Sánchez y Díaz se despiden de la paz en campaña antes de reabrir la guerra por el control del PSOE andaluz

Pedro Sánchez y Susana Díaz se han despedido este miércoles de la paz que sellaron hace un par de meses con la vista puesta en el ciclo electoral. “Si ganamos el 26 de mayo como ganamos el 28 de abril a mí me da, Susana, que muy pronto Andalucía volverá a ser gobernada por el PSOE”, le ha dicho el presidente en funciones a la que hace justo dos años fue su rival en las primarias que rompieron el partido en dos. El sueño de Díaz es recomponerse de la debacle de las andaluzas de diciembre con victorias en las generales y en las municipales con idea de volver a gobernar la Junta. Pero ese no es el plan de Sánchez, que ha demostrado en los últimos años que suele ganar las batallas que da.

En Ferraz tienen claro que el futuro del PSOE andaluz no pasa por Díaz, a la que dan por amortizada. Tras la guerra interna, la entonces presidenta andaluza se recluyó en Andalucía y la dirección de Sánchez le dejó hacer. Pero la pérdida del Gobierno autonómico por primera vez en 36 años fue la gota que colmó el vaso para Sánchez, que llegó a señalar la puerta de salida a Díaz.

Ante la cercanía de las elecciones, la dirección socialista se decantó por darle una tregua a Díaz, aunque pronto se la saltó para iniciar el primer episodio dentro de la guerra de desgaste con la que esperaban verla caer “como fruta madura”. Ferraz intervino las listas del PSOE andaluz al Congreso y el Senado allí donde los susanistas se habían negado a pactar.

Cuatro secretarios provinciales afines a Díaz se avinieron a pactar sus listas con Ferraz, en otras dos provincias hubo un reparto al 50% de sanchistas y susanistas, pero en Sevilla y Cádiz el golpe de mano de la dirección federal fue notorio. Ahí es donde se concentra el último bastión de fieles a Díaz, y donde Ferraz ejerció toda su fuerza para descomponer ese poder orgánico. Se trastocó la decisión de las bases y, por extensión, de las direcciones provinciales más próximas a la expresidenta. El núcleo duro de Susana Díaz quedó dilapidado, y ella dijo “tomar nota”.

La estrategia fue entonces la del ‘divide y vencerás’. Los de Sánchez están convencidos de que será la propia federación andaluza la que dé la espalda a Díaz obligándola a dar un paso atrás. Un síntoma de ese rechazo lo atribuyen a las cuatro provincias cuyas direcciones optaron por pactar con Madrid los miembros de las candidaturas del 28A.

Renovar las diputaciones

El siguiente movimiento de la dirección federal busca renovar las ocho diputaciones provinciales andaluzas, último soporte político y económico de Díaz, y lo hará con la misma estrategia que usó para controlar las listas de las generales. “El poder no está en lo orgánico sino en las instituciones, donde se manda, donde se mueve el dinero”, dice una persona próxima a Sánchez, convencido de que el desmontaje paulatino del poder de Díaz es “más efectivo” que una gestora que algunos dirigentes en Ferraz alentaron tras las autonómicas para hacerse con el control del PSOE andaluz por las bravas.

La próxima batalla está a punto de producirse a costa de los nombramientos en las diputaciones provinciales, donde trabajan como asesores decenas de exalcaldes y exdiputados que perdieron su puesto en las últimas elecciones. Muchos de ellos colocados allí por la ejecutiva regional del PSOE. Nada más pasar las elecciones del 26 de mayo, el PSOE ha dado un plazo de cinco días a las direcciones provinciales para designar a los concejales que serán nombrados miembros de las diputaciones.

