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Doñana sigue con las alarmas disparadas, pero hay motivos para la esperanza: este invierno han llegado casi el doble de aves

La presencia de aves este invierno sigue siendo baja, pero casi el doble que en 2024.

Antonio Morente

Sevilla —
31 de enero de 2025 12:51 h

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La marisma de Doñana sólo estuvo inundada 35 días en todo 2024, y la laguna de Santa Olalla (la mayor de todas y que hasta ahora se consideraba permanente) se secó por tercer año consecutivo. Al milano real y al halcón peregrino les va fatal, el conejo sigue sin dar buenas noticias, al lagarto ocelado no se le ve desde 2016, los alcornoques siguen muriendo y hasta el jabalí va para abajo, pero aún así se ven brotes verdes. En cuanto ha llovido un poco más (nada extraordinario, todavía dentro de lo que sería un ejercicio normal) el resultado ha sido que este invierno hay casi el doble de aves que el año pasado.

La Estación Biológica de Doñana (EBD), responsable de la vigilancia científica del paraje natural, ha presentado los datos referidos a 2024, y aquí se cruzan las cifras. Si no atenemos estrictamente al año pasado, la invernada de acuáticas fue la peor de la serie histórica, con 120.649 ejemplares de 97 especies. Pero ya se conocen los datos de enero de 2025, con un cambio sustancial: se ha pasado a 228.335, aunque con 11 especies menos.

Esto supone que casi se ha duplicado, una indudable buena noticia pero hay que tener cuidado antes de lanzar las campanas al vuelo, porque es el segundo dato más bajo desde 2012, muy lejos de los 670.309 especímenes que se concentraron el invierno de 2017. Lo mismo ocurre con las precipitaciones, que en lo que llevamos de año hidrológico (desde el 1 de octubre) son sensiblemente superiores a las de los últimos ejercicios, pero pese a la percepción de que no deja de llover la verdad es que estamos en la media de lo que sería un año normal.

La cosa podría ser peor

“Pero eso ya es muy positivo”, resalta el director de la EBD, Eloy Revilla, que incide en que los chaparrones permiten por lo pronto que “la dinámica de la vegetación cambie y haya menos mortalidad”. Entra también más agua a la marisma, aumentan las filtraciones al castigado acuífero y el parque recupera su atractivo para la invernada. Si a esto le unimos la paz política rubricada por los gobiernos central y andaluz en 2023, que considera “fundamental” para el futuro, le lleva a declararse “optimista con respecto a hace tres años. La situación de Doñana es mala, pero sin ese acuerdo sería todavía peor”.

Así que, pese a las numerosas alarmas rojas que hay disparadas, confía en que el enclave mantenga su papel como santuario para infinidad de especies, por lo pronto porque las aves acuáticas “tienen la capacidad de localizar los mejores lugares disponibles como refugio o áreas de reproducción”. Es verdad que las zonas húmedas “están en regresión” en toda Europa, “es un problema generalizado”, pero esto hace que “Doñana aumente su valor”.

Datos que asustan

Pero centrándonos en el informe en sí, la información que recoge alimenta la cautela con la que hay que recibir toda buena noticia en Doñana. Los datos certifican que 2024 volvió a ser un año seco (llovió algo más, pero por debajo de la media) y caluroso, con 18,79 grados que es la cifra más alta de la serie histórica, sólo superada por los 19,32 de 2023. En paralelo, se mantiene la “preocupante tendencia descendiente” del nivel freático, que en cuatro años ha caído 1,61 metros.

Lo de las lagunas es para echarse a temblar, porque “hasta ahora no se había registrado una desecación tan intensa”, ni siquiera durante los periodos de sequía extrema de las décadas de 1990 y 2000. Con pocas lluvias y un empobrecido sistema lagunar (que depende del acuífero, no de las precipitaciones), el resultado fue el hundimiento en la invernada de 2024 de la cifra de pájaros.

Un ejemplo es el ganso, el ave más simbólica para Doñana, que se quedó con unos raquíticos 4.337 ejemplares, cuando llegaron a ser 73.367 en 2017. Y la cosa va a peor, porque este enero sólo se han contabilizado 2.533.

¿A dónde se fueron los pájaros que no vieron Doñana atractiva para invernar? Pues el 30% se mudó a Veta la Palma, en la provincia de Sevilla, la finca adquirida por el Gobierno andaluz con vistas a una futura ampliación del parque. Este paraje, junto a otras áreas refugio, “sólo han acogido una pequeña parte del total de aves que podría haberse registrado si la marisma estuviera en condiciones óptimas”.

Las rapaces, de capa caída

Las lluvias de primavera, por lo pronto, permitieron una mejor reproducción de las acuáticas (de 41 especies, al 91% le fue mejor), aunque el 72% de estas aves tiene una tendencia poblacional negativa en las dos últimas décadas. El dato crece hasta el 79% si el marco temporal es el de los últimos diez años. Para analizar la abundancia, se ha hecho un análisis con 1990 como año de referencia, arrojando reducciones considerables en el paso migratorio (-47%), la invernada (-26%) y la reproducción (-25%).

Con respecto a otros animales, en 2024 no se vio ningún galápago europeo y sólo dos ejemplares del leproso, ambas especies catalogadas como casi amenazadas. El jabalí cayó a un mínimo histórico, el conejo no levanta cabeza, el milano real registró su cifra más baja desde que hay registros (85 individuos), el halcón peregrino va a peor con sólo tres parejas, el aguilucho lagunero lleva tres años sin criar.

Mariposas sí hay bastantes –pero con “ausencias preocupantes”–, ha habido un récord de abundancia de macroinvertebrados y a los anfibios también les ha ido bien, pero los peces “están claramente en declive” porque no hay agua en las lagunas. La anguila atraviesa una “situación dramática” y el último registro del salinete fue en 2020, mientras especies invasoras como el cangrejo rojo y la jaiba azul campan a sus anchas.

En cuanto a la vegetación, en el catálogo de árboles singulares (44 ejemplares y ocho arboledas) se ha constatado una “mortalidad sin precedentes” (han caído ocho) y casi todos están peor que hace cinco años, tanto en su estado fitosanitario como en la presencia de hojas en copa. En cambio, hubo una cierta recuperación del sabinar, el brezal y el matorral, claros y oscuros que demuestran que puede haber una cierta mejoría, pero que siguen abundando problemas de todo tipo.

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