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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Puerto de Fuengirola: el galimatías de un puerto deportivo en Andalucía

En el Puerto Deportivo de Fuengirola cuesta encontrar a alguien que responda con claridad a la siguiente pregunta: “Y esto, ¿quién lo gestiona?”. O formulada de otra forma: “¿Usted a quién paga?”. Esta semana, el Parlamento de Andalucía ha empezado a tramitar una reforma legal que saldrá adelante porque tiene el apoyo de PSOE, PP y Ciudadanos. Consiste en blindar por otros 75 años la concesión de los puertos deportivos andaluces con la finalidad, dicen en la Junta de Andalucía, de dar “seguridad jurídica” a los concesionarios, los negocios y los usuarios. Muchos en el puerto de Fuengirola ni se han enterado, aunque este es uno de los afectados.

Es sábado a mediodía, y los bares del puerto empiezan a llenarse poco a poco de la clientela habitual: extranjeros. Preguntamos a un camarero de la freiduría Paco y Tere: “¿De quién es esto? ¿A quién pagan la renta?”. “Pues no lo sé muy bien. La Junta, una empresa… eso ya no lo sé”. Pagan algo menos de 1.000 euros por el local, en segunda línea de puerto. “Una cosa razonable”, cree. Va a la oficina y lo paga.

La oficina está unos metros más adelante, con su cartel: Puerto Deportivo de Fuengirola, Sociedad Anónima Municipal. El ayuntamiento, a través de esta empresa pública, a su vez concesionaria de la Agencia Pública de Puertos de Andalucía (Junta de Andalucía) gestiona el cobro de los alquileres a bares como Paco y Tere.

Sin embargo, no es tan sencillo. Más adelante encontramos a Ramón a bordo de su velero. Y le preguntamos: “¿Usted a quién paga por el amarre?”. Ramón Fiestas, farmacéutico jubilado, paga al Club Náutico, que es el concesionario de una parte de los atraques (la otra parte la tiene concedida Puerto Deportivo de Fuengirola).

Para conseguir un amarre hay que apuntarse al club, esperar entre uno y seis meses y abonar 800 euros cada dos meses, en función del tamaño: el suyo es de cuatro metros de ancho y 12 de eslora. Luego nos enseña su barco, al que cuida con esmero. Con Cira V, el quinto barco que ha tenido, ha cruzado hasta el Caribe. “La ilusión de mi vida era dar la vuelta al mundo, pero me hice mayor…”, lamenta.

El negocio de los bares para extranjeros

El negocio de los bares para extranjerosSin embargo, el de los atraques no es el negocio principal de un puerto como este. Hay casi tantos bares como atraques. Casi todos, con nombre, clientela y estilo inconfundiblemente guiri: The Magpie Bar, Chicken & Chips, Bar Vini, Area 51 y hasta la Peña Finlandesa del Málaga CF. Según Paco, el jefe de marineros del Puerto de Fuengirola, hay 81 bares en la parte de atrás y 66 en primera línea de puerto. Cada uno paga, según nos explican, entre 800 y 1.200 euros al mes. También nos dicen que en algunos se hacen “cosas malas”. Es vox populi que no todos los que los gestionan son trigo limpio.

“Muchos vienen creyendo que esto es fácil. A nosotros nos va mejor en invierno que en verano, cuando sólo vienen turistas baratos con un comportamiento miserable”, explica Georgi. Ella y Stephen son “los segundos inquilinos” de su local, el Malnar's Schnitzel Haus, donde sirven comida austriaca. Llevan nueve años aquí y pagan el alquiler a un arrendador que tiene derecho a explotar el local hasta 2035. “Nosotros pagamos todo”, explican: unos 1.000 euros por un local interior de 55 metros cuadrados, 136 euros por 10 mesas de terraza, la comunidad…

Así que se trata de una cadena. La Junta de Andalucía, como titular del dominio público portuario, concede la explotación de los locales a la empresa municipal Puerto Deportivo de Fuengirola. Esta, a su vez, los arrienda a un “primer arrendador”, que a su vez lo subarrienda a Stephen y Georgi.

Si se aplicara la previsión de la Ley de Costas de 1988, que establece que las concesiones preexistentes a la ley se extinguen a los 30 años de su entrada en vigor, Puerto Deportivo de Fuengirola dejaría de ser concesionario y esto podría acabar afectando a los arrendatarios que tienen aquí su negocio. Es lo que se conoce como el “efecto 2018”. La norma que ahora pretenden tramitar en el Parlamento andaluz soluciona este problema con una patada adelante, dando un margen para que las concesiones se prorroguen otros 75 años.

“Lo que hay detrás es un negocio inmobiliario”

“Lo que hay detrás es un negocio inmobiliario”Los puertos de gestión privada afectados por este lío jurídico se agrupan en la Asociación Marinas de Andalucía, de la que forman parte 16 puertos. Según la asociación, el galimatías ha generado un millar de recursos contencioso-administrativos entre los puertos deportivos y la Junta de Andalucía.

No son todos de gestión privada, aunque todos están sujetos a una concesión y por tanto afectados por el efecto 2018. Por ejemplo, Benalmádena es una concesión de APPA (Agencia Pública de Puertos de Andalucía) al ayuntamiento; La Caleta, Fuengirola y Estepona son híbridos. El puerto pesquero es de la Junta, pero las explotaciones son privadas.

Luego están los lujosos, como Sotogrande, con sus clientes exclusivos, o Puerto Banús, con sus firmas de alta gama y sus restaurantes gourmet. En Fuengirola, en cambio, abundan los bares y antros poco boyantes necesitados al menos una capa de pintura que les cambie el tono sepia. De vez en cuando se oye que hay un proyecto para una reforma ambiciosa. Pero echar abajo todo chocaría, nuevamente, con los dueños de los negocios.

Jacinto Cortés es el dueño del varadero. Cortés empezó con su negocio después de jubilarse como policía nacional en 1987 y él sí tiene claro todo el asunto de la ley, porque es concesionario directo. Sentado en su oficina, así lo explica: “Los parlamentarios se hicieron su paja mental y dijeron que todo caducaba en 2018, y no pensaron en el lucro cesante… Pues tendrán que pagarme por lo que yo voy a dejar de ganar, porque he hecho una inversión. Así que se dieron cuenta de que era una cagada”. La concesión que le hizo el Puerto de Fuengirola se alarga hasta 2036, de modo que invirtió pensando en 50 años.

Tiene entre 70 y 80 grandes barcos aquí y unas 150 embarcaciones pequeñas en el otro varadero, que tiene concedido por diez años. Asegura que paga 34.000 euros al semestre a la Agencia Pública de Puertos de Andalucía por el pequeño, y nada por el grande al Puerto de Fuengirola, “porque pagamos en su día”. “Pago la comunidad”, añade. El IBI viene a nombre del ayuntamiento.  

Esto, nos explica, es un puerto “híbrido”. Nada que ver con Sotogrande, un negocio privado donde si necesitan más atraques se añade superficie de agua tierra adentro. “Que la gente aparque sus barcos es un caramelo; lo que hay detrás es un negocio inmobiliario. El que quiere un puerto deportivo lo que ha hecho antes seguramente es comprar los terrenos del al lado”.