El año de la pandemia cerró en Andalucía con 1.750.322 asegurados con prestación de servicios sanitarios, lo que supone 98.754 más que el año previo, el mayor incremento de la última década según los datos de la Unión Española de Entidades Aseguradoras (Unespa). En la comunidad autónoma el porcentaje de población con este tipo de pólizas se sitúa ya en el 20,63%, por debajo de la media, pero en continuo crecimiento a juzgar por las cifras de los últimos años.
“La contribución del sistema sanitario privado se ha puesto de manifiesto durante la situación generada por la covid. El sector ha facilitado el acceso a atenciones a enfermos de coronavirus. También ha sufragado pruebas diagnósticas a millones de personas en España. Ha contribuido a la contención de la pandemia en el país”, defienden desde Unespa. Fuentes del que es el interlocutor de referencia en la materia exponen también que los que pagan por un seguro de salud en España, no consumen los servicios sanitarios públicos. “El ahorro de costes para la administración que generan, por lo tanto, es evidente”, subrayan.
Sobre las razones para el incremento, indican que “son productos que se comercializan a precios competitivos y accesibles, la oferta disponible es amplia y plantea características diferenciales”. También que permiten contar con opciones terapéuticas complementarias, el acceso rápido a especialistas, coberturas como la asistencia bucodental y en el extranjero, etcétera. “Estas características han motivado el crecimiento sostenido de la facturación del seguro de salud en los últimos 15 años”, detallan.
El boom del pago en especie
También ha influido su creciente aceptación como mecanismo de pago en especie. “Muchas empresas han incorporado el seguro de salud para sus trabajadores como concepto retributivo complementario. Es, de hecho, uno de los beneficios sociales más valorados entre la plantilla. Esto hace que constituyan una herramienta de atracción y retención de talento, y contribuyen a reducir el absentismo laboral”, resumen desde la organización.
El mercado está copado por Adeslas, Sanitas y Asisa, con casi el 60% de la cuota de este mercado. La primera empresa, de hecho, roza el 30% del total. Por provincias, Málaga está a la cabeza, con más de la cuarta parte de su población con cobertura sanitaria privada. Esto se explica, en parte, según Unespa, por su peso empresarial, que hace prever que sean más las compañías que ofrecen a sus plantillas este pago en especie. Le sigue Sevilla, donde este tipo de pólizas también dan cobertura ya a casi la cuarta parte de su población. En el caso de Sevilla se suma también que es una de las provincias con más funcionarios de la Administración General del Estado fuera de Madrid y, por tanto, con muchos de ellos con cobertura por aseguradoras.
En el conjunto del país, el total de asegurados ascendió en 2020 a 11.056.850, un 23,4% de la población, lo que supuso también el mayor incremento en un año si se observan las estadísticas de la última década. Estas compañías ganaron así en el año de la pandemia 469.750 clientes más, un incremento del 4,4% con respecto a 2019, cuando en los años previos los crecimientos por ejercicio habían estado siempre por debajo del 4%. Esto a su vez permitió disparar su facturación por encima de 9.000 millones de euros.
Caída en el resto seguros
Esta subida en los seguros de salud contrasta con la caída generalizada en otro tipo de protección. De este modo, Andalucía, con 803,5 euros de media, se situó entre las comunidades autónomas con menor gasto per cápita en productos aseguradores, únicamente por delante de Extremadura, Murcia, Canarias y Ceuta y Melilla. Dedicó 63,8 euros menos que en 2019 y 440,3 por debajo de la media nacional, según el informe elaborado por Mapfre Economics en un contexto en el que las primas cayeron en todas las comunidades autónomas.
De este modo, el mayor gasto en los seguros de salud, que suponen una cuota superior a un 25%, no fue suficiente para compensar el menor desembolso en el resto. Los efectos de las medidas de confinamiento y distanciamiento social sobre el empleo, los negocios, hogares y empresas, repercutió en la actividad aseguradora, aunque de forma desigual por segmentos de negocio. Destaca, de hecho, que el negocio de los seguros de vida sufrió el mayor retroceso, superior a un 20%, según el citado estudio.