Queda algo más de un mes para que Susana Díaz tome las riendas de la Junta de Andalucía, pero la fuerte personalidad de la futura presidenta y los nuevos aires que quiere imprimir a su política, como ha dejado claro en sus dos últimos discursos, ya han disparado las quinielas sobre la previsible reforma del Gobierno andaluz. El nuevo tiempo se traduce en nombres y apellidos que podrían cambiar en las próximas semanas.
La futura presidenta de Andalucía podría renovar casi la mitad de las consejerías que controla el PSOE (que son 8 de 11) en el Gobierno de coalición, lo que supondrá la salida de entre tres o cuatro consejeros y la entrada de otras tantas caras nuevas. Se podría dar el caso incluso de que hubiese redistribución de competencias con nuevas divisiones. La primera parte del trabajo ya la tiene hecha: el consejero de Agricultura, Pesca y Medioambiente, Luis Planas, candidato a marcharse una vez que le plantó cara en las primarias del PSOE-A, ha anunciado que abandonará el Gobierno cuando se consume la retirada de José Antonio Griñán.
Este es un hueco que tiene que cubrir, igual que el de la Consejería de Presidencia que la propia Díaz abandona. También deberá decidir si Igualdad seguirá integrada en la misma. Fuentes del partido apuntan a la secretaria de Política Institucional del PSOE-A y diputada Verónica Pérez como una de las mejor posicionadas para ocupar ese puesto. Además, Pérez puede apuntarse la medalla de haber estado “al pie del cañón” en la campaña de primarias de la vencedora.
Es una de las fijas en las quinielas que durante las próximas semanas se manejarán hasta que se revele cómo quedará el nuevo equipo, donde sin duda se aplicarán las palabras que más han sonado tanto en boca del todavía presidente y secretario general del PSOE-A, como de su sucesora: renovación, relevo generacional, juventud, nueva etapa.
Pero también pesarán en el nuevo organigrama los gestos de color provincial. Andalucía es un territorio enorme cuyas agrupaciones provinciales tienen peso por sí mismas y a nadie se le oculta que, a pesar de los muchos kilometros recorridos durante su última etapa como consejera de Presidencia e Igualdad, la trayectoria y la imagen de la futura presidenta está ligada con demasiada fuerza a la provincia de Sevilla.
Con este escenario, parece lógico suponer que Susana Díaz vaya a intentar dar espacio a todas y cada una de las provincias en pos de la unidad y el equilibrio. Se auguran gestos hacia Jaén, por su “neutralidad” en todo el proceso, y a cuya fuerte agrupación pertenece la que fuera consejera de Bienestar Social hasta quedar arrinconada con la nueva legislatura, Micaela Navarro. Suena con insistencia su nombre, por ser de Jaén, por su perfil -es un referente en políticas de igualdad- y porque muchos socialistas creen que si hubiera dado un paso al frente para presentarse a las primarias podría haber llegado al menos a la votación. En el último comité director del PSOE-A, Navarro se escabullía de la prensa con mucha amabilidad pensando quizá que es mejor no hacerse notar en momentos así.
Esta renovación pasa también por la salida de todo lo que esté rozado por el caso de los ERE fradulentos, aunque sólo sea por haber estado cerca de la palabra “maldita” en Andalucía. Esto afecta a la consejera de Hacienda y Administración Pública, Carmen Martínez Aguayo, y, quizás en menor medida, al titular de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo, Antonio Ávila. Ambos son también de la generación de Griñán, del llamado núcleo “tecnocrata” y, por tanto, de la “etapa anterior”. Sin embargo, Ávila maneja con discreción y destreza una de las consejerías más complicadas, con más carga de trabajo de la Junta y sobre la que recae una mayor presión política, judicial y mediática. En todo caso, su relevo podría no ser inmediato, especialmente porque es el hombre que está dando la cara en la complicada gestión política de los dos frentes judiciales más complejos que afectan al Gobierno andaluz: el caso de los ERE fraudulentos y el de Invercaria. Quien le diera el relevo en estos momentos, no sólo tendría que empaparse de todo lo referente a estos dos casos, sino que, previsiblemente, acabaría “quemado” prematuramente.
Quizás por eso sea la otra consejera de Jaén, Mar Moreno, la persona de la que la nueva presidenta prescinda para dar posible entrada así a Navarro. La titular de Educación tiene solvencia y años en primera línea, pero también pesa sobre ella el recuerdo de que en su día se la posicionó como sucesora de Manuel Chaves, a lo que su une también su distanciamiento, en los últimos tiempos, de la dirección provincial jiennense, que dificilmente vaya a darle su apoyo.
El jefe de la oposición en el Ayuntamiento de Sevilla, Juan Espadas, suena como posible incorporación entre las filas del partido. El que en su día dejó la Consejería de Ordenación del Territorio con el reto de ganar la alcaldía de la capital hispalense frente a un Zoido crecido, no sólo se lleva bien con Susana Díaz en lo personal y en lo político, sino que es muy valorado por su perfil como gestor, y sería un claro gesto hacia la agrupación sevillana de la que aún es secretaria provincial. El problema es que apartarlo de Sevilla, sino se posiciona pronto otro candidato, se podría interpretar como una renunciar a batir al PP en la próxima cita electoral municipal, una imagen que no quieren dar bajo ningún concepto los socialistas.
Por eso quizá sea más rentable para los intereses del partido tirar de otros nombres que están en las quinielas. Entre ellos, el de otra mujer, la secretaria provincial del PSOE de Cádiz, Irene García, la oficialista que derrotó a Francisco González Cabaña y que previamente había conseguido un inesperado vuelco electoral al proclamarse alcaldesa de Sanlúcar de Barrameda. Los que apuestan por esta mujer recuerdan entre otras cosas que hasta José Luis Rodríguez Zapatero se fijó en su día en ella, y de hecho la propuso como vicepresidenta de la mesa del 37 congreso del federal. O el nombre del líder del PSOE malagueño, Miguel Ángel Heredia, que en su reelección contó con el explícito apoyo del secretario general del PSOE-A, y que sumaría por Málaga.
Otro secretario provincial, el del PSOE de Almería, José Luis Sánchez Teruel, suena también como otro de los nombres que podría incorporarse al Gobierno, quizá al frente de la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, en la que ya ocupó responsabilidades políticas en su día, como parte del equipo de Fuensanta Coves.
Lo que está claro es que el juego de sillas ha comenzado, que las variables que se manejan para equilibrar el gobierno, contentar a las agrupaciones, y dar representación a todos son complejas. Que la necesidad del PSOE de ofrecer una imagen renovada ante el electorado es evidente. Y que, por supuesto, al final, la última palabra la tendrá Díaz, que tiene todo un mes de agosto por delante para decirse.