La intención de Ferraz y del PSOE andaluz es llegar a entendimientos -sus secretarios de Organización se han citado para la semana que viene-, pero la dirección de Sánchez tiene la última palabra. Si la propuesta que llega de las provincias –en este caso andaluzas– no le gusta, puede cambiarla en la Comisión Federal de Listas hasta el 7 de junio. La operación se repetirá con las presidencias de esos órganos provinciales: será Madrid quien decida en última instancia quién los pilota y es, por tanto, quien riega de dinero y poder a los cargos socialistas que perdieron esa posición al salir de la Junta. Fuentes de la dirección socialista aseguran que no tendrán ningún reparo en imponer su criterio.

Los estatutos del partido permiten a la dirección federal intervenir un órgano regional o provincial en caso de “indisciplina”. El pulso más fuerte, como ocurrió en la confección de las listas para las generales, estará en la renovación de las diputaciones de Sevilla y Cádiz, donde se concentra el mayor bastión susanista. En las cuatro donde hubo pacto para el 28A -Málaga, Huelva, Granada y Jaén- no habrá problemas; en Almería y en Córdoba las diputaciones son de menor peso, pero las provincias sevillana y gaditana son “el símbolo” a conquistar por los sanchistas.

El PSOE andaluz no termina de creérselo y no oculta su indignación por que hayan aflorado estos “movimientos de guerra interna” a cuatro días de acudir a las urnas. El relato oficial de la ejecutiva regional es que existe “una predisposición al diálogo y al entendimiento compartida con Ferraz”. Es el mismo discurso previo a la confección de las listas de las generales, donde los desencuentros hicieron más ruido mediático que los acuerdos.

En el entorno de la expresidenta sólo dan credibilidad a sus “interlocutores orgánicos directos”, esto es, el secretario de Organización, José Luis Ábalos, y su mano derecha, Santos Cerdán, y se quejan de “aquellos andaluces que están en Ferraz, pero sin mando en plaza, o que no están en Ferraz, pero hablan en su nombre”. Se refieren al alcalde de Dos Hermanas, Francisco Toscano, persona de la confianza directa del presidente del Gobierno; Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, ahora miembro de la Mesa en el Congreso, o al diputado sevillano Francisco Salazar, también miembro de la dirección.

Díaz, a la defensiva

Pese a todo, el PSOE andaluz habla de paz, pero está preparado para la última guerra interna, consciente de que sin el soporte político y económico de las diputaciones su liderazgo quedará tocado de muerte. Todos los movimientos orgánicos de Susana Díaz desde las autonómicas han sido defensivos. Se parapetó tras los ocho secretarios provinciales nada más confirmarse su derrota el 2 de diciembre, porque a ninguno de ellos les convenía reabrir el pulso con Madrid a las puertas de las municipales.

Pero esa lealtad entre Ferraz y San Vicente se pondrá a prueba después del domingo, cuando toque la composición de las diputaciones. “Si quisieran dar un golpe de mano en las diputaciones, ya tenían que haberlo dado”, dice un dirigente regional, para señalar que “no hay tantos sanchistas en los puestos de salida para las alcaldías” para que Ferraz los meta en las diputaciones por delante de los susanistas.

La lectura de la dirección federal es otra: no necesitan tener sanchistas en las candidaturas municipales porque, con Sánchez en el Gobierno y Díaz fuera de la Junta, habrá “un trasvase natural de lealtades”. Quien hoy es susanista, mañana será sanchista, arrimándose a quien ostenta el poder económico. De las ocho diputaciones provinciales, la de Sevilla es la más potente y la más claramente alineada con Díaz, dirigida por uno de sus padrinos políticos, Fernando Rodríguez Villalobos. Es el último bastión de alianzas susanistas, con un presupuesto anual de 453 millones de euros, regados por alcaldías de la provincia que juran fidelidad a la expresidenta.

Fuentes de la dirección del PSOE aseguran que en Andalucía ya hay cargos que llaman a su puerta y que han girado del susanismo. El plan de Sánchez no es que Díaz siga al frente del PSOE en Andalucía, aunque en Ferraz también dicen que se le buscará una “salida digna”. Con el PSOE en el Gobierno, aumentan las posibilidades.