Históricamente se ha asociado enfermedad mental y encierro. Una persona con esquizofrenia comentaba recientemente que en estos tiempos del coronavirus, aunque se acerque el día de las primeras salidas permitidas, se estaba quedando en casa “por solidaridad” con el resto de la gente. La broma la apunta Andrés López, psiquiatra de la Fundación Pública Andaluza para la Integración Social de Personas con Enfermedad Mental (Faisem) y coordinador de los programas de apoyo social para personas con trastornos graves, unas 30.000 en Andalucía. Es el caso también de Salvador Toledano, con un trastorno bipolar y cuya reacción a la pandemia publicó este medio recientemente. Para Javier Romero, psiquiatra y director de la Unidad de Salud Mental del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga, las personas con alguna enfermedad mental “tienen que gestionar miedos intensos justo ahora que los recursos son más frágiles”.
“A mí me gusta decir que estas personas lo pierden todo menos la razón”, señala Andrés López, que explica que lo que caracteriza a este colectivo que “sufre mucha discriminación y mucho estigma”. “Hay un condicionamiento social muy importante. Habitualmente son problemas crónicos, diagnósticos de tipo esquizofrenia, trastornos bipolares, que ahora están viviendo confinados en estructuras residenciales, pisos y casas hogares para 20 personas atendidas por monitores residenciales”, explica el experto.
Son unas 2.000 personas y 945 profesionales. De momento no hay contagio ni casos positivos de la enfermedad más temida. “Desde el punto de vista epidemiológico parece milagroso, pero o hay que bajar la guardia en este experimento colectivo, como dice un compañero italiano”.
“Aunque sea algo muy elemental, les explicamos lo que está pasando con la información disponible, les planteamos que el confinamiento tiene también un sentido y que se trata de evitar más contagios. También les decimos, y posiblemente sea lo que les diferencia de otra persona, es que cuando se sientan mal soliciten ayuda, que digan cómo se sienten, que podamos prevenir posibles recaídas”, comenta López.
Problemas “como en cualquier familia”
Las respuestas que está habiendo son “muy parecidas” a los de la población general, añade, si bien como profesional le ha sorprendido “la responsabilidad” de estas personas con problemas de salud mental. “Están teniendo respuestas muy responsables y muy comprometidas. Se desmonta de paso otro estigma porque, al pensar en una persona con esquizofrenia o con un trastorno bipolar, puede asociarse con irresposabilidad o con no poder asumir compromiso. Hemos visto problemas como los que puede haber en cualquier familia, pero la respuesta de 2.000 personas está siendo a día de hoy muy satisfactoria”.
El coordinador de Faisem destaca también que “el papel de los profesionales que trabajan a pie de obra en el ámbito social es totalmente estratégico, como una línea que no puede caer, y están haciendo una labor magnífica. Este ámbito social puede nivelar la saturación sanitaria”. Al margen de ello, de aquí en adelante aboga por adoptar “medidas estratégicas”. Al ser estructuras sin personal sanitario, “la clave es tener una conexión muy ágil con la 'enfermera gestora de casos', ecnargadas de visitar las residencias, preparando posibles situaciones, etc. También será determinante que, en este periodo de la situación, el sector de riesgo se pueda hacer una prueba”, apunta.
Entre otras cuestiones, López señala que “hay un hecho en este momento que es crucial y es que estas personas tienen problemas de salud física también que les hace especialmente vulnerables”. “Ellos tienen más dificultades para solicitar ayuda profesional, pero ¿cómo se reacciona ante un confinamiento? La vivencia del estrés depende de la intensidad y de las variables individuales”.
A nivel general, “lo más preocupante es que conforme avanza en el tiempo el estado de confinamiento, según algunos estudios, puede haber más reacciones de tipo ansiosa, depresiva, de frustración, de ira, de desánimo. Estamos intentando hacer un apoyo muy individualizado. Hay quienes lo están aceptando y hay que pueden estar notando esa vivencia de sobrecarga, de frustración, de ver que el tiempo pasa y sigue la incertidumbre, pero con la disponibilidad de que puedan decir lo que sienten”.
Los “condicionantes” del Covid-19
Respecto a las consideraciones que se le pudieran hacer a la población en general, el psiquiatra resata que “sentir miedo y preocupación ante una situación tan global y tan incierta no es un problema psiquiátrico”. “Existe también el riesgo en este tipo de historias de que psiquiatricen respuestas que son normales del ser humano”. Según detalla, el Covid-19 tiene “varios condicionantes que lo hacen enormemente estresante: es un problema global, genera incertidumbre y es algo invisible”. “Un método de adaptación a veces es sentir la preocupación, un mínimo de ansiedad manejable y luego el miedo que te moviliza. Me preocupa que esa sobreinformación de las respuestas psicológicas la gente lo interprete como algo psiquiátrico y que además requiera de fármacos. Como a la gente le de por tomar ansiolíticos o antidepresivos para esto pues añadimos otro problema, aunque un porcentaje pueda desarrollar esa sintomatología”, considera el experto.
Para Javier Romero, psiquiatra y director de la Unidad de Salud Mental del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga, en todas las unidades de salud mental de Andalucía “estamos trabajando muy de cerca, bien telefónicamente o a veces presencial con las pacientes más vulnerables con trastornos mentales graves en cuanto a que la situación de confinamiento es bastante más difícil para ellos”.
“Dentro del hospital, a nivel de atención primaria, se trata de programas de apoyo a los profesionales que están en primera línea, y al mismo tiempos a familiares y a pacientes que están en aislamiento. Hay programas de apoyo en casi todos los hospitales de Andalucía para profesionales, pacientes en aislamiento y familiares” ya que “estamos en un escenario de miedo social muy intenso”.
Las personas que tienen problemas a nivel de salud mental “son mucho más vulnerables a esta situación emocional”, considera Romero. “Eso es inevitable. Y si, además, tienes que aislarte y no se mantienen todos los vínculos cotidianos, más frágil todavía es la situación, para todos los ciudadanos y más para los más vulnerables, sean personas con probemas de salud mental, personas mayores o niños”.
Un escenario desconocido
Las personas con alguna enfermedad mental “tienen que gestionar miedos intensos justo ahora que los recursos son más frágiles”. “Esa es la situación ahora mismo. Cuando termine todo esto nos tocará a nosotros trabajar más en primera línea con toda la parte postraumática. Eso será una segunda parte”. Según añade, generalmente trabajan con trastornos mentales graves y otros más leves o neuróticos. “En el actual escenario estamos más focalizados con las pacientes más vulnerables e intentar apoyar que pasen esta situación lo mejor posible. La patología más prevalente son cuadros afectivos, depresivos o de ansiedad, lo más leve o más frecuente. Y las graves son los cuadros sicóticos, donde ahora estamos más centrados”, explica Romero.
Mirando a futuro, el doctor considera que todo “estará por ver, porque este es un escenario no conocido por nadie, cómo responderá tanto una parte de la población como la otra. Dentro de las muchas incertidumbres, esta es una interrogante. Cómo va a responder la población en general tras tantas semanas de estrés. Las personas a las que realizan seguimiento están respetando el confinamiento pero no sabe qué coste emocional va a tener. Eso tendremos que verlo después”.