“La tierra está hablando”: Sevilla certifica una segunda fosa con 2.500 víctimas del franquismo
El Ayuntamiento de Sevilla sigue localizando las fosas comunes del cementerio de San Fernando. Los trabajos arqueológicos han confirmado por el momento dos de las tumbas colectivas. En la última, conocida como del Monumento, hay enterradas más de 2.500 víctimas del franquismo. Con anterioridad quedó señalizada la de Pico Reja, que el Consistorio espera exhumar antes de final de año.
La tercera fosa trabajada para su delimitación y localización, la Antigua, presenta más complicaciones por el número de represaliados en relación a los enterramientos totales: unos 5.500 inhumados de los que 250 son ejecutados por la dictadura y muertos en la cárcel, todos a inicios de los años 40. En el Monumento el porcentaje es de uno a tres mientras en Pico Reja el 90 por ciento de los restos cadavéricos corresponden a personas asesinadas por las fuerzas sublevadas de Franco y Queipo de Llano.
Un equipo de 14 personas, entre antropólogos, arqueólogos, historiadores, operarios y delineantes, trabaja para señalizar las fosas. La tarea, con un presupuesto municipal de 68.000 euros, se extenderá hasta noviembre, según informa el Ayuntamiento sevillano en una nota de prensa.
Por este proceso de búsqueda, indagación, localización y delimitación ya pasó la fosa de Pico Reja, con casi un millar de víctimas del franquismo, entre ellas miembros de la corporación municipal de la época y de la Diputación de Sevilla o el propio Padre de la Patria Andaluza, Blas Infante. La exhumación prevista de los restos óseos está “en sus últimos trámites administrativos” con el objetivo de que esté adjudicada en el último trimestre de 2018, como anunció la delegada de Educación, Participación Ciudadana y Edificios Municipales, Adela Castaño, en una visita “de supervisión” de los trabajos que se realizan en el camposanto.
¿Dónde está mi abuelo?
“¿Pepe, mi abuelo dónde está?”. Es la frase que repiten muchas de las familias de las víctimas del franquismo que yacen arrojadas como perros entre los nichos del cementerio de Sevilla. La pregunta está dirigida a José Díaz Arriaza, Pepe, historiador cuya investigación ha puesto mapa y cifras a las fosas comunes del camposanto hispalense. Y esperanza a los descendientes de quienes fueron ejecutados por el terrorismo fascista aplicado en una ciudad donde no hubo guerra. “Se acercan familiares. Es la parte más emotiva. La tradición judeocristiana nuestra son los cementerios, llevar flores, rezar… y eso de decir ‘dónde están’… ya por lo menos sabes dónde están”, cuenta con cierta emoción Díaz Arriaza en conversación con eldiario.es Andalucía.
Pepe Díaz Arriaza acoge con “satisfacción” las evoluciones de la tarea arqueológica. Al arrancar su investigación, en 2009, no imaginaba que las manos acabarían rompiendo la tierra. “Cuando yo planteo este trabajo es para contar la historia de la ciudad y en la medida de lo posible para dar respuesta a los familiares”, cuenta, “pero yo era consciente que una cosa era eso y otra meterle mano en el cementerio”.
“En el 2016 salió el segundo trabajo y un año después estábamos en Pico Reja, eso era impensable”, explica. Como está ocurriendo. “Esto es llegar a la práctica”, confiesa. “De verdad que en tres años lo que se ha conseguido es mucho”, subraya. “Porque todo esto es una muestra palpable de la represión que hubo en Sevilla. Y confirma los números”, continúa.
La tierra está hablando
“Ahora la tierra está hablando. Se está removiendo y está hablando”, dice Díaz Arriaza. El sol de septiembre atiza cerca de la rotonda del Cristo de las Mieles. La figura parece señalar con los brazos las fosas del Monumento, Pico Reja o la Antigua. Es una de las zonas más concurridas del cementerio de Sevilla aunque presenta un leve discurrir humano tras “las calores” que llegan después de un verano atípico.
La tierra responde bajo las manos de las arqueólogas. “Las intervenciones que estamos haciendo son de delimitación de las fosas y de constatación del contenido, como en el Pico Reja del año pasado”, explica la directora del proyecto, Inmaculada Carrasco. En esta tumba ilegal, donde está Blas Infante junto a otro millar de víctimas de Franco, la tarea fue “más fácil” porque casi todos los cuerpos “tenían que ser de represaliados”.
En la del Monumento también han aparecido. Unas seis víctimas al menos. “Ya los hemos encontrado”, confirma. Restos humanos con “evidencias de muerte violenta” y que confirman la que están sobre la fosa común “por la posición de los cuerpos y por las lesiones que tienen”. Cadáveres sepultados junto a otros “enterrados de manera normalizada”, en una proporción de uno a tres.
“En Monumento estamos hablando de 2.590 represaliados sobre 7.440 [sepultados], y en Pico Reja 1.103, de los que eran 950 ó 960 represaliados”, tercia Díaz Arriaza. En la fosa de la Antigua la situación es diferente. “Se abre entre los años 40 y 42, los bandos de guerra prácticamente han desaparecido y quedan los Consejos de Guerra, mientras que aumentan las enfermedades de la población por la hambruna”. La dificultad, admiten, “va a ser mucho mayor” porque “hablamos de 5.500 y son 250 represaliados”. Una relación de uno a 53.
“Se nos disparan las alarmas”, dice Carrasco, “y es necesaria una labor de bisturí”, define. “Ya hemos localizado el límite y estamos excavando el interior, salen enterramientos normalizados y de beneficencia”. Es “lo que tiene que salir”, opina Arriaza. Hasta confirmar episodios de muerte violenta que certifiquen la tercera de las fosas de Sevilla abiertas por “una dictadura de terror y de olvido”. Como escenifica Pepe, el historiador al que preguntan las familias de las víctimas del franquismo: “Aquí se fusilaba todos los días. Cada día que pasaba sin que apareciera un nuevo cuerpo era un nuevo fusilamiento, una nueva ocultación. Ahora hay que empezar a desenterrar y a dar respuesta.