Las elecciones en Castilla y León han regalado al PSOE andaluz dos cosas importantes que necesitaba: tiempo y un relato para la campaña. Los socialistas andaluces, aún en fase de reconstrucción tras la sucesión de Susana Díaz por Juan Espadas, recobran oxígeno al disiparse el adelanto electoral inminente, después de que el presidente Juan Manuel Moreno haya frenado en seco la maquinaria electoral tras constatar el empuje de Vox en Castilla y León.
En la sede del PSOE-A, están ahora más relajados porque son conscientes de que su nuevo líder y candidato aún necesita unos meses por delante para darse a conocer en buena parte de Andalucía. Sin embargo, Espadas está convencido de que Moreno no postergará las elecciones más allá de junio, como él mismo avanzó hace meses dando por finiquitada la legislatura con este periodo de sesiones, y así se lo ha trasladado a los suyos –y a la dirección federal en Ferraz–. “Al presidente andaluz no le conviene dilatar más una legislatura que políticamente está muerta, porque daría más tiempo a que se vean sus errores de gestión”, explican fuentes próximas a Espadas.
No es este el mensaje que trasladan todas las voces en el Palacio de San Telmo consultadas por este periódico. 24 horas después de las elecciones en Castilla y León, el propio portavoz de la Junta se encargó de virar por completo el mensaje oficial, sepultando la teoría del “bloqueo parlamentario” que justificaría el adelanto y haciendo gala de una “estabilidad sólida”, que permite pactar con el PSOE y con Vox, y apurar el mandato hasta el 27 de noviembre, fecha tope legal para celebrar las elecciones.
El equipo de Espadas afronta los próximos comicios con “vértigo”, frente a un Moreno consolidado en su perfil institucional y moderado. Son conscientes de sus dos principales puntos flacos: un líder aún por consolidar, un candidato poco conocido; y por otro lado, la herencia de 37 años de gobiernos socialistas, que PP, Ciudadanos y Vox utilizan como un mantra para desacreditar cualquier propuesta política de Espadas, cualquier iniciativa, cualquier promesa electoral que choca siempre con la réplica: “¿Por qué no lo hicieron ustedes cuando gobernaban?”. Otra de las debilidades de los socialistas andaluces es que se haya perdido el miedo a un Gobierno de la derecha tras décadas de poder ininterrumpido de la izquierda.
Hacer frente a 37 años de socialismo
Pero el PSOE andaluz, que ha seguido con especial atención las elecciones en Castilla y León, ve en lo sucedido el 13F una oportunidad. El fiasco del PP este domingo y la posibilidad de que Vox termine entrando en el nuevo Gobierno de Alfonso Fernández Mañueco ha entregado al PSOE el relato político de peso que necesitaban para rebatir las críticas por los 37 años de socialismo en el poder: “O gobierna el PP con la ultraderecha o gobierna el PSOE con las otras izquierdas”. Espadas se aferra a ese binomio para resituarse en el tablero político de igual a igual frente a Moreno, y para agitar a los votantes desencantados de izquierdas con el miedo a la extrema derecha. “En estas elecciones, o votas por algo o votas contra algo”, dicen en San Vicente, conscientes de que la marca PSOE está aún débil y necesitan jugar todas las cartas a ese “votar contra algo”.
Al líder socialista le han preguntado este martes sobre los riesgos de repetir el discurso de “que viene el lobo”, en referencia a la extrema derecha, dado el poco resultado que dio en las andaluzas de 2018. En el seno del PSOE se discute mucho esta estrategia, porque hay quien piensa que muchos votantes de Vox no se identifican como votantes de extrema derecha, y porque creen que los tres años de presidencia de Moreno han logrado disipar el miedo sociológico de los andaluces a un Gobierno de derechas. Espadas responde que “no se trata de hablar a los ciudadanos como a niños pequeños a los que se les asusta. No son apelaciones al miedo, sino aportar información sobre los retrocesos de derechos y la involución en términos democráticos que supondría la llegada al poder de Vox, un partido que ataca la médula de las conquistas sociales, empezando por el propio autogobierno”.
