Susana Díaz, con una camiseta donde puede leerse Positive Energie (Energía positiva) y rodeada de cámaras, ha anunciado este jueves en la sede del PSOE andaluz que va a pedir a los miembros de su ejecutiva que avalen la petición a la dirección federal del adelanto de las primarias para elegir al próximo candidato socialista a la Junta de Andalucía. Lo hace con el ceño fruncido, sin la sonrisa conciliadora que le acompañaba en los últimos meses, y asegura que lo hace “por responsabilidad” y “para que el ruido incesante que se ha generado no siga erosionando la imagen del PSOE andaluz”.
Diez minutos después de su comparecencia ante la prensa, la ejecutiva reunida de forma semipresencial había votado por unanimidad el adelanto, sin tan siquiera abrir un debate. Los pocos críticos de la dirección habían pedido la palabra para abordar la situación del partido. Según varios presentes, la portavoz del partido y destacada antisusanista, Ángeles Ferriz, ha levantado la mano y ha pedido intervenir para no “zanjar el asunto” sin un debate profundo de la situación, pero Díaz se ha negado y, tras el acuerdo por unanimidad, ha abandonado la reunión y no ha vuelto. Se avecinan unas primarias enconadas, muy beligerantes, que reactivan la división entre sanchistas y susanistas cerrada en falso hace cuatro años.
Los críticos se quejan de que la líder socialista ha dado más explicaciones a los medios que a su propia ejecutiva. Ante la prensa, con un discurso preparado, Díaz ha asegurado que en estas primarias “no hay más salida que la unión”, pero lo ha dicho tras hacer visible su malestar por tener que precipitar un debate interno “sin que estén convocadas las elecciones andaluzas, en medio de una pandemia mundial” y “a empujones”. “La última palabra le corresponde ahora a los más de 44.000 afiliados del PSOE andaluz”, ha recalcado.
En la ejecutiva regional ha habido nueve presentes de los 49 miembros, el resto ha seguido la reunión de forma telemática. La presidenta del PSOE, Micaela Navarro, ha intentado levantar la sesión tras el acuerdo por unanimidad, pero los críticos se han rebelado para hacerse oír. Querían pedir primarias “limpias”, con neutralidad por parte de la dirección regional y estatal, querían subrayar que Díaz había “rectificado” y que Ferraz había acabado con la tesis de que “hay militantes buenos y militantes malos”. Hubo 15 intervenciones, todas “en tono cordial”, salvo la de Antonio Pradas, que acusó a la ejecutiva federal de “imponer un adelanto de primarias sólo a Andalucía”.
13 de junio
Ferraz ya tenía previsto activar las primarias en Andalucía esta tarde, en una reunión de la ejecutiva, y la secretaria general de los socialistas andaluces ha optado finalmente por adelantarse a ese anuncio. El PSOE andaluz había convocado el martes a su dirección, de forma extraordinaria, para debatir este asunto. Al día siguiente Díaz se enteró “por un medio de comunicación” -la Cadena Ser- de los planes de Pedro Sánchez, y esta mañana ella misma ha trasladado la petición a su equipo.
El gesto torcido de la sevillana y sus propias palabras anticipan el último episodio de las guerras frías, calientes, latentes entre el sanchismo y el susanismo: “Hubiera preferido un debate primero sobre el proyecto, primero ideas y luego personas. Prefería respetar los tiempos congresuales del partido, sobre todo tras unas elecciones muy complicadas en Madrid. Lamentablemente no ha podido ser, por más que me pese. Mi posición era de respeto, otros han planteado un debate para lanzar las primarias a la Junta cuando ni tan siquiera están convocadas las elecciones”, ha denunciado.
La Ejecutiva Federal del PSOE será quien active las primarias andaluzas, que luego tendrá que ratificar el Comité Federal. A partir de ahí, los estatutos dan de plazo 45 días, aunque fuentes del partido dicen que pueden acortarse. Se baraja como fecha el 13 de junio. Luego el proceso se gestiona desde Andalucía, con una comisión de garantía electoral en San Vicente, sede del PSOE-A. El número de avales necesario para ser candidato, con los últimos estatutos, es muchísimo más bajo que en las últimas primarias [mínimo 2% y máximo del 4% del censo], en las que Díaz dejó fuera a su contrincante [el hoy ministro Luis Planas] apabullándole con una montaña de avales.
En esta liza, la actual líder se enfrentará con el alcalde de Sevilla, Juan Espadas, aspirante alternativo empujado por Ferraz, que este jueves estaba en un acto en Alcalá de Guadaíra, junto a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, donde ha deslizado su candidatura: “Me satisface que se haya escuchado a la militancia. Esta convocatoria genera ilusión y la fuerza del cambio en Andalucía es imparable. Estas primarias son el revulsivo que necesita mi partido para recuperar Andalucía. Siempre me van a tener para un proyecto regional y en ese proyecto estará Juan Espadas”.
