La primavera le está sentado bien a Doñana, y muy especialmente las generosas precipitaciones que dejó la borrasca Nelson a su paso. Siempre con la prudencia de que esto es un alivio que no implica que se haya superado la sequía, las imágenes sobre el terreno evidencian que la situación es menos cruda en el parque gracias a un agua que se nota especialmente en las lagunas permanentes. Y ahora otra imagen, en este caso de satélite, ratifica esa percepción, ya que se constata con claridad el paso del marrón seco a un verde que está de vuelta.
La imagen la tomó el satélite Sentinel 2 el pasado 10 de abril, y contrasta de forma rotunda con otra que muestra el mismo espacio hace justo un año, el 11 de abril de 2023. La comparación entre las dos instantáneas habla por sí sola, dominando en una el color marrón, que en la más reciente ha sido sustituido por el verde.
“El Parque Nacional de Doñana se ha visto gravemente afectado por la sequía en los últimos años”, ha recordado el programa Copernicus para contextualizar unas imágenes que ha subido a su perfil en X. “Afortunadamente, gracias a las recientes lluvias, la situación ha mejorado considerablemente y la vegetación ha vuelto a florecer”.
El Sentinel 2 es un satélite de observación terrestre dentro del programa Copernicus para monitorizar el planeta y obtener sobre todo información ambiental. La misión la lleva a cabo la Agencia Espacial Europea.
Las lluvias, concentradas sobre todo en los últimos días de Semana Santa, convirtieron a marzo en el segundo más lluvioso desde que se tienen registros, con 145,3 litros por metro cuadrado en Doñana. Esto ha permitido que la precipitación acumulada en el año hidrológico (que va de septiembre a agosto) sea ya de 404,4 litros, con lo que mejora los datos de los tres últimos ciclos y se sitúa cerca de los 500 litros que constituyen la media histórica.
Alivio, pero también cautela
Pese a ello, desde la Estación Biológica de Doñana se insiste en que se está en una “situación de expectativa y cautela”, ya que ni mucho menos puede darse por superada la sequía que azota al parque desde hace ya una década larga. “Las lluvias han aliviado en parte los problemas de sequía más inmediatos”, se hacía balance recientemente desde este organismo investigador adscrito al CSIC, “pero no solucionan el problema invisible de la sobreexplotación de las aguas subterráneas”.
La imagen del espacio natural, eso sí, ha mejorado sustancialmente y remite a la estampa clásica de lo que era habitual en esta época del año. La lluvia caída ha venido especialmente bien para darle una tregua a una alicaída vegetación, y también “llega a tiempo” para favorecer la cría de aves acuáticas, que en esta temporada se han dado cita en un número mucho menor precisamente por la falta de agua.
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