.
La mayoría de rutas tradicionales están bien señalizadas y cuentan con paneles de información en sus inicios, así como diferentes indicaciones a lo largo del camino. Existen opciones para todos los públicos y niveles de dificultad.
Una perfecta opción para la primavera es pasear junto a la ribera del río de los caballos, que cuenta con algunas pozas para darse un chapuzón. Su cauce se cruza en diferentes ocasiones por unos bonitos puentes de madera hasta alcanzar El Charco de la Virgen, una bonita cascada. La ruta puede acabar ahí o continuarse hasta La Rejía, la mayor cascada de Málaga, desde donde otro camino lleva de vuelta a Tolox.
Junto a Casarabonela existen también muchas opciones, como la ruta que asciende hacia el pico Alcaparaín o la que acerca hasta la Sierra Cabrilla. Entre los senderos más visitados se encuentran también los que recorren el pinsapar de Yunquera desde Puerto Saucillo, así como el Peñón de los Enamorados o el pico de La Torrecilla, el segundo más alto de la provincia malagueña.
6. Sus pueblos
Son nueve pueblos blancos los que conforman la Sierra de las Nieves. En ellos residen unas 20.000 personas y todos rondan los 2.000 habitantes. Se trata de Alozaina, Guaro, Ojén, Casarabonela, El Burgo, Istán, Monda, Yunquera y Tolox, municipios que conforman una preciosa y diversa imagen rural andaluza. Al sur y casi ligando con la Costa del Sol destaca Istán, rodeado de una excepcional naturaleza y al que se llega por una carretera de montaña no apto para quienes se mareen. Muy cerca se ubica Ojén, a apenas unos kilómetros de Marbella y donde también destaca el entorno natural.
Tolox se ubica en el corazón del Parque Natural. Sus fachadas blancas conforman una bonita imagen en la que destaca el barrio del castillo, con minúsculas callejuelas y bonitos pasadizos. En el centro histórico también destacan los graffitis que colorean algunas de sus callejuelas. Alrededor del municipio se levantan Guaro y Monda, localidad coronada por su castillo. También Alozaina, donde aún se conservan partes de sus antiguas murallas, así como Yunquera y Casarabonela, cuyas ruinas del viejo castillo hoy conforman un estupendo mirador.
Más al norte, El Burgo y su paisaje marcado por el río Turín se mezclan ya con la Serranía de Ronda.
7. Amplia tradición artesanal
Aunque las artesanías ya no ocupan el lugar que tuvieron hace no demasiadas décadas, los pueblos de la Sierra de las Nieves aún acogen a un ramillete de artesanos y artesanas que mantienen vivas algunas de las tradiciones más viejas de la comarca. Enea, esparto, mimbre, cuero, madera de pita o hoja de palma son algunos de los materiales más utilizados, todos surgidos del entorno naturaleza los pueblos de la zona. Con ellos aún se elaboran elementos de uso diario, aunque cada vez van más destinados a convertirse en souvenirs turísticos.
Escobas fabricadas con caña de río y hojas de palmito, cuencos y cubiertos esculpidos pacientemente en la madera de pita, olivo o encina, pleitas de esparto para la elaboración de quesos, zurrones de piel para los pastores, cestas de mimbre... Son muchas las posibilidades gracias a productos naturales hoy cada vez más sustituidos por el plástico.
Además, aún quedan restos de las viejas eras donde se trillaban cereales y legumbres, mientras que en las montañas aún se pueden encontrar los neveros donde antiguamente se acumulaba el hielo y viejos hornos donde se calcinaba la piedra caliza para la obtención de cal.
Igualmente, sobre todo en Tolox y Yunquera, aún quedan productores de mosto en pequeñas cantidades gracias a las pocas viñas que sobrevivieron a la plaga de filoxera del siglo XIX.