Cuando la salud no son sólo medicinas
Desde 2006, el Tratado de la UE obliga a todas las políticas europeas a adoptar el enfoque de la iniciativa 'Salud en todas las políticas' (HIAP) recordando que para lograr el mayor grado de eficacia posible, es necesario aplicar este enfoque también a las políticas nacionales, regionales y locales. El IV Plan Andaluz de Salud (IV PAS) aborda factores que influyen sobre la salud de la población y que no dependen solo del sistema sanitario. Estas estrategias se plantean desde una visión amplia de la salud a través de los factores que la determinan, reduciendo los negativos y potenciando los positivos. “Para determinado tipo de intervenciones, las competencias no residen en el sector sanitario. El desarrollo de políticas para garantizar que la gente tenga oportunidad de moverse, de hacer ejercicio, de vivir de un modo saludable en el entorno en el que reside puede aludir a competencias de movilidad y transporte, vivienda, ordenación del territorio o urbanismo”, explica Alberto Fernández Ajuria, profesor de Epidemiología y Salud Pública de la Escuela Andaluza de Salud Pública y Coordinador Técnico del IV PAS.
La mirada transversal sobre los factores que inciden en el bienestar y la salud de la población ha sido uno de los pilares básicos de este plan. Esta visión estuvo presente desde el principio de la redacción del Plan, asegura Fernández Ajuria, enfocado a reducir las desigualdades y que las personas vivan más años con más calidad y autonomía. Según explica Fernández, “el plan recoge aportaciones de distintos agentes y sectores, cuyas contribuciones pueden incidir en la mejora de la salud de la población andaluza. Para eso no hace falta sumar acciones nuevas a las suyas habituales, simplemente reorientándolas y añadiendo la mirada hacia la salud de sus políticas”. La protección social, la vivienda y entorno, la educación, el transporte, la agricultura y alimentación o el entorno socio económico son factores que inciden en la salud de las personas. Para el coordinador técnico del Plan “el objetivo no es trabajar solo sobre el entorno físico, sino también sobre el entorno social”.
La evidencia científica ha demostrado que una buena educación es un factor positivo para la salud. “Cuando analizamos lo niveles de salud de la población se demuestra claramente que las personas con mayor nivel educativo tienen mejores indicadores de salud. No solo está relacionado con el nivel de ingresos, está relacionado con la capacidad de gestionar tu propia vida de una manera más saludable, aprovechar mejor las oportunidades de salud, los servicios que se ofrecen, etc…”, explica el experto. Asimismo, subraya que actuar en la educación para la salud desde la primera infancia, teniendo en cuenta la reducción de desigualdades, garantiza mejor nivel de salud de la población.
Otras políticas desde el punto de vista sanitario
Según recoge el IV Plan, una de las áreas donde existen más pruebas sobre la efectividad de las políticas es la de Vivienda. Las intervenciones de mejora de la vivienda (rehabilitación y adaptación) se han mostrado efectivas para prevenir caídas y lesiones en las personas mayores. Aunque no todos los estudios llegan a la misma conclusión, este tipo de políticas parecen también útiles en términos de mejora de la salud mental y la calidad de vida en poblaciones que viven en barrios pobres.
Respecto al medioambiente, se ha estimado que en los países industrializados un 20 % de la incidencia total de enfermedades pueden atribuirse a factores medioambientales. En Europa una proporción significativa de muertes y años de vida ajustados por discapacidad en el grupo en edad infantil son atribuibles a la contaminación del aire interior y exterior. El Plan recoge algunos compromisos concretos por parte de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio: actualmente se encuentran en fase de construcción las infraestructuras necesarias para la depuración de un 3% de la carga contaminante generada en Andalucía. “Es preciso continuar la inversión en infraestructuras hasta cubrir todas las necesidades de depuración actuales”, señala.
Cuestiones como las políticas sobre voluntariado, que apriori pueden parecer fuera del ámbito sanitario, también tienen su reflejo en esta estrategia. “Ahí habíamos encontrado en la literatura científica que las personas que participan en un voluntariado tienen mejor salud, mortalidad más baja y vida más saludable”. Por tanto, las políticas de voluntariado pueden defenderse desde una perspectiva sanitaria. “Uno de los elementos que genera bienestar es hacer cosas para los demás”, señala el experto.
Por último, la estrategia subraya la importancia de identificar aquellos aspectos positivos que inciden en la salud tanto individual como colectivamente, algo que Fernández define como “la mirada hacia lo positivo”. Según indica, tradicionalmente un plan de salud ha estado orientado hacia las enfermedades, cómo tratarlas y cómo evitar que la gente las contraiga. “En este plan hemos querido mirar también hacia la salud en positivo, qué cosas son aquellas que hacen que nos mantengamos sanos o que mejoren nuestra percepción de salud. El objetivo es identificar tanto a nivel individual como comunitario qué elementos tenemos como comunidad que pueden ser utilizados convenientemente para mejorar el bienestar y la salud como individuos y como sociedad. Identificar cuáles son y trabajar por potenciarlos”, afirma. Se trata, por tanto, de no ver la salud como algo contrario a la enfermedad. “Hay personas con patologías crónicas que pueden hacer una vida saludable, por eso debemos entender la salud como la máxima capacidad que puede tener una persona para desarrollar su proyecto vital en las mejores circunstancias”, matiza Fernández Ajuria.