Posiblemente quienes se acercan a sus puestos no saben cómo se deconstruye una tortilla, pero todo el mundo tiene muy claro dónde deben comprar los alimentos para que las cosas funcionen como siempre. Que el tomate sepa a tomate y que el pescado sea fresco de verdad y de la zona, y no llegado desde el último confín del mundo.
Por eso las plazas de abastos de Sanlúcar y Chipiona, en Cádiz, son dos buenos ejemplos de que el ciudadano de a pie es fiel a las costumbres de toda la vida. ¿Para qué acudir a una gran superficie si tiene el mejor género al lado de casa? En eso se sustenta este negocio, que debe pelear con los grandes supermercados para mantener la clientela, aunque basta con dar un paseo un sábado cualquiera para comprobar que hay cosas que no cambian.
El mercado de Sanlúcar se encuentra provisionalmente en la Calzada del Ejército mientras se llevan a cabo las obras de rehabilitación en la Cuesta de Belén. Una enorme carpa de 95 metros de largo por 14 de ancho acoge a todos los puestos, que tienen fama de ofrecer calidad y que son un reclamo para el visitante, que ya sabe que le puede salir bastante más rentable que consumirlo directamente en Bajo de Guía.
“Cuando venimos a este mercado lo hacemos por dos motivos: por la calidad y por el ambiente. El precio quizá no sea tan barato, sobre todo en el mercado o en el marisco, pero la verdura es muy buena y, además, es muy divertido venir, dar un paseo, desayunar y vivir de cerca lo que se forma aquí”, dice Manuel, un veterano cliente.
Cuesta dar un paso a media mañana por este mercado, con la seguridad de que los mejores productos en pescado y marisco se agotarán antes del mediodía. Para conseguir lo mejor y al mejor precio madrugan los lugareños y también los forasteros que ya concen los puestos punteros. De ello se benefician los comerciantes de la zona, como la churrería anexa a estas instalaciones. “Entre semana está la cosa más tranquila, pero los sábados son muy buenos para el negocio. La gente sabe que aquí va a encontrar cosas que no hay en el súper y esto le da mucha vida al pueblo”, señala Marisa, la churrera.
En la entrada del recinto se ve un cartel que informa del proyecto de la remodelación de la antigua plaza de abastos, algo que no interesa mucho a los comerciantes locales. Esteban, uno de los pescaderos, dice que “quedan dos años para que volvamos a la otra plaza, pero aquí estamos mucho mejor aunque esté montado en plan provisional. Aquí se aparca más fácil y está de paso para todo el mundo. La gente sigue viniendo porque saben que ofrecemos calidad. Aquí no hay nada descongelado que viene de por ahí, los productos son de la lonja de Bonanza y eso es una garantía”.
El mercado de Chipiona está notando algo más las obras de rehabilitación que se están realizando en sus instalaciones, pero esto no le hace perder atractivo. El turista que acude a Chipiona parece hacerlo más durante el verano, mientras que Sanlúcar recibe a sus visitantes con mayor regularidad durante todo el año. Por eso la plaza chipionera abre sus puertas incluso los domingos en los meses veraniegos.
Ahora algunos puestos están cerrados y no reciben el caudal de clientes que se ve en Sanlúcar, pero sigue teniendo mucho tirón para los que buscan un buen género. “Ahora no hay muchos puestos abiertos, pero sé que lo que compro aquí es bueno y por eso me merece la pena venir. Por el camino desde mi casa me encuentro con muchos puestos ambulantes sin licencia y eso no debería ser. Yo sigo comprando en la plaza porque me da una tranquilidad que no tengo en los grandes supermercados ni en la calle”, comenta Fernando, un habitual comprador de este mercado.
No se puede visitar la plaza de Sanlúcar y no llevarse algunos de sus productos más típicos. Los langostinos pueden costar un 25% de su precio en un restaurante y son de obligado cumplimiento, aunque las gambas le hacen una seria competencia. Son también muy valorados los huevos de choco y las acedías. En Chipiona también hay muy buen pescado, pero lo complementario sería probar sus productos de la huerta, con los tomates, calabacines y patatas como grandes protagonistas.
Como sucede en Sanlúcar, son muchos los comercios que conviven con el mercado, como la churrería La Plaza, todo un clásico en la calle Miguel de Cervantes. “Los fines de semana se echa de menos a la clientela fija del día a día”, lamenta Antonio Luis Pérez, propietario de uno de los bares de la zona, que lamenta que en Chipiona se puede estar perdiendo algo esa tradición de acudir a la plaza de abastos por las incomodidades que producen las obras.
Pero la actividad no cesa en el mercado chipionero, donde se ofrecen productos de cosecha propia. “Las lluvias de esta semana me han fastidiado porque he perdido algunas cosas buenas, pero preferimos ofrecer algo de la tierra, algo propio, para que los clientes sigan viniendo buscando lo que sólo se encuentra en el pueblo. Vienen muchos sevillanos porque aquí las verduras saben a lo que tienen que saber. Les recuerda a lo que comían cuando eran niños”, relata Isabel, una de las tenderas. Sanlúcar y Chipiona, dos plazas de abastos con gran reputación y que son, per se, un atractivo para el turismo.