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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Todos contra todos

Prevaricación García tiene una emergencia social. La secretaria de estado del Malestar pide que la pobreza infantil no marque el debate político. “Pase lo que pase, te seguiré amando”, escribe en la pared alguien que usa las cuerdas vocales para mostrar su absoluto rechazo a la palabrería reinante, el soniquete, la economía del lenguaje que de un tiempo a esta parte resulta más rentable aquí en Ibertrola. Veamos cómo se las gasta ahora el roñoso ministro de Hechos Consumados.

La imagen tomada por un tontoaficionado señala al susodicho como veraneante de conveniencia número 36, todos los días se abre el chiringuito de la corruptela blues con una noticia nueva que contar, un concejal de Humanismo en pleno renuncio, una contradicción severa, la guardia de asalto derribando al abominable hombre de las nieves, marqués de kelvinator, los muertos del aire acondicionado.

Cada mañana, un caso. Chanchullos fraternales en el tribunal de cuentas pendientes, llamadas perdidas en los cuartos traseros de esta sospechosa región del mundo criminal. Turbios asuntos en la plazoleta principal, rock and roll mohoso, la caracola del calor, la tiranía del debe y el haber. Los flamantes reyes viajan al norte de la dictadura africana que tanto pirriaba los deseos de luz del amante de los elefantes, el silencio occidental cubre de vergüenza el bombardeo masivo de Palestina, allá donde se cruzan los caminos de la infamia y la mala fama y el jodido parné que va de mano en mano. Sabes cómo te digo.

Dos papas, tres presidentas, dos reyes, millones de damnificados, sed de todo en el sur de la vida, y libertad de veto, libertad de voto, se vende, se alquila o lo que sea, mola mazo este interesante “todos contra todos”, se rifan un par de hostias bien dadas en las alturas, disfrute de veinte minutos de vértigo gratis, no olvide cargar la pantalla, al loro con el parloteo constante de los expertos acerca del estilismo de la subcampeón de corazones. Más propaganda que asuntos sociales, sobran niños, sobran viejos, este siniestro monopolio ofrece al espectador varios finales posibles, así que atentos a la jugada, se admiten apuestas. Nadie brinda una disculpa, es tontería.

Al casino del dolor ingresa con aviesas intenciones una clase deleznable de personas azules de sangre fría y breves escrúpulos dispuesta a ejecutar el plan de transformación, eufemístico festival de reformas, abracadabra, dominó, la panacea del rico porvenir. De vecino a cliente. La muerte en directo del derecho recto, la maldita ley del silencio dependiente, la feria del personalismo y el gañote vil. Cruel melodía encadenada del cinismo público, la casta, con toa sus castas, y los verdugos privilegiados, los que tocan la campana en la agridulce hora de la selección natural. Este texto busca verbos irreconciliables.

En Cádiz, 43 % de paro, sin ir más lejos, la autoridad cesa a una cuarta parte de la plantilla de servicios sociales, recorta horarios de atención al necesitado, pelea sin sentido con la otra parte contratante, pepé versus pesoe, todos contra todos, la extrema urgencia del pretérito imperfecto olvida el futuro por nones, corren rumores de purgas, caza de brujas, limpieza de bajos fondos, sería menester que la tormenta de mañana pusiera en evidencia a los miembros de dudoso honor de los lobbys con piel de cordero que quitan el pescado del mundo. One more time.