El secretario general de la sección sindical de trabajadores de UGT de Sevilla, Laureano Conde García, despedido por el borrado de 1.756 archivos de la organización en plena investigación de la contabilidad de la misma, no se rinde. Ha asegurado este martes que peleará para conseguir la nulidad del despido ordenado por la dirección de UGT-A porque señala que el secretario de Organización, Manuel Ferrer, “miente y lo sabe”.
En este sentido, emprenderá acciones por la vía laboral y penal contra la dirección del sindicato porque, según ha señalado, no va contra UGT-A. “El sindicato no tiene nada que ver, sino contra la dirección que ha tomado esta decisión”, ha subrayado. Sí ha insistido en que “el sindicado necesita una catarsis”.
También ha reprochado que la dirección “pretenda desmentir y tapar posibles irregularidades cometidas”, por lo que ha pedido autocrítica. “Tiene que quitarse la venda y dejar de tapar las vergüenzas que muchos en la dirección han cometido diciendo que esto es una campaña mediática de la derecha”, ha continuado, al tiempo que ha criticado que se haya hecho del sindicalismo “una profesión” y ha reclamado que se limiten los mandatos.
Según su versión, los ficheros desaparecidos “no pueden ser borrados” y si así fuera, “¿dónde están las copias de seguridad?”. Ha recordado que cuando se cierra un año contable esté queda bloqueado en un servidor, es decir, que “la contabilidad no queda registrada en ningún ordenador personal de trabajadores” y, por tanto, “no se puede modificar y sólo se puede abrir pidiendo un permiso a la empresa de mantenimiento”.
Respecto al programa informático supuestamente utilizado para borrar estos archivos, a juicio de la dirección del sindicato “sofisticado”, ha afirmado que este programa se encuentra “en multitud de puestos” en el sindicato y se utiliza para borrar archivos temporales de internet en cada ordenador.
En este contexto, se ha definido como “un hueso duro de roer” y va a pelear en los juzgados para que se declare “no la improcedencia del despido sino su nulidad”, es decir, “pelear por la readmisión y volver a entrar por la puerta”.