Cordón sanitario a Vox
De aquí en adelante, Espadas acosará al presidente andaluz con una pregunta que difícilmente obtendrá respuesta antes de los comicios, pero que podría visibilizarse antes que pronto en Castilla y León: “¿Está dispuesto Moreno a formar Gobierno con Vox?”. También en el PSOE se ha colado este debate, cuando algunos dirigentes han planteado que los socialistas deberían abstenerse en la investidura de Mañueco para impedir a toda costa que la extrema derecha entre en un Ejecutivo, el de la región más extensa de España. El líder de los socialistas andaluces se ha incomodado, una vez más, por verse forzado a responder a una incógnita que cree que debe resolver primero el PP. “Qué habilidad tiene el PSOE para terminar siendo la salsa de todos los platos”, se ha lamentado, pero finalmente ha respondido con claridad: “¿Para qué abstenernos? ¿Para investir a un presidente del PP y que al día siguiente pacte un Presupuesto y el resto de medidas con Vox?”.
El PSOE ganó las elecciones andaluzas de 2018 con el peor resultado de su historia: 33 diputados, frente a los 26 del PP –también en su suelo electoral–, 21 de Ciudadanos, 17 de Adelante Andalucía (Podemos-IU) y 12 de Vox. Espadas está convencido de que el PP andaluz tiene un techo electoral en Andalucía que le imposibilita llegar a la mayoría absoluta. De momento, ese techo electoral quedó fijado en los 50 diputados que logró Javier Arenas en las elecciones de 2012, las únicas que el PP ha ganado a los socialistas, aunque estos luego se coaligaran con IU para seguir gobernando. Aquel fue un escenario donde aún pervivía el bipartidismo, difícilmente extrapolable a una realidad tan fragmentada como la de ahora.
El secretario general del PSOE andaluz sigue manteniendo el mes de junio como la fecha más probable para las andaluzas, en parte, porque necesita tener tensionados a los suyos, a sus alcaldes, a su militancia. El ex regidor de Sevilla se ha apoyado en el músculo de los alcaldes del PSOE por toda Andalucía –donde gobiernan en un 65% de municipios– para ejercer de ariete contra la Junta, pero sobre todo para movilizar a su base electoral. Recuperar esos 700.000 votantes de izquierdas que en 2018 se quedaron en casa –400.000 del PSOE y 300.000 de Adelante Andalucía– es fundamental para disputar al PP la primera posición en las andaluzas, “porque de ella dependerá que los restos de votos en algunas provincias inflen la cuenta de resultados de Moreno o la nuestra”, explican fuentes próximas al dirigente.
“Es lo que le ha pasado a Luis Tudanca en Castilla y León”, explica: que un puñado de votos te catapulta hacia arriba cuatro o cinco escaños o te deja estancado donde estás. “Por eso esta batalla se libra por el primer puesto entre PP y PSOE”, abundan estas fuentes, y luego vendrá el segundo problema, que es sumar con un bloque de izquierdas que hoy por hoy “no existe”. “La fragmentación de partidos en el ala progresista nos daña. Es fundamental que nosotros hagamos nuestros deberes y mantengamos la primera posición como fuerza más votada en todas las provincias”, sentencian. En 2018, el PSOE ganó en siete de las ocho provincias, todas excepto Almería.
Los sindicatos en las calles
Los socialistas andaluces encaran la campaña electoral acompañados por una ola de protestas sindicales por el deterioro de la sanidad pública. CCOO y UGT han convocado el próximo sábado movilizaciones en todas las provincias andaluzas contra “el colapso de la sanidad pública, la falta de personal y el trasvase de recursos a la privada”. El PSOE y el resto de fuerzas de izquierdas se sumarán a las protestas, que preocupan mucho al Gobierno de Moreno. El presidente de la Junta citó a las líderes sindicales, Nuria López (CCOO) y Carmen Castilla (UGT), para tratar de recuperar la paz social. Les ofreció tramitar la Ley de Participación Institucional –una reivindicación sindical desde hace dos décadas– y cogestionar los fondos europeos y el diseño de proyectos estratégicos.
Moreno esperaba que las organizaciones sindicales desconvocaran la movilización del sábado, pero no lo hicieron. Este martes, el portavoz del Gobierno, Elías Bendodo, ha dado por roto ese diálogo social y ha acusado a ambos sindicatos de “hacer de altavoz de la oposición” en unas manifestaciones “que parece que impulsa el PSOE”. Esta tensión social en las calles empuja la estrategia electoral de los socialistas, que están centrando todo su esfuerzo en desacreditar la gestión del Ejecutivo de PP y Ciudadanos en la sanidad pública. Espadas cree que la marea de protestas irá a más y que el presidente intentará aprovechar la caída brusca de contagios de los próximos meses y el optimismo de los andaluces tras la Semana Santa, la Feria y otras fiestas de primavera para convocar en junio, “un buen mes para la creación de empleo”.