La ONG Save the Children ha alertado este martes de que la pandemia “ha traído a la vida de niños y adolescentes nuevas preocupaciones, miedos e infelicidad”, reflejados en el incremento de trastornos mentales registrados en menores, que se han triplicado con la aparición del coronavirus.
Así lo han corroborado la organización en su informe 'Crecer Saludable(mente). Un análisis sobre la salud mental y el suicidio en la infancia y la adolescencia', cuyo contenido ha desgranado en un comunicado.
La conclusión es que los trastornos mentales han aumentado en Andalucía del 1,7% a un 3,7% (del 1% al 3% a nivel nacional) en niños, y adolescentes de entre cuatro y 14 años y que han ascendido del 3,2% al 6,3% (del 4% al 7% a nivel nacional) en el caso de los trastornos de conducta, en comparación con los últimos datos oficiales disponibles de la Encuesta Nacional de Salud (ENS) de 2017.
Peor con bajos ingresos
Tras realizar una encuesta a nivel estatal a 2.000 padres y madres (362 en Andalucía) sobre la salud mental de sus hijos e hijas, el informe señala que la incidencia de estos problemas es tres veces mayor (10%) en las familias andaluzas sin empleo que entre la infancia y la adolescencia que vive en familias que han conservado el empleo (3%) tras la crisis de la Covid-19, datos que “serían idénticos a nivel nacional”.
Además, los niños y adolescentes que viven en hogares con bajos ingresos en Andalucía “tienen una probabilidad cinco veces mayor (14%) de sufrir trastornos mentales y/o de conducta que los que viven en hogares de renta alta (3%)”, ha hecho notar el informe. Asimismo, en los hogares más pobres se concentra una mayor proporción de infancia migrante, “que presenta una mayor incidencia de trastornos mentales y/o de conducta”.
“Estos problemas no han llegado con el virus, pero la Covid-19 sí ha puesto sobre la mesa la urgencia de cuidar de nuestra salud mental y especialmente la de la infancia y la adolescencia que vive en los hogares más pobres y vulnerables. Preocupa también que, a pesar del aumento de la incidencia, los diagnósticos médicos hayan disminuido este año de forma significativa en relación a 2017 por la saturación de los servicios sanitarios debido a la pandemia”, ha expuesto el director en funciones de Save the Children en Andalucía, Javier Cabrera.
La ONG ha recogido además algunos testimonios como el de Judith, una adolescente sevillana de 18 años que ha estado varios años en los programas de Save the Children y que ha confesado que la pandemia ha agravado su salud mental, pero que desde los once años lleva sufriendo depresión, ansiedad y trastorno adaptativo, y que, “a pesar de ello, le daban cita cada tres o cinco meses”.
El informe ha destacado que, como ya reflejaba la ENS 2017, a partir de los 8 años tanto en Andalucía como a nivel estatal “los trastornos mentales se concentran más en las niñas y los de conducta en los niños”. Además, los trastornos mentales son mucho más frecuentes entre los mayores de 12 años (un 58% de los casos en Andalucía, más que la media española de 45%), mientras que los de conducta aparecen en edades más tempranas (un 44% en Andalucía y un 38% en España).
El tabú del suicidio
Save the Children apunta que en Andalucía en 2020 se suicidaron 67 niños, adolescentes y jóvenes de 15 a 29 años. “Muchas veces, la detección del pensamiento suicida se produce cuando el problema ya está muy avanzado o es incluso demasiado tarde. Según los resultados de nuestra encuesta, en Andalucía, un 4% de niños y adolescentes han tenido pensamientos suicidas en 2021 --un 3% a nivel estatal--”, ha apuntado.
“Si bien las niñas parecen más afectadas por pensamientos o intenciones suicidas, son los niños quienes terminan por cometer en mayor proporción este acto (3,9% frente al 4,2% en Andalucía; 3,1% frente al 3,2% a nivel nacional)”. Las intenciones se incrementan a medida según se aproxima la adolescencia y los porcentajes son mayores en las familias con rentas bajas. Además, los menores víctimas de bullying “tienen 2,55 veces más riesgo de intentos de suicidio”, con “impacto todavía mayor” en el caso del ciberbullying.
Acceso a la atención sanitaria
El estudio ha destacado que la pandemia “ha intensificado los retos” del sanitario y los servicios de salud mental infantojuveniles “no están suficientemente dotados para el reto que tienen por delante”. La ONG se ha referido a las “largas listas de espera”, que en Andalucía se sitúa en una “media de mes y medio para las primeras consultas o las procedentes de atención primaria, y hasta dos meses para las interconsultas hospitalarias”.
La ratio de psicólogos por habitante en la región “ha aumentado en los últimos años”, pues las plazas de psicólogo clínico se han incrementado un 32%, aunque la ONG pide más apoyos. La falta de personal de psicología, ha advertido, “llevan a que parte del sufrimiento emocional de los niños y adolescentes se pretenda mitigar con medicación”. También ha señalado que “existe un problema de calidad debido a la baja frecuencia de las consultas: hasta tres meses entre visita y visita, y con una duración muy corta”.
“Las listas de espera para recibir atención psicológica o psiquiátrica se convierten en un cuello de botella al tiempo que el trastorno suele ir empeorando o cronificándose. Es intolerable que el acceso a la salud mental también dependa de la renta. La infancia y la adolescencia más vulnerable debe tener a su alcance recursos públicos y de calidad”, ha advertido Cabrera.
Save the Children ha destacado la Estrategia de Salud Mental aprobada el pasado 3 de diciembre, que “presta especial atención a la salud mental de la infancia y la adolescencia priorizando un modelo de atención integral, con especial énfasis en la prevención”.
“El debate generado en torno a la salud mental es enormemente positivo para la desestigmatización. El derecho fundamental a la salud incluye irremediablemente el derecho a la salud mental, por lo que necesitamos políticas públicas eficientes que no dependan de modas y no olviden a la infancia y la adolescencia. Nos preocupa que la nueva Estrategia de Salud Mental no concrete una dotación financiera para su puesta en marcha y se quede en papel mojado”, concluye Cabrera.
La ONG ha incluido en su informe recomendaciones para que la Estrategia de Salud Mental implemente sus objetivos, poniendo atención al papel de la escuela y la formación del personal sanitario en detección temprana de comportamientos suicidas. También propone la puesta en marcha de un teléfono de atención a la salud mental, exclusivo para la infancia y la adolescencia, con un coste estimado de medio millón de euros, así como la mejora de las estadísticas oficiales.
Asimismo, la organización plantea la necesidad de consolidar la especialidad de psiquiatría y psicología infantojuvenil, duplicar el número de plazas anuales convocadas de Psicólogo Interno Residente (PIR) hasta llegar a las 400 --lo que corresponderían 36 a Andalucía según su población--, con un coste estimado en 31 millones de euros, y duplicar también el número de plazas anuales convocadas del MIR en la especialidad de Psiquiatría hasta las 600 --54 en Andalucía--, con un coste estimado de 12,4 millones de euros.