La convocatoria anticipada de primarias en el PSOE de Andalucía para elegir al próximo candidato a la Junta se ha abierto paso este jueves entre versiones contradictorias de la dirección federal y la andaluza. No hay margen para el discurso de unidad, consensuado, mientras perdure el rescoldo de la guerra entre sanchistas y susanistas, aunque este lance que presumiblemente enfrentará a Susana Díaz con Juan Espadas se presenta como el penúltimo capítulo (el último será el congreso regional, a final de año). La sevillana ha cambiado hoy drásticamente el registro que ha usado en los últimos meses, de perfil bajo, y ha vuelto a entrar en el cuerpo a cuerpo con Ferraz, a quien ha pedido una reflexión por el desastre de las madrileñas. “Algo no estamos haciendo bien cuando miles de ciudadanos nos han vuelto la espalda, como hemos visto estos días”, ha dicho.
La secretaria general del PSOE andaluz ha convocado a la prensa media hora antes de reunir a su ejecutiva para debatir un adelanto de primarias que no quiere, que lleva semanas ignorando ante las reiteradas peticiones de alcaldes, secretarios provinciales y ex dirigentes del sector crítico que exige iniciar cuanto antes un proceso de renovación en el partido: de liderazgo, de proyecto, de estrategia de oposición al Gobierno de PP y Ciudadanos. “No soy ajena al ruido incesante que se ha generado en mi partido, ruido que impide que la labor política de oposición llegue a los ciudadanos, a los que no les interesa nada las cuestiones internas del partido. Me preguntan por las vacunas, los ERTE, el trabajo… nadie me ha preguntado por el problema interno de mi partido”, ha señalado, tras acusar a la dirección federal de alimentar un debate interno que “daña la imagen del PSOE-A”.
Díaz da por buenas las primarias forzada por la decisión de Ferraz, que le fue anunciada cuando aún no habían pasado ni 24 horas del desastre de las elecciones en Madrid. La ominosa derrota de los socialistas en la capital de España, y el efecto contagio para Pedro Sánchez, ha obligado a la ejecutiva federal a actuar rápido y mover el foco de atención mediática hacia Andalucía, activando un proceso de renovación en la agrupación más numerosa, con el objetivo indisimulado de dar la puntilla definitiva a Susana Díaz. “No me interesa el poder por el poder, tampoco ascender en mi trayectoria política, mi compromiso es con los andaluces”, ha anunciado la ex presidenta, como anticipo de su campaña.
Todo queda en manos de los más de 44.000 militantes del PSOE andaluz, que votarán el próximo 13 de junio entre la continuidad de la ex presidenta de la Junta y el alcalde de Sevilla, Juan Espadas. Díaz lleva como aval haber ganado las dos últimas elecciones andaluzas -también se apunta las últimas generales en Andalucía, que hicieron presidente a Sánchez-, pero arrastra el estigma de haber perdido el Gobierno tras casi 37 años de poder socialista. Espadas, que fue consejero en el último Ejecutivo de José Antonio Griñán, entrará en la pelea empujado por Ferraz, y con todo el disperso y heterogéneo sector crítico tras él. A los autodenominados renovadores les une la rivalidad física con Díaz y el convencimiento de que el PSOE andaluz necesita un revulsivo potente, próximo a la refundación. Pero su debilidad sigue siendo la falta de unidad interna en este proyecto alternativo, la lucha de egos e intereses personales de muchos ex dirigentes sanchistas y ex susanistas que ahora militan en el mismo bando, pero que antes de ayer no podían ni mirarse a la cara.
Hace cuatro años, Susana Díaz era la estrella fulgurante de la política nacional. Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, José Luis Rodríguez Zapatero, Alfonso Guerra y un nutrido grupo de medios de comunicación veían en ella el futuro del PSOE “de siempre”. Con ese empuje y una autodeterminación propia de un general macedonio, instigó una operación de derribo del secretario general del partido que ella misma había ayudado a encumbrar, un desconocido Pedro Sánchez, que acabó expulsado de Ferraz y del Congreso de los Diputados. En torno a él se formó una conjura de dirigentes socialistas, ignorados por la vieja guardia, que terminó construyendo una corriente personalista muy potente: el sanchismo.
En 2017 se enfrentaron a primarias, y Sánchez ganó en todas las comunidades autónomas, excepto en País Vasco (que lideró Patxi López) y Andalucía, que dio la victoria a Díaz. Pero en Andalucía, el madrileño acaparó contra todo pronóstico el 31% de los votos -la entonces presidenta de la Junta obtuvo más avales que votos, síntoma de la influencia del aparato entre la militancia- y esa grieta se considera hoy mucho mayor que entonces. Las direcciones provinciales de Jaén, Granada y Cádiz (también Huelva, aunque ahora está en manos de una gestora) se han pronunciado a favor del relevo de Díaz; Sevilla, Córdoba y Málaga han cerrado filas con la expresidenta.