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El agua del acuífero de Doñana también se pierde por las tuberías de su gran urbanización vecina, con fugas del 40%

Dos veraneantes en la playa de Matalascañas, cuya red de distribución de agua está en muy mal estado.

Antonio Morente

13 de agosto de 2024 20:56 h

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Cambio de planes con respecto a Matalascañas, el núcleo urbano más cercano a Doñana y que en verano multiplica su población para alcanzar hasta 300.000 residentes. Esta gran urbanización turística, dependiente del municipio onubense de Almonte, bebe del acuífero que abastece al parque nacional, la castigada y deteriorada reserva de agua de la que también tiran los regadíos de la zona. El problema añadido es que la red de abastecimiento es tan antigua que se pierden hasta el 40% de los recursos, de ahí que la renovación de las tuberías se incorpore como prioridad al trasvase ya aprobado como solución definitiva.

Así lo ha anunciado este martes el responsable de la Oficina Técnica de Doñana (OTD) del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco), Emilio Rodríguez, afirmando que “ya se ha iniciado la tramitación ambiental y el procedimiento de autorización por parte de la Junta de Andalucía para la construcción de dos sondeos, equipamiento y conexión de ambos a la red de abastecimiento del núcleo urbano de Matalascañas”, así como que se ha dado inicio al estudio técnico para renovar la actual red de distribución en alta que surte y abastece a esa zona. 

Matalascañas tiene concedida una dotación del acuífero de 2,75 hectómetros cúbicos, de los que en los últimos años suele consumir menos de 2,5. Una pérdida del 40% en las canalizaciones viene a suponer alrededor de un hectómetro de agua, una cantidad más que considerable si se tiene en cuenta que podría regar del orden de 200 hectáreas de cultivos. Esta cifra es una extrapolación tomando como base la polémica ley de indulto de regadíos que hace unos meses defendieron PP y Vox, para la que se calculó que se regularizarían unas 750 hectáreas que necesitarían 3,5 hectómetros.

Así las cosas, desde el Ministerio para la Transición Ecológica se abordará de partida la sustitución de la red de abastecimiento en alta “para evitar las pérdidas actuales”, tal y como se apunta desde la Oficina Técnica de Doñana que coordina los proyectos e inversiones estatales en la zona. Este objetivo, de hecho, se ha incorporado en la actualización del marco medioambiental de actuaciones en la comarca, subrayando que “dada la antigüedad y las características” de la red de distribución en alta de esta red, “se producen numerosas roturas que originan cuantiosas pérdidas, además de graves molestias a los usuarios, especialmente en época estival”.

El trasvase, la “actuación definitiva”

La entrada de este objetivo ha sacado del documento la solución diseñada desde hace tiempo, que no es otra que un trasvase desde la cuenca del Tinto, Odiel y Piedras para que así Matalascañas reciba recursos en superficie y deje de consumir del acuífero. Con un volumen de tres hectómetros cúbicos, esta operación fue autorizada por el Gobierno central hace ya más de un año y se considera “técnicamente sencilla”: consistiría en una conducción de 25 kilómetros de longitud desde la depuradora Tinto ubicada en Moguer.

Este trasvase se mantiene como la “actuación definitiva” para atender el abastecimiento de la gran urbanización, y desde la Oficina Técnica de Doñana se insiste en que se sigue trabajando en esta opción, que volverá a incluirse en la siguiente actualización del marco de actuaciones. Esta solución cuenta con el aval de estudios de la Estación Biológica de Doñana, la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (la CHG, autoridad del agua en la zona) y la propia Comisión Europea.

“El objetivo es que toda captación por pozos quede eventualmente anulada, y sólo en ocasiones de emergencia puedan ser utilizados previa autorización expresa de la CHG”, se apunta en este sentido. Sobre el papel, este proyecto debería estar terminado para 2027, que es el marco temporal de la planificación hidrológica del Guadalquivir (en la que se incluye) y el que también se estipula para muchas de las actuaciones del marco de actuaciones estatal.

Pozos que afectan a las lagunas

Asimismo, y “de manera transitoria”, se ejecutarán dos nuevos pozos en el extremo más occidental para poder clausurar los dos actuales (más cerca del parque nacional) y así reducir el impacto en las lagunas próximas y en los hábitats asociados. De hecho, la construcción de una de estas captaciones ya ha concluido y está ahora a la espera del plan de sustitución.

Existe evidencia científica de que los dos pozos orientales en vías de clausura –diseñados inicialmente para 25.000 habitantes– están afectando al extremo oeste del complejo de lagunas peridunares del parque nacional, “un auténtico oasis de agua dulce y ecosistemas asociados en el límite dunas-marismas y a escasa distancia del litoral la costa”, según resalta el propio Ministerio. En este contexto, la laguna del Brezo ha desaparecido hace décadas, la de Charco del Toro sólo se inunda en episodios de grandes lluvias, y las de Zahillo y Taraje han pasado a convertirse en recargadoras del acuífero –y no al revés– y han visto muy afectado su hidroperiodo.

La renovación de la red de abastecimiento, el trasvase y el cambio de pozos cuenta con un presupuesto conjunto de 17,5 millones de euros. Mientras tanto, sigue atascada otra obra clave en este entorno, la nueva depuradora de Matalascañas, que ha vuelto a alargar los plazos al requerir una declaración de impacto ambiental completa (no simplificada, como se había tramitado) al considerar la administración que “no se pueden descartar efectos significativos” sobre el entorno con los datos que se manejan para el proyecto.

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