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El campo andaluz advierte de una situación “dramática” si el Gobierno declara la sequía en la cuenca del Guadalquivir

Sistema de regadíos

Javier Ramajo

31 de octubre de 2021 21:47 h

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Este martes 2 de noviembre se reúne la Comisión de Desembalse de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir (CHG), dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico. A la vista, una posible declaración de sequía ya que en ella se analizarán los informes correspondientes a la información hidrológica y a la campaña de riego de los años 2020 y 2021, trámite previo a la aprobación de un Real Decreto que oficialice la situación de sequía en la cuenca. Los agricultores, a expensas de ello, miran con temor las consecuencias para el campo andaluz en cuanto a las restricciones en el uso del agua y la afectación a las plantaciones de secano o regadío.

Debido a la ausencia de lluvia en los últimos meses, el agua almacenada en los embalses de la cuenca del Guadalquivir ha descendido en las últimas semanas y se encuentra actualmente al 26,3% de su capacidad, según los últimos datos oficiales. El abastecimiento de agua para consumo humano está garantizado pero en la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) temen que la declaración oficial de una sequía afecte muy directamente a determinadas plantaciones. Roque García, vicesecretario segundo y responsable de Desarrollo Rural y Agua en UPA, y también vicepresidente de la Asociación Andaluza de Regantes (ASARE), explica que, en lo que respecta a cultivos de secano, “la campaña ha salido, sobre todo de cereal”. Pero alberga “dudas de que se pueda iniciar una nueva campaña en este sentido, tanto de cereales como de arboleda en secano”. “Si de aquí a la primavera no llueve bastante, tendremos una situación muy dramática”, advierte.

Respecto al regadío, “estamos pidiendo cierta ampliación del periodo de regadío porque en octubre no ha llovido y había varios cultivos que necesitaban riego todavía, por ejemplo en Antequera, la Vega de Granada, Córdoba, etc. todo lo que son producciones de ajo, cebollas, hortalizas al aire libre”, explica. El escenario en ese punto no es halagüeño, ya la declaración de sequía conlleva una suspensión de los regadíos. “Tendremos entonces que pelear solamente con regadíos extraordinarios para el mantenimiento de la arboleda y, dependiendo del tiempo que dure el periodo de sequía extrema, pues será más o menos grave. Ahora entramos en un período en el que debe de llover muchísimo, que debe de ser un tiempo muy fresco y que nos mantenga la arboleda pero, si llegamos a una primavera que no ha llovido, tendremos todos los frutales, todo el olivar que hay que regar. Y no hablemos de hortalizas, algodón o maíz, porque todo eso posiblemente no se pueda sembrar. Ese es el escenario en el que estamos”, explica el representante de UPA.

Falta de previsión

García señala que, aunque esa situación se podía prever, no se ha obrado en previsión. “Hemos hecho ciertos trabajos pero otros no lo hemos hecho. En una situación de clima cambiante y de un cambio climático como el que tenemos, hay que adaptar también nuestras infraestructuras y nuestra gestión del agua a ese escenario”, abogando por “recuperar o almacenar el agua de lluvias fuertes en pocas horas para que se quede en el terreno o se filtre en el terreno y, por tanto, sea un agua que podamos aprovechar meses después, que podamos recuperar los acuíferos con aguas torrenciales que caigan en poco espacio de tiempo”. A su juicio, habría que desarrollar “avances tecnológicos, investigación y lo que sea necesario para que eso se pueda aprovechar, ya no solo para el regadío sino para todo el ecosistema, para toda la población y para que el desierto no aumente”.

“Tenemos la experiencia de sequías que no llegaron a ejecutarse pero que sí se habían aprobado el decreto. En 2008 fue la última. Se suspenderían los regadíos según el nivel que tengan los pantanos, por debajo del 30%. La primera parte sería gradual, se quitaría un porcentaje a todo y, si la sequía sigue siendo grave, pues se anulan todos los regadíos, algo que nos afecta muy directamente, en concreto a la planificación de la próxima campaña”, detalla.

En todo caso, “lo que más nos preocupa no son los cultivos de temporada”. “Es una situación grave para la agricultura individual, pero el problema está en la arboleda, porque tenemos mucho olivar, muchos naranjos, tenemos ya también almendros, que están en regadío y, si se les suspende y no llueve, se prevé una primavera muy complicada. Un olivar que es de secano aguanta lo que sea, pero un olivar que lo tienes en regadío y de pronto le cierras el grifo, mala cosa. Ya no sólo pierdes la campaña sino que puede afectar a próximas campañas. Lo mismo pasa con los cítricos, los almendros, etc. Hay mucho dinero invertido en las plantaciones y eso entra en riesgo”.

Con todo, García se muestra esperanzado en que “tarde o temprano vamos a empezar a recibir la lluvia en este años” pero, a la larga, insiste, “tenemos que tomar decisiones y hacer las inversiones y las infraestructuras para que no nos pase esto, o para que cuando llegue estemos preparados”. “Ahora mismo estamos preparados a nivel normativo, pero no tenemos soluciones sobre la mesa. Tenemos estrategia para el consumo humano pero no lo tenemos para el resto de sectores consumidores de agua”, asegura.

Una situación de angustia

Para Ricardo Serra, presidente en Andalucía de la patronal agraria ASAJA (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores), la previsión de sequía supone “una situación bastante difícil” después que “el mes de octubre prácticamente se nos ha ido sin una gota”. El decreto hará oficial esa situación y “hará que el Gobierno central, que es el que tiene la potestad, permita el desarrollo de determinados mecanismos de carácter fiscal para hacer frente al problema de la sequía”.

“Lo que sí es realmente preocupante es la situación en vista de que, si no tuviéramos un invierno que de alguna manera arreglara un poquito esto que estamos viviendo, el futuro desde el punto de vista agrícola prevé una situación de angustia que tantas veces hemos dicho que deberíamos de intentar alguna vez pensar en buscar soluciones a medio y largo plazo”, dice en coincidencia con García.

Para el representante de ASJA, “soluciones a corto plazo no hay, porque la luvia es una esperanza. Pero si ya sabemos que cíclicamente pasan estas cosas, tenemos que buscar un remedio más que soluciones. No puede ser que cada diez o quince años tengamos una situación angustiosa”. Según relata, desde el punto de vista agrícola se han hecho “esfuerzos” porque “hemos mejorado bastante en la eficacia de los riegos”. “Con una dotación prácticamente de la mitad de un año normal, y con muchas restricciones, hemos conseguido sacar muchas cosechas adelante, ya que por lo menos, pues la arboleda se ha mantenido. Pero el año que viene eso no va a ser posible”, augura.

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